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Has escuchado los estereotipos. Los puritanos eran aquellos que tenían “temor de que alguien, en algún lugar, pudiera estar feliz”. Ellos eran los “aguafiestas”, los “fríos elegidos”. Esa es la percepción moderna de los puritanos. Las palabras puritano y puritánico tienen mala connotación para algunas personas.

La palabra “puritano” fue acuñada en el siglo XVI como un término de abuso. Para el inglés promedio, había un “papista” católico romano por un lado, y un “precisionista” o “puritano” del otro. El término daba a entender que había un grupo de hombres que se consideraban más puros que el resto. Ciertamente no era una descripción justa: aquellos a los que se les aplicó se esforzaban por ser puros, pero nunca se consideraron puros, como demuestra el testimonio constante que dieron de su propia pecaminosidad e imperfección.

El puritanismo fue un movimiento basado en la Biblia. Doctrinalmente, era una especie de calvinismo vigoroso y alegre; experiencialmente, era cálido y contagioso, y se regocijaba en la comunión con Dios y con los santos; evangelísticamente, era activo y urgente, pero tierno; eclesiásticamente, se centraba en el Dios trino, su adoración y servicio.

Los puritanos, aunque serios y piadosos, eran en su mayor parte gozosos, uno de los grupos de personas más alegres que han caminado en la tierra. Aquí hay cinco tipos de gozo que marcaron a los puritanos.

1. Gozo santo: felicidad en el temor de Dios

El tema del salmo 128 es obvio ya que se repite dos veces: “Bienaventurado todo aquél que teme al SEÑOR, que anda en Sus caminos” (v. 1; ver v. 4). La palabra bienaventurado se refiere a un gozo interno genuino, feliz, que brota de la profundidad del corazón.

Además de mostrar que la base de la alegría es centrarse en Dios y temerle, el gozo del salmo 128 se enfoca en tres ordenanzas de la creación: trabajo, matrimonio, y adoración. El mayor gozo en la vida humana que depende de Dios viene de tu trabajo diario, tu situación doméstica, y tu adoración a Dios.

Los puritanos enfatizaban que el temor reverente a Dios es la clave para la fidelidad en cualquier situación de la vida.

Pero ¿qué significa temer a Dios? Los puritanos enseñaron que el temor de Dios involucra tres ingredientes esenciales: una concepción correcta del carácter de Dios, un sentido generalizado de la presencia de Dios, y una conciencia constante de nuestra obligación para con Dios. Temer a Dios significa que las sonrisas y el ceño fruncido de Dios tiene más valor que las sonrisas y el ceño fruncido de los hombres. Los puritanos enfatizaban que el temor reverente a Dios es la clave para la fidelidad en cualquier situación de la vida. El pecado nos trae infelicidad, pues destruye el gozo desde adentro. Pero el temor divino huye del pecado.

2. Gozo vocacional: la felicidad en tu trabajo

El que teme a Dios, dice el salmo 128, encontrará gozo en su trabajo como en el Señor: “Cuando comas del trabajo de tus manos, dichoso serás y te irá bien” (Sal. 128:2).

Los puritanos creían que solo aquel que teme a Dios…

  • Disfruta su trabajo no solo como un trabajo que provee las necesidades de la vida, sino como un llamado de Dios. Por el temor a Dios se puede disfrutar de cada aspecto del trabajo y disfrutar cada logro como muestra del amor y la gracia de Dios.
  • Trabaja con el propósito de glorificar a Dios. Esta integridad básica lo guarda de muchos problemas. Le permite hacer todos sus negocios con integridad, diligencia, y celo de las Escrituras. Le ayuda a perseguir sus objetivos con celo.
  • Confía en la promesa de provisión de Dios. Al igual que la viuda de Sarepta, confía en que Dios proveerá incluso si sus provisiones disminuyen.
  • Maneja las desilusiones de la vida con madurez espiritual al descansar por la fe en los propósitos soberanos de Dios.
  • Sabe que disfrutará por la eternidad de la recompensa de Dios por Su buena obra y sus buenas obras.

En consecuencia, la visión puritana del trabajo secular es teológicamente enriquecedora.

3. Gozo doméstico: la felicidad en tu familia

El salmo 128:3 procede diciendo que la manera normal en la que Dios obra es permitiendo que el temeroso de Dios coseche un gozo genuino en su propia familia en el hogar: “Tu mujer será como fecunda vid en el interior de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa”.

Del mismo modo, los puritanos creían que las bendiciones gozosas se acumulan para los que temen a Dios en la vida familiar: primero, existe el gozo de una esposa fructífera y piadosa. Los hijos no son el único fruto que da una esposa temerosa de Dios. Una vid no solo da uvas. También da hojas, sombra, belleza, y conservación del suelo. La esposa fructífera manifiesta en su vida mucha gracia centrada en Cristo. La vid es un símbolo de dar fruto. La vid produce frescura y gozo. Una esposa temerosa de Dios ofrece sabios consejos a su esposo. El corazón de él está seguro en ella. Ella le brinda compañía, intimidad, y gozo indescriptible en todas las áreas de la vida.

Los puritanos creían en la promesa de Dios de que el hombre casado que teme a Dios y camina en Sus veredas será bendecido con un matrimonio feliz.

Sin duda, muchos matrimonios puritanos no llegaron a ese ideal. Sin embargo, la visión de los puritanos de un matrimonio ideal, y su diligencia (en dependencia a Dios) para trabajar hacia ese ideal hizo que los cimientos de sus hogares fueran sólidos. Ellos creían en la promesa de Dios de que el hombre casado que teme a Dios y camina en Sus veredas será bendecido con un matrimonio feliz (Sal. 128:3).

4. Gozo que adora: la felicidad a través de la predicación y el sábado

El salmo 128:4–5 dice que aquellos que temen al Señor se alegrarán el sábado en adoración:

“Así será bendecido el hombre que teme al SEÑOR. El SEÑOR te bendiga desde Sion, veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”.

Los puritanos creían que, por la gracia de Dios, la mayoría de las bendiciones en la vida provienen en última instancia de Sión y Jerusalén. El día del Señor, al que llamaban el día del mercado del alma, estaba en el corazón de su vida gozosa. En los atrios de Dios escuchaban y experimentaban de nuevo, cada día del Señor, que sus pecados habían sido lavados con la sangre preciosa de Emanuel. Esto los llenaba de gozo inefable, a menudo de lágrimas de gozo, y los hacía anhelar vivir total y exclusivamente para la gloria de Dios.

En común con los reformadores, los puritanos creían en la centralidad de la iglesia. Y creían que “el verdadero Dios da instrucciones sobre la manera aceptable de adorarle”. Los puritanos abrazaban el principio regulativo de la adoración, creyendo que nada debe agregarse o sustraerse de la Palabra, excepto lo que se ve en la adoración del Nuevo Testamento.

Una y otra vez escuchamos que los puritanos viajaban alegremente por horas para escuchar un buen sermón, y de cómo pensaban que escuchar sermones traía mucha más satisfacción y felicidad que una noche de parranda mundana. Los sermones solían durar una hora o más. El puritano Laurence Chaderton de Emmanuel College, Cambridge, una vez se disculpó con su congregación por predicarles durante dos horas seguidas. La respuesta de la congregación fue gritarle: “¡Por el amor de Dios, señor, continúe, continúe!”.

5. Gozo futuro: la felicidad a través de la fidelidad del pacto de Dios

El salmo 128:6 declara que la felicidad de los que temen a Dios se extenderá hacia el futuro: “Y veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz sea sobre Israel!”. Los puritanos eran alegres teólogos del pacto. Ellos veían el pacto de la gracia como un gran todo, el cual comenzaba con el Dios del pacto, luego con Su obra en la vida de la comunidad del pacto, y el trabajo y el testimonio de esa comunidad en el mundo que los rodeaba.

El creyente debe esforzarse por regocijarse todos sus días en la fidelidad del pacto de Dios: sí, en Dios mismo. Los puritanos decían, en la que es la declaración más famosa que hayan escrito, que el propósito del ser humano es “glorificar a Dios” y disfrutar de Él por siempre.

Aquí no hay aguafiestas

Los puritanos estaban lejos de ser aguafiestas. Conocían un gozo que sus críticos no podían comprender. Para los puritanos, el secreto fundamental de todo el gozo —en Dios, en el trabajo, en el hogar, en los niños, en la adoración pública, en el día del Señor, y en la conversión de las generaciones futuras— se encontraba en el serio temor reverencial del Señor delante del Señor Jesucristo, aplicado por el Espíritu Santo.

Es un gozo trinitario, en y a través de quien dijo: “Para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea cumplido”. Fuera de Cristo, Dios solo puede ser un fuego consumidor y un ardor eterno.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Unsplash.
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