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Poco después de que Arianny y yo nos comprometimos, Dios puso en nuestros corazones desarrollar la disciplina de leer juntos. Este hábito nos ha servido para aprender más sobre el Señor y conocernos más como matrimonio.

Recientemente leímos El significado del matrimonio, escrito por Timothy y Kathy Keller. Este excelente libro nos llevó a reflexionar profundamente sobre el matrimonio a la luz del evangelio. Aquí hay cinco cosas, de entre muchas, que este recurso nos enseña y recuerda:

1. En el matrimonio amarás a una persona desconocida.

Es posible que conozcas muy bien a tu pareja antes de casarte; debemos ser sabios al escoger con quien compartir nuestras vidas. Sin embargo, es inevitable que durante el matrimonio ambas personas cambien. Y tal vez lo harán de maneras que no consideramos antes de casarnos.

“De lo que no cabe duda, desde luego, es que el matrimonio nos transforma, al igual que lo hace tener hijos, los cambios en el trabajo y el paso del tiempo. El matrimonio, además, hace que se manifiesten rasgos de carácter y de personalidad que ni nosotros mismos sabíamos que existieran. Pero ahora se han hecho patentes tanto para ti como también para tu cónyuge” (p. 149-150).

Esto nos debe llevar a confiar en la gracia de Dios para poder trabajar juntos como pareja a través de los cambios que experimentemos en el matrimonio; no debemos apoyarnos en nuestro conocimiento defectuoso de nosotros mismos y de nuestro cónyuge.

2. El Espíritu Santo provee la fuerza para el matrimonio.

La Biblia nos muestra que somos más pecadores de lo que creemos (cp. Rom. 3:9-18). En nosotros hay muchas actitudes que pueden estropear relaciones. Por eso es consolador saber que Dios nos ha dado su Espíritu para hacernos más humildes y menos centrados en nosotros mismos. Solo así podemos tener matrimonios que en verdad honren al Señor.

Basándose en Efesios 5:21, Tim Keller explica:

“La marca distintiva de la plenitud en el Espíritu es… la ausencia de orgullo y renuncia al propio interés, lo que lleva a querer servir a los demás con humildad y deferencia… El ministerio del Espíritu en nuestra vida es lo único que va a prepararnos de forma adecuada para poder hacer frente a los retos del matrimonio. Y únicamente estando llenos del Espíritu dispondremos de los recursos necesarios para cumplir con el deber de servir y ser de ayuda a nuestra pareja” (p. 55,58).

3. Todo matrimonio necesita comprender el evangelio.

Si el propósito del matrimonio es reflejar el evangelio, como enseña Efesios 5:22-33, entonces “el matrimonio exclusivamente ‘funcionaría’ en la medida en que nos aproximara al modelo del amor en la entrega de Dios en Cristo” (p. 50).

Esto suena obvio para muchos cristianos. Pero, ¿en verdad estamos profundizando en el evangelio para comprenderlo más? Necesitamos entender que nuestra teología afecta nuestra forma de vida.

“¿Qué es entonces necesario para que el matrimonio funcione? Conocer, desde luego, su secreto; esto es, su íntima relación con el evangelio, y cómo este ofrece poder y ejemplo para la relación marital. Así, la experiencia del matrimonio pondrá en relieve la belleza y la profundidad del evangelio, fomentando con ello una plena confianza por parte nuestra. Pero eso no es todo. La mejor y más amplia comprensión del evangelio nos ayudará a experimentar en mayor profundidad la relación de pareja según vayan pasando los años” (p. 51-52).

4. Los solteros también necesitan entender el matrimonio.

Si los casados o comprometidos necesitan entender mejor el evangelio y así comprender mejor el matrimonio, los solteros también.

“[L]os solteros no pueden vivir adecuadamente como tales a menos que tengan una información equilibrada y adecuada sobre el matrimonio y su sentido. Carecer de esa información supondrá desear de forma desproporcionada el estar casado o, por el contrario, desestimarlo como algo no válido, lo que resulta en ambos casos una visión distorsionada que puede pasar factura” (p. 217).

Esto me ha hecho pensar en lo mucho que en nuestra cultura latina podemos presionar a los solteros para que se casen, como si el matrimonio fuese indispensable para vivir con plenitud. Como iglesia, necesitamos tener una mejor comprensión de estos temas. Keller nos ofrece mucha ayuda en las páginas de este libro.

5. Dios puede unir a un matrimonio como nada más.

En un matrimonio cristiano, todo cónyuge debe ser el mejor amigo de su cónyuge. Ambos deberían buscar tener plena confianza y gozo en la compañía mutua, mostrándose gracia, para así ayudarse en su crecimiento a imagen de Cristo.

La amistad es clave en el matrimonio, y “mientras el amor erótico puede representarse como dos personas que se miran entre sí, la amistad es como dos personas situadas una junto a la otra contemplando el mismo objeto y sintiéndose igualmente estimuladas” (p. 124-125).

Keller nos muestra que Cristo y su obra es lo más grandioso en lo que la pareja puede tener su mirada, a medida que la amistad entre ellos se profundiza.

“El matrimonio visto así conlleva una mutua y sincera confesión: ‘Veo tus fallos, tus puntos débiles y lo mucho que tendrás que cambiar. Pero por encima de todo ello, veo también a la persona que Dios quiere que llegues a ser’” (p. 135).

La gracia de Dios en el matrimonio es suficiente para sostenernos en los momentos difíciles, darle sentido a los momentos alegres, perfeccionarnos a la imagen de Cristo, y guiarnos para amar a nuestra pareja cada día más.


Imagen: Lightstock
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