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Recuerdo haber ido durante la secundaria a un retiro de mi iglesia llamado “Discípulo ahora”. El foco de este retiro fue la abstinencia sexual. Yo respetaba a mi líder de jóvenes y sabía que él me amaba, así que cuando él comenzó a diseñar la ética de la sexualidad cristiana, yo le creí. Él dijo: “Nada de sexo antes del matrimonio”. Yo iba a esperar. Él dijo: “No pornografía”. Yo iba a tratar de evitarla. Él dijo: “No mirar a la chica con el cuerpo voluptuoso y no pensamientos sexuales”. Yo iba a dar mi mejor esfuerzo. La confianza y la credibilidad de mi líder de jóvenes jugaron un papel importante en mi intento de vivir dentro de los parámetros bíblicos para la sexualidad.

Pero luego de dos días después del retiro, me di cuenta. Tengo 15 años. Las estadísticas dicen que faltan por lo menos 10 años para casarme. Soy una bola llena de furia de hormonas adolescentes. Los próximos 10 años van a ser una temporada miserable de restricción sexual. Por otra parte, si tengo suerte, puedo tener éxito durante una semana viviendo estos estándares.

‪Me sentía miserable. Sin duda, muchos jóvenes cristianos experimentan sentimientos similares de desesperación cuando evalúan la carretera desafiante ante ellos en la obediencia a las normas de Dios para la sexualidad.

El contexto más amplio

Cuando las iglesias dirigen clases relacionadas con la educación sexual, el sexo a menudo se presenta como una categoría aparte. La conversación gira en torno a la enseñanza de las normas bíblicas sobre la sexualidad, con énfasis en esperar hasta el matrimonio. Luego se presentan las consecuencias de violar la ley de Dios. Algunos también darían algo de anatomía. Finalmente llega el inevitable debate: “¿Qué tanto se puede hacer sin cruzar la raya?”. La esperanza generalmente llega al hablar de los placeres del sexo dentro del matrimonio.

Todos estos son detalles valiosos para ayudar a los jóvenes a adoptar un enfoque cristiano saludable de la sexualidad. Sin embargo, también hay que explicar cómo el sexo encaja en el contexto más amplio de la teología bíblica. De lo contrario, estamos guiando a los jóvenes al fracaso, la frustración y la desesperación.

El sexo es solo una pequeña pieza de una clasificación más amplia de la intimidad en la relación, tanto con Dios como con el hombre. Génesis 2:24 y Mateo 19:5 dicen que un hombre y una mujer se convierten en “una sola carne” a través del sexo en el matrimonio. Pablo se hace eco de este concepto en 1 Corintios 6:16 cuando dice que un hombre que tiene relaciones sexuales con una prostituta se une a esa mujer. La Biblia habla de sexo con el lenguaje de la intimidad, retratado como una manera en la que el esposo y la esposa se conectan poderosamente.

El deseo más profundo

No ayudamos a los jóvenes cuando elevamos el sexo por encima de otras formas de intimidad, y fallamos al colocarlo dentro de la categoría más amplia de la intimidad relacional. Podemos pensar que los adolescentes que escuchan cuán grandioso será el sexo en el matrimonio quedarán entusiasmados acerca de su día de boda. En realidad, se sienten frustrados y confundidos acerca de cómo lidiar con su profunda necesidad de conexión aquí y ahora.

A menudo malinterpretamos el sexo adolescente (y humano) como nada más que una necesidad biológica de liberación. Tendemos a creer que los adolescentes piensan en el sexo todo el tiempo, simplemente por el embate de las hormonas que se encuentran en la adolescencia. Pero debajo de estas realidades fisiológicas reside un deseo profundo, un deseo humano por conexión.

Los adolescentes, al igual que cualquier otra persona, luchan con la soledad y el aislamiento, y desean la comunión íntima. Debemos afirmar su deseo sexual como un reflejo de sus anhelos más profundos de intimidad con Dios y con los demás. Cuando no somos capaces de ayudar a los jóvenes a comprender cómo el sexo se ajusta dentro de la categoría más amplia, no hacemos nada para ayudar a aliviar estos anhelos.

¿Qué pasa con los jóvenes que nunca se casarán? ¿Qué pasa con los jóvenes que experimentan atracción por el mismo sexo y quieren seguir el celibato? Al elevar el sexo marital y al no contextualizarlo correctamente, le sugerimos que su lucha con la soledad y anhelos de conexión nunca serán satisfechas.

Intimidad extrema

La Biblia expresa diversas formas de intimidad, tanto en las relaciones humanas y divinas. Jonatán y David compartieron una profunda comunión en su amistad a lo largo de 1 Samuel. Pablo expresó un vínculo íntimo, forjado a través del servicio del ministerio, con numerosas personas en las iglesias a las que él escribió sus cartas. Él alentó un amable y desinteresado afecto en Romanos 16:16. Las relaciones en la iglesia en Hechos eran tan cercanas hasta el punto de atraer a los no cristianos en su comunidad. La conexión es muy fuerte en todos estos ejemplos, y el sexo no está involucrado.

Sin embargo, no existe  comunión más profunda que la que disfrutamos en nuestra unión con Cristo. El Señor ofrece varias maneras de disfrutar de esta unidad con Dios, incluyendo la oración, la adoración, el estudio bíblico, y los sacramentos. Los que han probado la dulzura de la conexión profunda con el Señor afirmarán que la comunión con Dios es la más satisfactoria intimidad.

Ofrécele a la juventud esta perspectiva de esperanza centrada en Dios: su deseo sexual es realmente un deseo de conexión profundo con Dios y la gente. No tienes que esperar hasta el matrimonio para experimentar y disfrutar de la intimidad. Está disponible para ti aquí y ahora en tu relación con Cristo y por medio de amistades profundas. Tal vez el sexo será una de las muchas formas en las que disfrutarás de la intimidad en algún momento de tu vida. Sin embargo, el sexo es solo una manera. Existen mejores opciones antes e incluso después del matrimonio.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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