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Esta semana, investigaciones periodísticas publicadas en The New York Times, The Observer, y otras publicaciones revelaron que la consultora Cambridge Analytica adquirió información de 50 millones de usuarios de Facebook para manipularlos psicológicamente en procesos políticos.

Estos procesos han incluido las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en el 2016, y el Brexit en el continente europeo.

La noticia hizo que el valor de Facebook cayese $37,000 millones de dólares en 24 horas, y que tanto EE.UU. como Reino Unido iniciaran investigaciones a la red social. Mark Zuckerberg, fundador y director ejecutivo de Facebook, fue citado a declarar ante el Parlamento Británico y también ante el Congreso de EE.UU.

Mientras tanto, millones de usuarios de las redes sociales se cuestionan cómo debemos usarlas y hasta qué punto deberíamos proteger nuestra privacidad.

¿Cómo ocurrió todo esto?

En el 2013, el profesor Aleksandr Kogan, de la Universidad de Cambridge, desarrolló un test de personalidad en forma de aplicación en Facebook. Más de 270,000 personas realizaron este test, que requería permiso para acceder a tu información personal. Esta prueba también adquirió la información de todos los amigos de las personas que hicieron la prueba. De esta manera, Kogan obtuvo información de 50 millones de personas en cuestión de días: actualizaciones de estado, intereses, comentarios públicos, “me gusta”, etc.

Cambridge Analytica, una empresa especializada en el desarrollo de campañas para marcas y políticos, compró esta información, y la utilizó para inferir perfiles psicológicos de cada usuario y buscar cambiar la forma de pensar de ellos de diversas formas. Las tácticas incluyeron el desarrollo de noticias falsas dirigidas a esas personas a fin de fomentar una desconfianza en otros medios, según Christopher Wylie, científico de datos y exempleado de la empresa.

La compañía aseguró que borró los datos que adquirió de Kogan cuando supo cómo los había recopilado. Mientras tanto, Wylie afirma que no los borró.

Tus datos e intereses personales son el activo más valioso que Facebook posee, y que también poseen las apps a las que das acceso a tu información.

Según las investigaciones periodísticas, Cambridge Analytica trabajó en influir en los resultados del Brexit y las últimas elecciones presidenciales en los EE.UU. De hecho, Steve Bannon, quien dirigió la campaña Trump en agosto de 2016, y quien luego fue estratega en la Casa Blanca, era vicepresidente y secretario de Cambridge Analytica hasta iniciar su trabajo político.

Además, capturaron en vídeo con cámara oculta a los ejecutivos de la firma hablando de su trabajo en otros países. “Lo hemos hecho en México, lo hemos hecho en Malasia y ahora nos estamos moviendo en Brasil, China, Australia”, afirma en un vídeo Mark Turnbull, ejecutivo en la compañía.

Añadido a esto, Alexander Nix, CEO de la empresa, sugirió a un periodista encubierto (que grabó la conversación en vídeo) que Cambridge Analytica ofrece tácticas para desacreditar a políticos, las cuáles incluyen el uso de prostitutas. Cambridge Analytica despidió a Nix y afirmó que sus comentarios no representan a la compañía.

“Mi opinión es que básicamente soy usado como chivo expiatorio tanto por Facebook como por Cambridge Analytica. Honestamente, pensamos que estábamos haciendo algo que era realmente normal… Lo que [Cambridge Analytica] me comunicó con fuerza es que miles y tal vez decenas de miles de aplicaciones estaban haciendo exactamente lo mismo. Y este fue un caso de uso bastante normal de los datos de Facebook”, expresó el creador de la aplicación en cuestión.

¿Cuál ha sido el rol de Facebook en todo esto?

Facebook afirmó que, si bien Cambridge Analytica adquirió la información de manera legal, Kogan “mintió” a la red a Facebook y violó sus políticas al transferir datos que recopiló de los usuarios. De hecho, Facebook aplicó un baneo a la aplicación de Kogan en el 2015 y le ordenó destruir toda la información que hubiese recopilado. Sin embargo, Facebook no hizo público nada de esta información hasta que diversas publicaciones forzaron su mano. Además, Facebook ya había realizado experimentos con los estados de ánimo de sus usuarios, cambiando sus mecanismos para mostrar noticias negativas a cientos de miles de personas y ver si afectaba su estado de ánimo.

Lo que pareciera una pesadilla de ciencia ficción es ahora una realidad de cada día, y nosotros rendimos voluntariamente nuestra privacidad cada vez que hacemos clic.

Todo esto se añade a las preocupaciones sobre la privacidad en Facebook que existen desde hace casi una década. “Si alguna vez necesitas información sobre alguien en Harvard, solo pídemela. Tengo… emails, fotos, direcciones… La gente simplemente me la da. No sé por qué. Ellos ‘confían en mí’”, dijo Mark Zuckerberg, en uno de los primeros días de Facebook. En aquel momento, él estaba hablando de 4000 personas en Harvard, hoy serían más de 2,200 millones en todo el mundo. Con toda probabilidad, eso te incluye a ti.

Lo que significa para ti y para mí

“Es el tiempo. #BorraFacebook”, publicó en un tweet Brian Acton, co-fundador de Whatsapp, una compañía de Facebook. ¿Deben los cristianos reaccionar de la misma manera? La respuesta a esta pregunta puede ser amplia y debatible. Mucho depende de qué clase de información compartas en las redes sociales, y de qué tan consciente estás de los beneficios reales y el costo de permanecer en ellas.

Sin embargo, esto nos conduce a entender lo que debería ser obvio para todas las personas desde el principio: en las redes sociales gratuitas para los usuarios (como Facebook), el producto principal somos nosotros, a quienes las marcas y compañías pueden dirigir publicidad e información segmentada. Tus datos e intereses personales son el activo más valioso que Facebook posee, y que también poseen las apps a las que das acceso a tu información.

Las personas comunes y corrientes en la web como nosotros no sabemos con precisión quiénes poseen nuestra información. A través del buscador, de Google Maps o Waze, o de Whatsapp, Instagram, y tantos otros medios, cada vez más parece evidente que tanto Facebook como Google como solo Dios sabe cuántas otras compañías tienen un perfil detallado de quiénes somos, qué nos gusta, qué lugares visitamos y en qué momento lo hacemos. Lo que pareciera una pesadilla de ciencia ficción es ahora una realidad de cada día, y nosotros rendimos voluntariamente nuestra privacidad cada vez que hacemos clic.

No podemos bajar nuestra guardia mental y espiritual al usar las redes sociales.

Necesitamos reconocer que, con frecuencia, cuando cedemos información a una app o red social, estamos permitiendo la posibilidad de que nos presenten cierta clase específica de publicidad o información que puede influir en nuestro pensamiento, y de esa manera influir en nuestros futuros. En otras palabras, el costo de usar incontables apps y estar en Facebook es más que simplemente ceder información: Se trata de permitir también que la usen para venderte productos e ideas, verídicas o no.

Eso hace imperante el que busquemos cumplir el mandato de la Escritura de llevar todo pensamiento cautivo a la sumisión de Cristo (2 Corintios 10:5). No podemos bajar nuestra guardia mental y espiritual al usar las redes sociales. No solo debemos guardarnos de la pornografía o la violencia: debemos guardar nuestro corazón al ver fotos de nuestros amigos, noticias de nuestros intereses, o los estados de nuestros familiares.

La falta de privacidad real al usar las redes sociales nos recuerda la ilusión del anonimato. Los cristianos sabemos que no hay cosa oculta a la vista de Aquel que juzga toda las cosas (Hebreos 4:13). Por el sacrificio de Cristo, ese pensamiento no nos aterroriza porque Él nos mira con gracia, y nos da poder para vivir vidas piadosas. Pero Facebook no es como Dios. Facebook no tiene nuestro bien como su interés: es una compañía, y su deseo es ganar dinero. Por lo tanto, ver que nuestras acciones, tanto físicas como virtuales, están siendo observadas, debe llevarnos a vivir vidas más sobrias.

Como iglesia, es necesario que estemos conscientes de estos nuevos tiempos que vivimos. Este escándalo de Facebook y Cambridge Analytica, y las posibilidades que nos presenta, son un recordatorio a buscar discernimiento y sabiduría, mientras buscamos ser buenos mayordomos de las tecnologías que el Señor nos conceda usar en nuestros días.


Imagen: Lightstock.
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