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En Coalición por el Evangelio preguntamos a tres pastores en distintos contextos: ¿Cuántos pastores debería tener una iglesia? Estas fueron sus respuestas:

Pluralidad para proteger la iglesia

Justin Burkholder, desde Guatemala, nos comparte:

Múltiples. 

Cuando leemos del liderazgo de la iglesia, el Nuevo Testamento no usa el título «pastor» para hablar del cuerpo de liderazgo de la iglesia, más bien usa dos términos intercambiables: anciano y obispo. Aunque es usual que llamemos «pastores» a los líderes de la iglesia, la Biblia los llama ancianos y obispos, y lo que hacen es pastorear (Hch 20:28; 1 P 5:1-4). 

En todo el Nuevo Testamento la palabra «ancianos» se usa en plural cuando se refiere a los líderes de la iglesia. El plan de Dios para Su iglesia no es que tenga un solo pastor, sino que tenga múltiples ancianos cuya labor es pastorear al resto de la iglesia. En términos teológicos, esto se ha llamado pluralidad de ancianos

Es lamentable, pero vivimos en una época afectada por el pragmatismo donde se cuestiona la eficacia de esta enseñanza bíblica. Una pluralidad de líderes no es pragmática ya que impediría la eficiencia, la velocidad en el ministerio o, incluso, el crecimiento rápido de la iglesia. Muchos lamentan lo complejo que puede ser la toma de decisiones cuando hay múltiples ancianos. Sin embargo, Dios no estableció la pluralidad de ancianos para que la iglesia sea eficiente, sino para que sea santa. 

Dios no estableció la pluralidad de ancianos para que la iglesia sea eficiente, sino para que sea santa

En la actualidad encontramos muchas historias tristes de iglesias locales que no practican una pluralidad saludable y el pastor titular tiene una autoridad incuestionable. Con esa autoridad concentrada en una sola persona se pierde la rendición de cuentas. La pureza, la seguridad y la santidad de una iglesia local está en riesgo cuando un solo pastor obtiene toda la autoridad.

Dios le ha dado a la iglesia la estructura plural de ancianos para protegerla. Esta pluralidad previene que una iglesia se construya sobre la personalidad o los dones de un solo pastor. Al mismo tiempo, permite que cada pastor sea también oveja y pueda ser pastoreado por sus compañeros de ministerio. Una pluralidad de ancianos protege a la iglesia de un sinfín de abusos de poder y autoridad que ocurren cuando hay un «llanero solitario» dirigiendo la iglesia.

No hay estructura perfecta, pero Dios le ha dado a la iglesia la pluralidad de ancianos como un regalo que debemos abrazar, amar, e implementar.

Tantos como sea necesario

Enrique Oriolo, desde Argentina, nos comparte:

La iglesia necesita pastores. Dios les ha dado la tarea y la responsabilidad de trabajar en la capacitación de los santos para la obra del ministerio, para que toda la iglesia pueda crecer en madurez (Ef 4:11-13). La triste realidad en nuestros países es que muchas iglesias tienen un solo pastor. La falta de entrenamiento bíblico, de recursos económicos y de entendimiento doctrinal son algunos de los factores que nos han llevado a esta situación. Tenemos iglesias de todos los tamaños que son «unipastorales», es decir, con un hombre tratando de pastorear a decenas, centenas, o miles de personas. Hermanos míos, esto no debería ser así.

En el Nuevo Testamento nunca encontramos pastores solitarios guiando a las iglesias, salvo Diótrefes quizás (3 Jn vv. 9-10), pero créeme que no quieres imitar ese ejemplo. Por el contrario, lo que encontramos es una pluralidad de pastores. Pablo recuerda a Tito la razón por la cual lo había dejado en la isla de Creta: «para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé» (Tit 1:5). Es evidente que Tito debía nombrar más de uno en cada iglesia. El libro de Hechos está lleno de referencia a ancianos de iglesias locales, siempre en plural. El autor de Hebreos dice: «obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos» (13:17). Pablo escribe a los obispos, en plural, de Filipos (Fil 1:1) y le recuerda a Timoteo que «los ancianos que gobiernan bien sean considerados de doble honor» (1 Ti 5:17). Existen muchos otros ejemplos, pero creo que doy a entender mi punto: la Biblia habla de ancianos, en plural.

Por tanto, cada iglesia local debería tener más de un pastor. ¿Cuántos? Tantos como esa iglesia necesite. Tantos pastores como sea necesario para que la iglesia tenga una buena salud espiritual. Tantos pastores como Dios tenga en Su bendita misericordia regalar a las iglesias locales. En mi experiencia, nunca sobran. ¡Dame todos los que tengas!

Los pastores saben (o deberían saber) sus limitaciones y entienden que no pueden cuidar de una iglesia por su propia cuenta. Necesitamos pastores. Necesitamos muchos. Jesús dijo: «La cosecha es mucha, pero los obreros pocos» (Mt 9:37). Creemos en Sus palabras y las confirmamos cuando vemos la necesidad en nuestras iglesias. Oremos que el Señor levante más pastores.

Consejos para formar un equipo pastoral

Luis David Marín, desde Estados Unidos, nos comparte:

La Biblia describe al liderazgo de una iglesia como una filiación de pastores que velan juntos por un rebaño. Pastorear debe ser un trabajo en comunidad (1 P 5:1-3). Sin embargo, la Biblia no nos dice una cantidad exacta de ancianos a la que debamos apuntar.

Si eres un pastor solitario, es sabio comenzar orando y comunicando al resto de la iglesia la meta de establecer un equipo pastoral de, al menos, dos o tres ancianos. Luego, trabaja con paciencia para ir agregando obreros fieles y calificados al equipo (2 Ti 2:2).

¿Qué sucede si Dios está levantando muchos pastores en tu iglesia? Si mantienes el estándar bíblico, considero que una «sobrepoblación» de pastores sería una circunstancia rara e inusual. En cualquier caso, te animo a que consideres los siguientes consejos que te guiarán en las decisiones para que el equipo pastoral tenga una cantidad saludable:

No te apresures en afirmar nuevos pastores. Muchas veces, ante el deseo de ver una iglesia madura con una estructura «acabada», muchos pastores se apresuran a imponer manos sobre hombres que aún no están listos (1 Ti 5:22). De esta manera, sin darse cuenta, terminan sembrando problemas para el futuro de la iglesia.

No te paralices. Hay pastores que se paralizan ante el temor de arriesgarse a confiar en otros y deciden renunciar a la posibilidad de formar una comunidad de pastores. De esta manera, debilitan la salud espiritual de sus propias vidas (la soledad pastoral es un caldo de cultivo para el pecado) y del resto de la iglesia.

Define bien la tarea de tus futuros pastores. Si piensas que los pastores solo predican, entonces la idea de tener muchos pastores te creará ansiedad, ya que no todos pueden predicar al mismo tiempo. Pero si comprendemos que los pastores están encargados de proteger a la iglesia de las falsas enseñanzas y de la desviación moral (Tit 1:5-9; 1 P 5:1-3), de interceder por la necesidad de los miembros, cuidar y aconsejar al rebaño (Hch 20:28-29), y de equipar a los santos para la obra del ministerio (Ef 4:12), entonces siempre habrá mucho trabajo por hacer. 

No olvidemos la importancia de liderar iniciativas de alcance a la comunidad y de desarrollar nuevos líderes bíblicos, maduros y saludables que puedan ser encomendados. Si defines las responsabilidades pastorales de acuerdo a la enseñanza bíblica, entonces nunca habrá un tiempo para detener la formación y capacitación de más pastores.

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