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El problema con las películas cristianas

Nota del editor: 

No estamos buscando ser negativos por ser negativos, o criticar por criticar, y es nuestra oración que cada vez más cristianos se levanten en todas las áreas de la vida, cumpliendo con su lugar de ser sal y luz. Sin embargo, ciertamente hay mucho que hacer en cuanto al “cine cristiano”, particularmente en cuanto a la honestidad y la integridad de lo que actualmente se está produciendo.

Este último año ha sido el año de las películas cristianas. Hemos visto una explosión de películas con temáticas cristianas o producidas por cristianos, cada una al parecer más exitosa financieramente que la anterior. En las palabras de Scott Mendelson, analista en éxitos de taquilla para Forbes.com, “Creo que podemos decir con certeza que 2014 es el año en el que las películas religiosas con temáticas cristianas oficialmente sobrepasaron la audiencia de películas de súper héroe. No sé si es algo bueno o algo malo, pero definitivamente es algo”.

Y de esta manera parece que este es tan buen momento como cualquier otro para evaluar: en su actual estado, ¿es este diluvio de películas cristianas una buena tendencia?

Mi respuesta es simple: no. Sé que puede parecer algo mezquino acosar las películas cristianas, pero ellas se han convertido en una representación importante del cristianismo. Cada conversación que tengo con una persona no creyente requiere tratar con su percepción de mí como cristiano. Dejando a un lado la cuestión de la representación, los problemas en las películas cristianas deben ser discutidos porque no estamos hablando solo de cuestiones de técnica o preferencias estilísticas. Son problemas de integridad.

Actualmente hay dos problemas principales con las películas cristianas: (1) son intrínsecamente deshonestas y/o (2) se ocupan principalmente de lo que C.S. Lewis llamaba “edificación egoísta de castillos”. Una nota: discutir ambos asuntos me requerirá generalizar acerca de las películas cristianas en su gran mayoría, aunque habrán (espero) algunas excepciones. Pero creo que las tendencias discutidas aquí son evidentemente ciertas para una gran mayoría dentro del género de las películas cristianas.

1. Las películas cristianas a menudo son intrínsecamente deshonestas

A lo largo de los últimos años, muchas películas financiadas por iglesias han presentado confrontaciones evangelísticas explícitas. Por lo general, cerca del clímax de la película presentan a un personaje explicándole a otro cómo él/ella es un pecador que necesita a Jesús. El resultado de esto es usualmente una conversión. Todo el mundo sabe que esta escena se dirige a los no cristianos de la audiencia; es la secuencia de la “llamada al altar” en medio de la película, y frecuentemente se muestra una predicación en la pantalla.

El problema es la sensación de tender una trampa. Por una parte estamos diciendo: “Hey, sabemos que te gusta el arte, ¡acá está nuestro arte!”. y luego “Posdata: ahora que te tenemos en el cine, queremos convertirte”. Aunque las escenas puedan lucir muy poderosas, se asemejan más a una intervención y confrontación personal.

Si queremos llevar este problema un paso más allá, vale la pena señalar que las películas simplemente no son buenas portadoras para proponer ideas complejas. Piense en la última película con una “gran idea” que haya visto. ¿Qué tan explícitamente hablaba ella de esas ideas? Ver The Matrix no me hizo un experto en la filosofía de Jean Baudrillard, y, si lo hubiera hecho, habría sido una película horrible. Los hermanos Wachowski entendieron que la función principal de una película es entretener y, a lo sumo, provocar un pensamiento incipiente. Para funcionar como película, The Matrix no tenía más remedio que reducir sus grandilocuentes ideas a algunas frases simples. Si nosotros, por el otro lado, tratamos de empaquetar las proposiciones de nuestras verdades más importantes (usualmente explicadas en sermones de 40 minutos), en una película, vamos a hacer una de dos cosas: o una mala película o un mensaje diluido. Probablemente ambas cosas.

Las películas con temas cristianos que han funcionado (El Árbol de la Vida, El Señor de los Anillos, Carrozas de Fuego) han comprendido que no pueden sustituir ni a la iglesia ni al apologista. Sus realizadores simplemente trataron de hacer buenas películas que reflejaran la verdad del mundo que les rodea (aunque Carrozas de Fuego y El Árbol de la Vida contienen algo de predicación, la predicación se emplea con mucho tacto y no contiene suficiente información para convertirnos). Uno no puede dejar de preguntarse si muchas de las escenas de conversión son incluidas solo como justificación de la participación de la iglesia en el cine, lo que solo comunica con mayor énfasis que no estamos haciendo películas por el amor al arte.

Pero, ¿qué pasa si alguien se convierte por estas películas?

En primer lugar, si usted se está haciendo esta pregunta, usted ha demostrado mi punto, que las escenas de evangelismo se dirigen principalmente a la audiencia y no son parte integral de la historia.

En segundo lugar, el fin no justifica los medios. En las palabras de uno de mis amigos pastores, “si alguien viene a Cristo a través de mi terrible sermón, alabo a Dios por su gracia y lloro por mi terrible sermón”. La idea de que una conversión valida incluso los peores medios puede ser utilizada para justificar todo tipo de males.

Si usamos estas películas cristianas como medios de entrega para las proposiciones de nuestras verdades más importantes, solo estamos cediendo ante esa tendencia desafortunada de nuestra cultura de entregar sus más importantes discursos a través de los medios de entretenimiento.

2. Las películas cristianas a menudo se preocupan con la edificación de castillos

C. S. Lewis presentó su concepto de “edificación egoísta de castillos” en su libro “Un experimento en la crítica”. El concepto es simple: la edificación egoísta de castillos se produce cuando una persona se proyecta a sí misma “sobre el personaje más envidiable o más admirable del libro… [por lo tanto] la lectura lo saca de sí mismo, le permite hacer uso de una auto complacencia que ya utiliza demasiado, y le lleva a darle la espalda a aquellas cosas que son más valiosas tanto en los libros como en la vida”. Lewis estaba hablando de los lectores, pero funciona para los espectadores también. Están tan impulsados y tan deseosos de que la realidad de este mundo sea cierta que “[ellos] no se oponen a la psicología monstruosa y a las coincidencias absurdas”. Un ejemplo fácil y extremo sería la próxima adaptación de la película de 50 Sombras de Grey, una historia que invita a las mujeres a fantasear mediante las hazañas de la protagonista Anastasia Steele.

La mayoría de las películas cristianas caen en la misma categoría fantasiosa. Toman lugar en un mundo similar al nuestro, y sin embargo, este es un “mundo real” en el que estudiantes de primer año de universidad pueden derrotar a profesores universitarios en un debate (Dios no está muerto) y donde los tele-evangelistas son lo suficientemente importantes para el proceso político que son incriminados y acorralados (Perseguido). Estas películas tienen el propósito de asegurarnos que nuestra visión del mundo es la correcta. Son fantasías evangélicas.

RottenTomatoes.com, un sitio web que promedia todos los puntajes de los críticos de los EEUU, acaba de calificar “Perseguido” como la película peor calificada del verano. Si estamos tratando de evangelizar, el hecho de que la mayorpia de películas con temática cristiana sean despedazadas por los críticos no cristianos se convierte en un problema. Por el contrario, si lo que realmente queremos es ver nuestras fantasías validadas en la pantalla, entonces calificaremos a estas malas críticas como “persecución”.

Algunos pueden argumentar que es bueno que Hollywood nos oiga. Deben reconocer la audiencia cristiana. Pero el único mensaje que hemos enviado hasta ahora es que estamos satisfechos con películas baratas y mal recibidas por la crítica. Cuanto más colmemos los cines para estas películas, más de ellas vamos a conseguir.

Es momento de reconsiderar

Ciertamente, hay formas de hacer películas honestas, cristianas y profundas. ¿Qué tal si “Perseguido” fuera sobre un pastor que antes era un miembro poderoso de un partido, pero que acepta finalmente que su influencia va disminuyendo?

¿Y si “Dios no está muerto” fuera sobre la lucha interna de un cristiano con el hecho de que él conociera ateos más inteligentes y más éticos que él mismo?

De pronto tendríamos la oportunidad de decir algo vulnerable, honesto y profundo. Pero mientras las películas cristianas estén motivadas por un deseo de atrapar a las personas con el fin de escuchar una presentación del evangelio, o como un consuelo por haber perdido la guerra cultural, estas no llegaran a la última escena.


Este articuo fue publicado originalmente el 18 de agosto 2014 para The Gospel Coalition. Traducido por Carlos Chacón.
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