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Se dice que hoy en día la industria de la pornografía genera más dinero que las ligas profesionales de basquetbol, beisbol, y futbol americano combinadas. Este pecado incluso se ha vuelto uno de los más comunes en el área pastoral. Debido al acceso que el internet nos da, encontramos a más y más personas totalmente esclavizados a este pecado, sin saber exactamente cómo salir.

Como pastor, he llegado al punto de prácticamente dar por sentado que cuando un hombre me pide una reunión, quiere hablar de su lucha con la pornografía.

Yo mismo viví gravemente afectado por este pecado desde mi niñez. Crecí en la época del boom del Internet, el cual era tan nuevo que nuestros papás no entendían todo lo que había disponible. Al mismo tiempo, no sabían cómo aconsejarnos para hacer guerra contra este pecado.

Como pastor, he llegado al punto de prácticamente dar por sentado que cuando un hombre me pide una reunión, quiere hablar de su lucha con la pornografía.

El pecado de ver pornografía tiene enormes efectos. Afecta la manera en la que vemos a los demás, pues terminamos sexualizando a personas en situaciones que no son sexuales. Hay bastantes estudios acerca de los efectos que la pornografía tiene sobre el cerebro. No nos debería sorprender que un hombre que ha consumido horas y horas de pornografía esté imaginando a todas las mujeres en su vida de una manera adúltera.

La pornografía afecta la manera en la que vemos el sexo. Imagina la cantidad de hombres que han luchado con la pornografía y llegan a la noche de su boda con este trasfondo. Si se han mantenido fieles al Señor no teniendo relaciones sexuales, pero han visto a miles de imágenes y videos pornográficos, eso afectará gravemente sus expectativas sexuales. Lo que se muestra en la pornografía no es sexo, es teatro. Está diseñado para atraerte y secuestrar tu mente. Simplemente no es real.

Vale la pena también decir que esto no solo es pecado de hombres. Claro, principalmente son hombres los que consumen pornografía, pero según las últimas estadísticas, 30% de quienes consumen pornografía son mujeres.

Una palabra de ánimo

Espero que estemos creando culturas en nuestras iglesias que estén tan centradas en el evangelio –que confíen tan fuertemente en la gracia otorgada por Cristo– que los hombres y mujeres de nuestra familia de la fe puedan confesar este pecado y encontrar la ayuda que necesitan.

En muchos casos hemos creado culturas en nuestras iglesias donde aquellos que luchan con pecados sexuales sienten que son los únicos. Si tan solo abriéramos el diálogo, creo que nos asustaría la cantidad de personas que consumen pornografía. Al mismo tiempo, nos debería alegrar ver a personas confesando su pecado. Confesar el pecado es una señal de que el evangelio está obrando en alguien (1 Jn. 1:8-10).

Entonces, ¿cómo deberías aconsejar en casos de pornografía? Aquí 5 pasos prácticos.

1. Da esperanza

Primero que nada, ver pornografía y sentirte esclavizado a la pornografía es un ciclo vicioso. Lo normal es que un cristiano que consuma pornografía odie este pecado. No lo quiere hacer. En los momentos en que piensa claramente, se compromete a nunca más ver pornografía. Sin embargo, pueden pasar horas, días, o semanas, y de repente ha caído otra vez. Esta caída trae consigo una enorme culpa porque no solo le falló a Dios, sino que también falló a su compromiso.

Este pecado genera una enorme vergüenza. La persona llega a sentirse profundamente sucio por su pecado, queriendo que nadie se entere de lo que hace ni de lo que piensa. Su mismo pecado genera sentimientos de disgusto y asco, y sin embargo la esclavitud sigue.

La persona luchando con pornografía tiene que escuchar el evangelio. Tiene que escuchar tres cosas principalmente, sea cristiano o no:

  • Este pecado no te hace un mayor pecador. Muchas personas creen que son más santos cuando no caen en este pecado, y luego se sienten como los peores pecadores después de haberlo cometido. No funciona así. Nosotros somos más y peores pecadores de lo que podríamos imaginar. Aun los que hemos luchado profundamente con este pecado tenemos que entender que nunca llegamos a ser tan malos como podríamos ser. Nuestra naturaleza es pecaminosa. No somos peores pecadores en ciertos días más que otros. Ni somos peores pecadores que los demás por cometer este pecado.
  • Cristo sabía de este pecado cuando murió. El que lucha con la pornografía tiene que entender que este pecado fue contemplado en la cruz. Cristo murió para librarnos de este pecado con su gracia admirable. Algunos creen que Dios puede perdonar los pecados sencillos, como el orgullo o el chisme. Pero el pecado sexual, la pornografía, ¿cómo podría Dios perdonarlo? Sin embargo, este pecado no le sorprende a Dios el Hijo. Él sabía que íbamos a luchar con este pecado cuando murió por los suyos.
  • Cristo rompió el poder del pecado. Una persona no tiene que seguir luchando con la pornografía. De hecho, cuando alguien se reúne conmigo acerca de esto, le digo: “De hoy en adelante puedes jamás volver a ver pornografía”. El pecado ya no tiene poder esclavizante sobre el cristiano.

Este es el momento para diagnosticar si la persona es cristiana o no. Si no lo es, es difícil decirlo, pero dejar de ver pornografía será increíblemente complejo. Para el que está en Cristo, tenemos las promesas de Él, que por medio de su Espíritu obrará en nosotros para conformarnos más a su imagen.

De hoy en adelante puedes jamás volver a ver pornografía. El pecado ya no tiene poder esclavizante sobre el cristiano.

2. Haz preguntas prácticas

Después de dar esperanza, es importante buscar más información. Tristemente, aun cuando confesamos, solemos minimizar nuestro pecado. Es importante que preguntes acerca de la frecuencia del pecado, dónde usualmente sucede, en qué tipo de dispositivo sucede, y cuándo en el día sucede.

Usualmente este pecado es acompañado por masturbación, pero esto se debe confirmar. Esta es una oportunidad para hacer preguntas acerca de todo pecado sexual.

Yo con frecuencia termino esta parte del tiempo con la persona a quien estoy aconsejando haciéndole esta pregunta: “¿Hay algo más que quisieras confesar?”. Esto les abre la puerta por completo para ser totalmente honestos. Especialmente después de haber escuchado el evangelio, puede ser que el mismo Espíritu Santo esté redarguyendo su corazón para ayudarles a ver otro pecado sexual que tienen.

Hacer preguntas ayudará a armar un plan de guerra contra este pecado.

3. Arma un plan de guerra

Con la información que te han dado, se debe armar un plan sumamente práctico que ayude a limitar todo acceso a la pornografía.

  • Involucra a otros. Si la persona es casada, debería hablar con su cónyuge pronto y confesar este pecado. Sé lo difícil que es tener esa conversación, y puede ser que sea necesaria la consejería matrimonial. Sin embargo, esa apertura y honestidad en el matrimonio es una de las armas más fuertes contra el pecado sexual.
  • Pon filtros en todo. Hay muy buenos filtros y organizaciones como Covenant Eyes o Accountable2You que ayudan en este proceso. Se debe pagar una cuota módica por estos softwares de filtro, pero vale la pena el costo. Hay otras opciones gratuitas, como k9 Web Protection, y –al menos en los dispositivos de Apple– puedes habilitar el control parental para bloquear páginas específicas y todo contenido sexual bajo un password (que puede tener el cónyuge o alguien cercano).
  • Quita acceso a lo que no se puede filtrar. En el iPhone y el iPad se puede inhabilitar el acceso a Safari y a la habilidad de instalar nuevas aplicaciones. Esto también se puede hacer con otros dispositivos. Una búsqueda rápida en Google ayudará a informarte cómo limitar acceso en cualquier tipo de celular o tablet.
  • Haz cambios de horario. Por ejemplo, si la persona se está desvelando (lo cual es muy común) y en la noche está viendo pornografía, debería cambiar este patrón para no seguir poniéndose en momentos de debilidad.
  • Corta el Internet. Si es necesario, se debe limitar por completo el acceso al Internet. Esto se puede hacer inhabilitando el Internet de la casa. Tú, como consejero, puedes llevarte los cables del Internet, o aun el módem.
  • Da seguimiento. Alguien debe darle seguimiento al caso, y trazar el progreso.

El punto aquí es que sí se requiere un compromiso radical para poder empezar a hacer guerra contra este pecado. Cristo mismo nos dice: “Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (Mt. 5:29).

Se requiere un compromiso radical para hacer guerra contra la pornografía.

4. Busca los ídolos

Al mismo tiempo, tenemos que entender que en la mayoría de los casos, simplemente dejar de ver pornografía no será suficiente. La pornografía es un síntoma de algún ídolo profundo del corazón. Si solo tratamos la pornografía, sin ir más allá, estos mismos ídolos se harán evidentes de otra manera. Tal vez tu aconsejado dejará de ver pornografía, pero se volverá alcohólico o “trabajólico”.

En muchos casos, la pornografía es un refugio de la vida cotidiana. Cuando la vida está fuera de control, estamos bajo mucho estrés, o fallando laboralmente, o alguien no nos respeta como quisiéramos, nos refugiamos en la pornografía. La pornografía nos ofrece un mundo totalmente bajo nuestro control, donde se alivia el estrés, donde siempre somos exitosos, siempre somos amados, siempre somos queridos. Con un par de clics podemos tener a hombres o mujeres sirviéndonos precisamente de la manera en la que nosotros queremos.

La pornografía es un síntoma de algún ídolo profundo del corazón.

Identificar los ídolos nos ayuda a caminar con las personas más a fondo, aplicando el evangelio con el fin de que ellos vean que confiar en Cristo es mejor que tener control. Es Cristo quien tiene todo el mundo bajo control, y por ende el creyente no tiene que vivir con estrés y ansiedad. Aunque fallemos, nuestra identidad no se encuentra en lo laboral. Aunque la gente nos falte el respeto, somos hijos amados y aceptados por Cristo. Sea cual sea el ídolo que es la raíz de este pecado, el evangelio es la solución. Sin embargo, se necesita tiempo para indagar y escarbar, y que ellos mismos busquen solucionar el problema en Cristo.

Hago estas preguntas comúnmente al aconsejar a alguien batallando con la pornografía:

  • ¿Qué te da la pornografía además del placer?
  • ¿Cómo son las circunstancias de tu vida cuando caes mucho en pornografía?
  • ¿Qué amas de la pornografía? Mientras la ves, ¿cómo te hace sentir?

Hay muchas más que se podría agregar. Recomiendo libros como Dioses falsos de Tim Keller.

5. Llena la mente con la Escritura

Finalmente, es imperativo que las personas llenen su mente con las Escrituras. Usualmente animo a quienes aconsejo que se memoricen Romanos 6. Este pasaje está lleno de esperanza, pues vemos claramente que hemos muerto al pecado. También se pueden memorizar diferentes Salmos que ayudarán a poner los ojos en Dios, para que Él sea el tesoro de mayor valor (el salmo 103 siempre es muy recomendable).

El punto es que saturen su mente de la verdad. Creemos que la misma Palabra de Dios es útil, “a fin de que el hombre sea […] equipado para toda buena obra” (2 Ti. 3:17) La misma Palabra de Dios en su vida obrará con el fin de darle un deseo de amar mejor a Jesús, y como resultado, quitar sus ojos del pecado.  


Imagen: Lightstock.
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