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¿Qué nos imaginamos cuando pensamos en un teólogo? Tal vez venga a nuestra mente la imagen de alguien encorvado sobre su escritorio, trabajando en la penumbra de una biblioteca repleta de volúmenes. Cada tanto se reclina sobre el respaldo de su silla y entrecierra sus ojos como tratando de pulir sus pensamientos, y vuelve a los libros. Su vida discurre entre la oficina y el aula de algún seminario.

Con algunas variaciones, esa es la imagen general que se tiene de un teólogo. Pero ¿de dónde viene la idea de que dedicarse a la teología equivale a vivir recluido en los libros?

En cierta medida, se debe a que los grandes teólogos del pasado —y del presente— llegan a nosotros a través de sus libros. Todo lo que conocemos de ellos son las obras literarias donde volcaron sus mentes. ¡Gloria a Dios! Hoy contamos con recursos valiosos para nuestra edificación y crecimiento espiritual.

Sin embargo, debemos evitar la imagen del teólogo en la torre de marfil y entender la teología de una manera más práctica y aplicada.

Teólogos en la historia

Aquellos que son reconocidos como grandes teólogos de la historia de la iglesia estuvieron muy lejos de tener vidas holgadas. Michael Reeves, en su libro Theologians You Should Know [Teólogos que deberías conocer], ofrece resúmenes de sus vidas y pensamiento, que nos ayudan a poner en contexto a estas figuras emblemáticas.

Debemos evitar la imagen del teólogo en la torre de marfil y entender la teología de una manera más práctica y aplicada

Reeves inicia con la época posterior a la muerte de los apóstoles y Atanasio es uno de los nombres que sobresalen. El obispo de Alejandría en Egipto es reconocido como el gran defensor de la doctrina de la Trinidad. Su vida estuvo atravesada por la lucha contra el arrianismo, visión teológica que gozaba de gran influencia en aquellos años. Debido a esta disputa sufrió cinco exilios, fue objeto de persecución, calumnias constantes y acusaciones falsas de asesinato. Atanasio desarrolló toda su teología en medio de una lucha por la fe tan clave como sus propios escritos.

Otra figura preponderante en la historia es Agustín de Hipona, no solo para el cristianismo, sino para toda la cultura occidental. Luego de buscar sin éxito respuestas en diferentes corrientes de pensamiento, finalmente se entregó a Cristo. Al principio intentó llevar una vida de contemplación filosófica, retirado en un monasterio, pero aquel plan no prosperó. Fue ordenado obispo de Hipona casi por la fuerza y desde allí llevó a cabo una intensa labor pastoral y una lucha continua contra las herejías de su época.

Tal vez la más conocida sea la vida agitada de Martín Lutero. Su contexto turbulento nunca le permitió presentar su pensamiento de forma sistemática, pues dedicó la mayor parte del tiempo a contestar argumentos puntuales. Por eso, Michael Reeves sostiene que «leer a Lutero es como recibir una bofetada en la cara».1 El reformador alemán vivió la mayor parte de su vida con una sentencia de muerte sobre su cabeza y soportó repetidos ataques a su teología desde varios frentes. Llevó una vida acorde a las convicciones que defendía, convirtiéndose en la punta de lanza de la Reforma protestante.

A diferencia de Lutero, Juan Calvino tuvo la posibilidad de dedicarse más al estudio y la escritura, pero siempre en el contexto del ministerio pastoral. Al igual que Agustín, Calvino tenía la intención de dedicarse al estudio y la reflexión, pero su paso por Ginebra cambió todos sus planes. Allí, Guillermo Farel le aseguró que Dios maldeciría su retiro y la vida tranquila que buscaba si se negaba a brindarles ayuda para fortalecer la iglesia local en aquella ciudad. Así fue que Calvino respondió al llamado pastoral, al cual dedicó el resto de su vida en paralelo con su labor como teólogo y escritor.

Teología es aplicación

A la luz del ejemplo de estos hombres, cabe realizar una reflexión breve sobre lo que significa hacer teología. Puesto de manera sencilla, la teología es conocer a Dios.2 Esta definición tiene el valor de hacer más cercana a la teología, que suele ser vista como una actividad alejada de la vida cotidiana.

Conocer es una actividad personal, que involucra entrar en relación con un Dios personal, lo que trae implicaciones profundas a nuestras vidas. Por empezar, la vida eterna consiste en conocer a Dios y a Su hijo Jesucristo (Jn 17:3). Desde allí, el conocimiento continuo de Dios produce obediencia (Jn 14:21). Por lo tanto, es evidente que la teología, entendida como conocer a Dios, tiene efectos prácticos en los creyentes.

Toda reflexión teológica debe tener como objetivo el conocimiento y la obediencia de Dios, de modo que podamos vivir para Su gloria

Por otro lado, debemos reconocer el valor de una definición más «clásica» de la teología. John Frame la define como «la aplicación que las personas hacen de la Palabra al mundo y a todas las áreas de la vida humana».3 No es que las Escrituras sean inapropiadas para nuestras vidas y entonces necesitan de la reflexión teológica para estar completas. Lejos de eso. Las Escrituras son suficientes para el pueblo de Dios.

El trabajo de la teología consiste en recolectar las enseñanzas de la Biblia mediante un estudio disciplinado, para aplicarlas a nuestras vidas con el propósito de que podamos conocer a Dios y crecer espiritualmente. Esta tarea implica que el texto bíblico a veces será presentado de una manera diferente a como aparece en la Biblia (como la teología sistemática, que es temática), pero sin modificar su contenido.

Por eso Frame sostiene que la teología es aplicación: «No puedes entender la Biblia a menos que la uses y la apliques».4 Santiago lo expresa de esta manera: «te mostraré mi fe por mis obras» (Stg 2:18). 

Si la teología deja de aplicar las Escrituras a la vida, entonces corre el peligro no solo de desviarse y convertirse en divagación inútil, sino también de volverse en contra de la Palabra de Dios y ser peligrosa para la salud de la iglesia. Toda reflexión teológica debe tener como objetivo el conocimiento y la obediencia de Dios, de modo que podamos vivir para Su gloria.


1 Michael Reeves, Theologians You Should Know: An Introduction: Form the Apostolic Fathers to the 21st Century. (Wheaton: Crossway, 2016), 151.
2 John Frame, La salvación es del Señor: una introducción a la teología sistemática (Poiema Publicaciones, 2020), 138, Kindle.
3 Ibid, 150.
4 Ibid, 151.
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