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Nota del editor: 

Este artículo fue adaptado de una porción de la Biblia de Estudio Herencia Reformada (Poiema Publicaciones, 2019), editada por Joel Beeke. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

¿Todavía son los diez mandamientos relevantes para la vida del cristiano?

Obviamente existe una discusión importante sobre este punto en los círculos cristianos. Sin embargo, recordamos que Cristo dijo que Él no vino a abolir la ley sino a cumplirla (Mt. 5:17), y dijo esto teniendo especialmente en mente la ley moral ejemplificada en los diez mandamientos (Mt. 5:21,27).

Mientras más entendemos la ley, más amaremos y serviremos a nuestro Salvador. Los diez mandamientos nos enseñan algo acerca de Cristo (Lc. 24:27).

1. Para los cristianos los diez mandamientos revelan el alcance de la expiación de Cristo por nosotros.

La Biblia nos enseña que el Señor Jesús murió por nuestros pecados (1 Co. 15:3). Si negamos la ley de Dios, podríamos pensar que no tenemos muchos pecados, creyendo falsamente que la muerte de Cristo no fue realmente necesaria. Sin embargo, cuando nos damos cuenta de todas las implicaciones de la ley (Mt. 5:17-48), entendemos más claramente lo que Cristo soportó en la cruz por nosotros (Ro. 3:20, 25).

Cristo murió por todos nuestros pecados, sufriendo la pena total de lo que nuestra culpa merecía. Por lo tanto, cuanto más claramente entendamos los diez mandamientos, más agradecidos estaremos con Dios por habernos libertado a través de la muerte de Cristo.

2. Cuanto más entendamos la ley de Dios, más claramente podremos ver el alcance total de la obediencia perfecta de Cristo.

La Biblia nos asegura que, aunque el Señor Jesús fue “nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gá. 4:4), cumplió “toda justicia” (Mt. 3:15) y no pecó (1 P. 2:22).

Mientras consideras los diez mandamientos en su perfección, considera a Cristo como el perfecto guardador de la ley. Él es el único que ha vivido en perfecta obediencia a la santa ley de Dios. Cada acción de nuestro Señor fue perfecta de acuerdo a esa ley: ni un pensamiento de nuestro Señor Jesús contradijo jamás la ley de Dios; cada palabra que dijo era la perfecta Palabra de Dios. Así fue la perfección de Cristo.

Mientras consideras los diez mandamientos en su perfección, considera a Cristo como el perfecto guardador de la ley.

3. La ley nos enseña la justicia perfecta que se nos ha imputado.

Si estamos unidos a Cristo por la fe salvadora, Dios nos considera como si hubiéramos cumplido toda la ley (Ro. 5:18-19). De esta manera, la ley de Dios nos muestra la justicia perfecta que tenemos en Cristo.

Por nuestra fe en el Señor Jesús, nuestras transgresiones de la ley son puestas sobre Él, y Él hace expiación por esos pecados por medio de su sufrimiento y muerte. Pero también por la fe en Él, su obediencia perfecta de la ley nos es imputada. ¡Tan perfecta es que Dios nos ve como si estuviéramos vestidos de la perfección de Cristo!

El Catecismo de Heilderberg lo dice en una hermosa respuesta a la pregunta “¿cómo eres justo ante Dios?”, diciendo: “Sin merecimiento alguno mío, solo por su gracia, Dios me imputa y da la perfecta satisfacción, justicia y santidad de Cristo como si no hubiera yo tenido, ni cometido algún pecado, antes bien como si yo mismo hubiera cumplido aquella obediencia que Cristo cumplió por mí”.

4. La ley nos enseña la belleza moral de Cristo siendo formada en nosotros; que debe ser la meta del cristiano en su santificación.

Pablo nos enseña que los diez mandamientos iluminan el significado del amor y son cumplidos cuando realmente nos amamos unos a otros (Ro. 13:8-10). Luego, solo unos versículos después, escribe: “vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (v. 14 RV60). Por lo tanto, nos vestimos más y más de Cristo cuando, al contemplarlo por fe, obedecemos la ley de Dios y somos cada vez más como Él.

Conclusión

Cuando escuches los diez mandamientos, piensa en el Señor Jesucristo. Piensa en tus transgresiones de la ley y cómo Cristo hizo expiación por ellas. ¡Eso te dará un corazón agradecido para con Él! Piensa en la perfección de Cristo, en cómo vivió perfectamente de acuerdo a los diez mandamientos y te imputó su justicia por la fe. Considera la santidad práctica que Cristo obra en ti mientras mora en tu corazón por el Espíritu Santo.

¡Esto te hará darte cuenta de que Cristo es tu todo en todo!


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Imagen: Lightstock.
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