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Desde niña siempre me gustó la medicina. Mis juegos de pequeña eran inyectar plantas y hacer experimentos. Así que cuando tuve mi primer contacto con la obstetricia y la ginecología, me enamoré de estas áreas de la medicina. Las vi como una hermosa herramienta para servir a Dios y a las personas, especialmente a mujeres en momentos de fragilidad.

Hoy más que nunca puedo ver el valor de estas ramas de la medicina. Lo veo al considerar no solo el servicio que podemos darle a las personas hechas a imagen de Dios, sino también al considerar los tiempos turbulentos en los que vivimos frente a una revolución sexual en nuestros países.

La necesidad de la ginecología hoy

La ginecología y la obstetricia son ramas importantes en la medicina porque mantienen y estudian las bases científicas de muchos asuntos morales que están siendo desvirtuados y malversados en estos días.

Hoy muchas voces se han levantado contra la Palabra de Dios y la verdad científica, y buscan negar realidades como el hecho de que la vida inicia en la concepción; que un ser humano es un ser humano no importa las semanas, meses, o años de vida que tenga; y que debe respetarse toda vida. También se ha buscado negar el hecho de que somos hombres o mujeres genética, biológica, física, y hormonalmente desde la concepción, y ocultar los daños físicos y psicológicos que existen en los “cambios de sexo”.

Las personas necesitan ver el amor de Cristo en nuestra profesión.

Muchas familias viven las consecuencias de una educación sexual desvirtuada. Uniendo todo esto al auge del feminismo, y su menosprecio a una etapa tan sensible y bella como el embarazo, es evidente la necesidad de que las ginecólogas creyentes sean intencionales en buscar usar sus conocimientos y dones para exaltar la verdad de Dios.

Exaltar a Dios en la ginecología

Las personas necesitan ver el amor de Cristo en nuestra profesión. En particular, el ginecólogo-obstetra es un médico personal e íntimo, que puede presentar a Cristo a otros al darle un trato excelente a sus pacientes y al hablar siempre la verdad.

Esto no siempre es fácil. En mi experiencia, he tenido que lidiar por mis convicciones cristianas con profesionales con más prestigio y experiencia que yo que sostienen posturas contrarias a la Biblia en temas morales como el aborto, la eutanasia, la educación sexual, y la homosexualidad. También tengo el reto de modelar lo que enseño al buscar tener siempre a mi familia por encima de mi profesión, al abrazar una feminidad bíblica fuera del hogar, y al procurar un buen equilibrio en cuanto al hogar, matrimonio, crianza, ministerio, y trabajo. Somos llamados a tener a Cristo sobre todas las cosas, cueste lo que cueste (Col. 3:23-24).

Pero todo esto tiene valor para el Señor. Podemos decir que nuestro trabajo es un canal que Dios usa para bendecir a muchas mujeres en el proceso de embarazo y del parto. También nos brinda la oportunidad de participar en debates públicos a favor de la vida y en contra de la ideología de género, además de compartir nuestro testimonio a familias y mujeres que acuden a nosotros en etapas muy especiales de la vida.

Nuestro trabajo es un canal que Dios usa para bendecir a muchas mujeres en el proceso de embarazo y del parto.

Pensando en todo esto, en cómo una ginecóloga cristiana puede ser usada por Dios, déjame compartir unos consejos finales contigo.

Consejos para la ginecóloga cristiana

  1. Ten a tu familia por encima de tu trabajo. Las ginecólogas somos constantemente bombardeadas como mujeres con las preguntas: “¿Dónde laboras? ¿Y donde más trabajas?”. En un ambiente tan competitivo, necesitamos recordar que nuestro rol principal por encima del trabajo es ser de ayuda idónea a nuestros esposos, pastorear el corazón de nuestros hijos, y cuidar nuestro hogar. No dejes que tu trabajo compita con eso.
  2. No pierdas la sensibilidad y la empatía. En estos tiempos, muchos médicos han hecho de la medicina un simple negocio para lucrar. A menudo ven a las personas como solo “un paciente más”. Nunca olvides que cada paciente es una persona hecha a imagen de Dios, con sueños, aspiraciones, dones, y con muchas necesidades. Probablemente, la principal necesidad de tu paciente hoy sea conocer a Cristo. Recuerda que la medicina es una vocación de servicio que muestra a otros la gloria de Dios por medio de nuestro trabajo.
  3. Prepárate para trabajar con excelencia. Vivimos en un mundo donde, para que nuestras opiniones sean escuchadas, debes tener un título que dé peso a lo que dices. Esa es una de las razones por las que es importante mantenernos en preparación constante si queremos ser influyentes en nuestras vocaciones para la honra del Señor. Busca ser excelente, no para tu gloria sino para la de Él (1 Co. 10:31).
  4. Depende constantemente del Señor. En cada caso, por sencillo que parezca, desde el parto más simple hasta la cirugía más complicada, pide sabiduría a Dios (Pr. 3:5-7). Necesitamos de Él para dar fruto que lo honre en nuestros trabajos y cada área de nuestras vidas (Jn. 15:5).

Nunca olvidemos que por la gracia del evangelio nuestra vocación puede ser usada para la expansión del reino de Dios. Oremos que Él nos conceda ser ginecólogas que lo exalten siempre.

Imagen: Lightstock. 
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