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A través de libros, sermones, canciones y escritos en internet, se está pregonando una doctrina y corriente filosófica que enseña que la vida cristiana es como una especie de guerra espiritual cósmica e intergaláctica. Estos exponentes le atribuyen al diablo un poder y una influencia tal que le permiten interrumpir frecuentemente los planes del Dios soberano. Por esta razón, nos dicen, los hijos de Dios debemos mantenernos todo el tiempo peleando, y declarando, y reclamando, y decretando y arrebatándole cosas al enemigo. Esta enseñanza, que va totalmente en contra del mensaje de las Escrituras, ha permeado toda la iglesia latinoamericana.

Una de las precursoras de este tipo de enseñanza es la autodenominada profeta internacional, Nancy Amancio. Una de sus canciones que han tenido más acogida en el mundo hispanohablante es una muestra de hacer rejuegos con lo que la Biblia dice, para poder enseñar este falso mensaje. Veamos las letras:

Aunque se levanten mil gigantes contra mí, no temeré
El enemigo no podrá tocar mi fe.
Porque Dios me ha cambiado el nombre y me hizo su hija
Y hoy soy cabeza y no cola
Y ahora vivo de gloria en gloria

[Coro]
Hoy me apodero de lo que a mí me pertenece
Lo que me has quitado me lo devolverás con creces
Porque Dios me hizo su hija
Y con los hijos de Dios nadie se mete.

El me hizo coheredera juntamente con Él
Y me ha dado el poder para atar y desatar
Y declarar una palabra que cambie tu generación
Y hoy declaro que él te devuelve lo que te robó

[Puente]
Yo te arrebato mi familia, Yo te arrebato mi salud
Yo te arrebato los tesoros de los cielos, que pertenecen a mi casa
Arrebato, Arrebato
Arrebato todo lo que es mío
Arrebato, arrebato. Lo que es mío, lo que es mío

Prestando atención

Meditar en esta canción debe llevarnos a dudar de lo que nos enseña. Empecemos por el hecho de que esta canción está dedicada al diablo. Es a él que ella le canta. ¿Dónde en la Biblia se nos exhorta a hablar o discutir con el diablo? Santiago 4:7 dice: “Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes”. Si leemos detenidamente este versículo, podemos encontrar la clave para obtener la victoria: “humillarnos delante de Dios”. Esto va acorde con lo que dice 2 Crónicas 7:14: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”

Ahora, es interesante el contexto de Santiago 4:7. Cuando vemos el porqué el apóstol manda al pueblo a humillarse, nos damos cuenta que es la misma razón por la cual Amancio está tratando de arrebatarle cosas al diablo. Santiago 4:2-3 nos dice: “Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra. No tienen, porque no piden. Piden y no reciben, porque piden con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres”.

Aprendamos de Job

Volvamos al tema de si el diablo puede “robarnos” cosas que Dios nos dio, y que tenemos que enfrentarnos con él para “arrebatárselas”, y que “él nos las devolverá con creces”. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿dónde dice la Biblia todo eso?

Uno de los pasajes que más luz arrojan sobre la relación de Satanás con Dios, y nuestro lugar medio de esto, lo encontramos en el libro de Job. El diablo viene donde Dios y es Dios mismo quien trae a Job a la conversación: “Y el SEÑOR dijo a Satanás:¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:8). El diablo entonces le dice a Dios: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No has hecho tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara” (9-11).

El diablo sabía que no podía hacerle nada a Job a menos que Dios le diera permiso. El diablo va y prueba a Job, quitándole todos sus hijos e hijas y su ganado y sus posesiones en un solo día. Vuelve el diablo donde Dios y el Señor le dice: “¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay otro como él sobre la tierra, hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y él todavía conserva su integridad, aunque tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa” (Job 2:3-4). Y Satanás le pide a Dios que ataque la salud misma de Job, a lo que Dios concede, sufriendo entonces Job de lepra.

¿Dónde vemos a Job peleando con el diablo? ¡En ninguna parte! Lo que es más: ¡Job nunca supo de la discusión entre Dios y Satanás! Al final de toda la historia, en el capítulo 42, vemos que Job fue completamente restaurado con el doble de lo que tenía antes. ¿Quién restauró a Job? ¿El diablo? ¡Noooooo! “Y el SEÑOR restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el SEÑOR aumentó al doble todo lo que Job había poseído”, Job 42:10. Job buscó a el rostro de Dios, y fue su Dios quien le restauró.

Entonces, ¿qué pensamos?

No nos dejemos engañar. Por supuesto, la Biblia nos manda a tener cuidado con el diablo y con sus asechanzas y tramas. Pero como hijos de Dios, ya Jesús obtuvo la victoria sobre Satanás en la cruz y nosotros estamos seguros en Él.

Me gusta lo que dijo el Pastor Miguel Nuñez al analizar esta canción en su sermón “Danos hoy nuestro pan de cada día”:

“Algunos enseñan hoy que Dios nos ha entregado enormes bendiciones, pero que Satanás las ha acaparado y que yo tengo hoy que arrebatárselas a Satanás. ¡Qué gran distorsión! … La idea detrás de esta canción es que Satanás me ha robado todo lo que Dios me ha dado y que ahora, yo tengo que ejercer mi autoridad y arrebatarle a Satanás todo lo que él tiene en su mano y que Dios me había dado previamente, pero que Satanás ha logrado quitarme. Esta es una canción totalmente contraria a la revelación de Dios. No es la mano de Satanás la que está llena de bendiciones robadas y que ahora yo tengo que arrebatar. ¡No! es la mano de mi Padre la que está llena de bendiciones ganadas en la cruz del calvario por lo méritos de Cristo, selladas con sangre y garantizadas por el poder de su Espíritu”.

Hermanos, si nos encontramos en alguna escasez, en vez de cantarle a Satanás, busquemos el rostro de nuestro Dios en oración. Al igual que David, nosotros podemos descansar en Dios: “El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará”, Salmo 23:1.

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