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A. W. Tozer dijo que lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es lo más importante sobre nosotros. En mi opinión, si quieres cultivar un mejor pensamiento sobre Dios, no hay mejor lugar para empezar que el relato de la creación en Génesis. Un estudioso lo dijo de esta manera: «Si tuviéramos una Biblia sin el Génesis, tendríamos un “castillo de naipes” sin cimientos ni estructura. No podemos asegurar el fruto continuo de nuestra herencia espiritual si no damos lugar a sus raíces».

El Génesis —en concreto, el relato de la creación— nos ayuda a entender cómo se nos revela Dios a lo largo del resto de nuestras Biblias. Estas son cuatro realidades importantes que nos enseña ese pasaje.

1. La creación revela a un Dios que no es como nosotros.

La Biblia revela en el principio a un Dios que no es un ser creado, un producto de nuestra imaginación o una muleta temporal que inventamos en tiempos difíciles. El Génesis revela a un Dios todopoderoso, sin principio ni fin, que es distinto de Su creación, que creó algo de la nada. Me reconforta saber que hay un Dios que está por encima del desorden y que conduce la historia hacia una conclusión. Me reconforta saber que alguien que no soy yo está a cargo, que no soy el dueño de mi destino, ni el capitán de mi alma.

A veces nos comportamos como si quisiéramos un Dios que podamos reducir a nuestra medida, un Dios que pase por alto nuestros defectos y bendiga nuestras indiscreciones. Queremos un Dios al que podamos dar forma y cambiar. Pero ¿es esto lo que realmente queremos? ¿Un Dios limitado por nuestras limitaciones, un Dios sometido a nuestros miedos y cautivo de nuestros caprichos? Cuando susurramos oraciones desesperadas en la noche, cuando suplicamos a Dios junto a la cama de un ser querido, cuando oramos por nuestros hijos, estamos orando a un Dios que necesitamos que sea grande, un Dios en el que podemos confiar en que maneja el mundo que no podemos controlar. En el fondo de nuestras almas, no queremos los dioses baratos de plástico de nuestra época, sino un Dios todopoderoso que es más grande que los problemas que enfrentamos y que puede vencer las cosas que nos acechan.

Génesis describe a un Dios que no se limitó a crear el mundo y dejarlo solo, sino que quiere darse a conocer

2. La creación revela a un Dios de orden y belleza.

Con mucha frecuencia leemos Génesis como un diccionario didáctico en lugar de dar un paso atrás y contemplar el modo en que Dios ha ordenado el mundo. Sandra Richter (siguiendo a muchos estudiosos del Antiguo Testamento) observa los paralelos intencionados de forma y relleno en los días de la creación:

  • Día y noche (día 1) con el sol y la luna para llenarlos y gobernarlos (día 4).
  • Aguas arriba y abajo (día 2) con aves y peces para llenarlos y gobernarlos (día 5).
  • Tierra y vegetación (día 3) con mamíferos terrestres para llenarlos y gobernarlos (día 6).

Sobre las tres esferas de la creación gobiernan las criaturas humanas singulares de Dios, creadas a Su imagen y semejanza (Gn 1:26). Pero en última instancia, los humanos gobiernan bajo el dominio de Dios, que ocupa el séptimo día y reposa. El objetivo de este esquema es mostrarnos que Dios no es un Dios de caos o división, sino un Dios de belleza, unidad y orden.

3. La creación revela a un Dios que es personal.

Génesis describe a un Dios que no se limitó a crear el mundo y dejarlo solo, sino que quiere darse a conocer. Dios no está distante. Él habla. Es un Creador que hizo a las personas para que tuvieran comunión con Él. Podemos verle caminando en perfecta comunión con Adán y Eva, y finalmente se nos revela en la persona de Jesús.

Hay un Dios que proclama: «Y los que me buscan con diligencia me hallarán» (Pr 8:17). Es un Padre que envió a Su Hijo a ser rechazado y resucitado en una cruz romana para que pudiéramos reconciliarnos con Aquel que nos hizo. Con suavidad y ternura, nos recuerda el autor del himno, Jesús te llama.

Este es el objetivo fundamental del estudio de Génesis: ayudarte a conocer y a ser conocido por Dios, a despertar en tu corazón el afecto por Aquel que te hizo. En un mundo enloquecido, podemos saber y ver que Dios «es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Sal 46:1).

Este es el objetivo fundamental del estudio de Génesis: ayudarte a conocer y a ser conocido por Dios, a despertar en tu corazón el afecto por Aquel que te hizo

4. La creación revela un Dios del principio y del fin.

Al profeta Isaías, Dios le declara: «Yo hago algo nuevo» (Is 43:19). Génesis no solo nos cuenta cómo empezó el mundo, sino que también señala cómo acabará el mundo. Al abrir las primeras páginas de nuestras Biblias, debemos creer que el Dios de la creación es también el Dios de la nueva creación.

Entender el Génesis de esta manera nos ayuda a ver que algunos de los rasgos más conocidos del Edén aparecen en el resto de las Escrituras. Veamos algunos ejemplos. El río que atraviesa el jardín aparece en la visión del cielo que encontramos en los Salmos: «Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios» (Sal 46:4). Finalmente en el Apocalipsis, donde la visión de Juan describe la Nueva Jerusalén. El árbol de la vida del Edén se convierte en una cruz desfigurada y en maldición sobre la que el Hijo de Dios ofrece vida a los que creen, y luego aparece en la Nueva Jerusalén como fuente de salud y vida (Ap. 22:2). El Edén es un templo donde Dios habita en armonía con Su pueblo. Luego, las relaciones fracturadas por el pecado son mediadas en templos inferiores a lo largo de la historia de Israel, y cuando Jesús ofrece el sacrificio de una vez y para siempre, el Espíritu de Dios que mora en Él convierte al pueblo de Dios en Su nuevo templo. Un día, los pecadores redimidos vivirán en perfecta comunión cuando Dios vuelva a habitar con Su pueblo.

Richter escribe:

Todo lo que hay entre la puerta del Edén y la Nueva Jerusalén, el grueso de nuestras Biblias, es en esencia un enorme plan de rescate. De hecho, podríamos resumir la línea argumental de la Biblia en una pregunta cósmica: «¿Cómo hacemos que Adán vuelva al jardín?». En Génesis 3, la humanidad fue expulsada; en Apocalipsis 21-22, es bienvenida a casa.

¡Bienvenidos a casa! Qué pensamiento tan maravilloso. Querido cristiano, te invito a estudiar la creación, a estudiar el Génesis. No se trata de otro ejercicio de conocimiento de trivialidades inútiles, sino de beber profundamente de la fuente de la Palabra de Dios, para conocer y comprender mejor a nuestro Creador, a nosotros mismos y a nuestro mundo, para finalmente unirnos al resto de la creación en la adoración de nuestro gran Dios.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Nota del editor: 

Este artículo es un fragmento adaptado de The Characters of Creation: The Men, Women, Creatures, and Serpent Present at the Beginning of the World [Los personajes de la creación: los hombres, las mujeres, las criaturas y la serpiente presentes al principio del mundo], por Daniel Darling (Moody Press, 2022).

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