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«Ser padres se trata de afecto y autoridad». Sigo regresando a esta frase cuando intento ayudar a los padres más jóvenes.

Esta idea no es original mía. Ni siquiera está pensada originalmente para los padres humanos. Charles Spurgeon dijo lo siguiente sobre nuestro Padre celestial en su devocional Morning and Evening [Mañana y noche]:

Esta es la autoridad: «Si soy Padre, ¿dónde está mi honra?». Si son hijos, ¿dónde está su obediencia? Aquí hay afecto mezclado con autoridad: una autoridad que no provoca rebelión; una obediencia exigida que se entrega con la mayor alegría, que no se negaría aunque pudiera.

Si nuestro Padre celestial mezcla afecto y autoridad, ¿cuánto más deberían tratar de imitarle los padres terrenales?

Autoridad

Dios ha dado a los padres una autoridad verdadera la cual debemos ejercer por el bien de nuestros hijos. Él ordena a nuestros hijos que nos honren y que obedezcan nuestras palabras. Esto es por el bien de ellos, no por el nuestro.

Si no entrenamos a nuestros hijos para obedecer, los entrenamos para desobedecer

Como dice Efesios 6:3, hacemos este entrenamiento para que les vaya bien. Cuando enseñamos a nuestros hijos a ubicarse bajo nuestra autoridad, estamos entrenando el mismo músculo espiritual que más tarde se ubicará más fácilmente bajo nuestro Padre celestial.

Aunque la obediencia no puede regenerar el corazón, sí puede moldearlo. Como observó J. C. Ryle: «No debe extrañar que los hombres se nieguen a obedecer a su Padre que está en los cielos, si se les permite, cuando son niños, desobedecer a su padre que está en la tierra».

Dios nos llama a ejercer nuestra autoridad con amor. Debemos sentirnos cómodos dando órdenes, dirección y sabiduría a nuestros hijos. Pero también debemos sentirnos cómodos formando su carácter, trayendo consecuencias después de la inevitable desobediencia. Si no los entrenamos para obedecer, los entrenamos para desobedecer.

Afecto

Además de ejercer autoridad, debemos sentirnos cómodos expresando afecto. Dios no nos muestra simplemente un amor desapegado y objetivo. Se nos dice que el amor del Padre es afectuoso y tierno (Sof 3:17). Es cálido e íntimo. ¿No es este afecto lo que también hizo a Jesús tan atractivo para los pecadores?

Mostramos el ejemplo de nuestro Padre celestial cuando fomentamos una relación afectuosa y emocionalmente conectada con nuestros hijos. Cuando sonreímos, abrazamos y hablamos con ellos, les estamos mostrando el amor del Padre. Cuando les escuchamos y reímos con ellos, reflejamos Su cuidado afectuoso.

Límites y calidez

El sociólogo Christian Smith, quien ha escrito sobre los padres religiosos que transmiten sus valores, registra (en inglés) estos componentes exactos con otras palabras:

Aunque es sabido que la influencia del estilo de crianza varía en cierta medida en función de la raza y la etnia, en general es cierto que los padres religiosos que crían con más éxito a niños religiosos tienden a mostrar un estilo de crianza «autoritativo». Estos padres combinan dos rasgos cruciales. En primer lugar, de manera consistente, imponen a sus hijos expectativas, normas y límites claros y exigentes en todos los ámbitos de la vida. En segundo lugar, se relacionan con sus hijos con abundante calidez, apoyo y cuidado expresivo. No es difícil entender por qué este estilo de crianza funciona mejor para educar a niños religiosos. La combinación de expectativas claras y calidez afectiva es poderosa en la formación del desarrollo de los niños.

El afecto y la autoridad son características clave de la paternidad en el evangelio. En realidad, son componentes clave de cualquier liderazgo del evangelio. Para la mayoría de los padres, sin embargo, uno será natural, mientras que el otro les resultará más difícil. Requerirá esfuerzo crecer en ambas expresiones de cuidado para tus hijos.

El afecto y la autoridad son características clave de la paternidad en el evangelio

Debemos luchar contra la presión de nuestra cultura de hoy. Actualmente la autoridad está bajo sospecha y los padres tienen miedo de estropear a sus hijos con la corrección. Pero como hemos visto, es amoroso tener un hogar con expectativas, límites y consecuencias.

He dicho  en muchas ocasiones a padres jóvenes: «Cuando se trata de afecto y autoridad, esta generación está acertando en la parte del afecto en la crianza, pero le falta la parte de la autoridad».

Padres, a ustedes se les ha dado el privilegio de influir en un alma eterna. Imiten a su Padre celestial en el cuidado de sus hijos. «El afecto mezclado con la autoridad» deben ser nuestros dos grandes cimientos al edificar tanto nuestra casa como la casa de Dios.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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