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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Las luchas de los cristianos: Cómo afrontar con confianza las grandes dificultades (Publicaciones Andamio, 2020), por Vaughan Roberts.

Cada vez prestamos más atención a la dieta física para asegurarnos de que ingerimos las vitaminas adecuadas, las cinco piezas de fruta y vegetales al día. ¿Mostramos el mismo interés por la dieta espiritual? ¿Nos alimentamos de suficiente Escritura? Deberíamos hacer todo lo que esté en nuestras manos para unirnos a una iglesia donde la Biblia se enseñe con fidelidad y esforzarnos por participar tan regularmente como sea posible. También debemos aprovechar todas las oportunidades para estudiar la Biblia, sea a solas o en grupo. 

Sin la ayuda de Dios, la Biblia será un libro cerrado y muerto

Para algunos, el reto es aumentar la lectura de la Biblia. Para otros, el desafío es diferente. Algunos escuchamos muchos sermones, asistimos a grupos pequeños y apartamos tiempo para el estudio personal de la Biblia. Pero a veces es más un deber que un gozo y recibimos poco provecho espiritual. ¿Qué podemos hacer para contrarrestar esa sequedad y proporcionar vida al estudio de la palabra de Dios? Aquí propongo algunas sugerencias que me han ayudado. 

Ora siempre antes de empezar 

Sin la ayuda de Dios, la Biblia será un libro cerrado y muerto. Debo usar la llave de la oración para orar y pedirle a Dios por su Espíritu que abra sus tesoros y le dé vida. Cada vez que voy a la Escritura, sea a solas, en la iglesia o con otros, debo orar con el salmista: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de Tu ley” (Sal 119:18). Puede que el predicador de la iglesia y el líder del grupo pequeño no sean muy brillantes, pero, en lugar de quejarnos, debemos orar, tanto por su enseñanza como por nuestra recepción de la palabra. Dios no nos dejará con las manos vacías si acudimos a Su palabra con hambre en oración. 

Sigue una dieta variada 

Es mejor procurar una dieta bíblica variada que encerrarnos en la rutina. A veces, me resulta útil tomar apuntes cuando escucho sermones y la misma lectura personal de la Biblia me ayuda a concentrarme y recordar lo que he aprendido. Al cabo de un rato, puede convertirse en demasiado académico, así que dejo de escribir y empiezo a anotar solo las verdades o desafíos que me impactan. Ha habido períodos en que, quizá con un amigo, he memorizado un versículo a la semana. Dios sigue recordándome esos versículos que aprendí hace años para reprenderme o animarme cuando hace falta.

Cuando estudio la Escritura debo recordar que no solo me acerco a un texto que interpretar, sino a una persona con la que encontrarme

Si estás acostumbrado a leer pasajes cortos, ¿por qué no tratas de variar y estudiar una sección más larga? Quizás debas profundizar más y estudiar un comentario o hacer algún curso a distancia. O tal vez necesitas descansar del estudio diario y simplemente deleitarte con un pasaje familiar de Salmos o los Evangelios. 

Recuerda que la Biblia es un libro relacional 

Cuando estudio la Escritura debo recordar que no solo me acerco a un texto que interpretar, sino a una persona con la que encontrarme. Evidentemente, debo ir con cuidado para entenderlo, prestar atención al contexto y aplicar las reglas básicas de hermenéutica bíblica, pero no basta con eso. Debemos escuchar la advertencia de Jesús a los líderes religiosos judíos:

“Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí! Pero ustedes no quieren venir a Mí para que tengan esa vida” (Juan 5:39-40). 

La Biblia es, sobre todo, un libro relacional. Puede leerse como una carta de amor de Jesús. Cuando la abrimos, debemos preguntarnos: “¿Qué me quiere decir Jesús sobre sí mismo en este pasaje?”. 

Ponla en práctica 

Tanto el prudente como el insensato oyen la voz de Dios, pero Jesús dice que solo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca el que “oye estas palabras Mías y las pone en práctica”. Los otros, que oyen pero no obedecen, son como el insensato que construye su casa sobre la arena y “cayó, y grande fue su destrucción” (Mt 7:24-27). 

Debemos esforzarnos no solo por entender la Escritura, sino también por obedecerla

Jesús dijo: “Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos.” (Jn 14:15). Nuestra relación con Cristo no puede permanecer como un cálido resplandor del corazón; debe expresarse con la obediencia. Nos dice en su palabra cómo vivir de la forma en que le agrada. Si lo ignoramos u olvidamos lo que dice, nuestra relación con él se enfriará. 

Debemos esforzarnos no solo por entender la Escritura, sino también por obedecerla. Un líder de un grupo de estudio bíblico al que asistí siempre terminaba la reunión preguntando qué verdad o desafío extraíamos del pasaje para pedirle a Dios que nos ayudase a aplicarlo en nuestras vidas. Es una buena pregunta que hacerse cada vez que abramos la Biblia.


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