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5 preguntas que debes hacer antes de pensar consumir marihuana

Las tendencias recientes en dirección a la legalización a gran escala de la marihuana sugieren que la misma está sufriendo un cambio drástico de imagen en el mercado.

Una de las firmas que mercadea el cannabis lo dice de esta manera: “Aquí hay un enorme mercado sin explotar. Se trata de llegar a los no-consumidores: mujeres, jóvenes, hombres de negocios, abuelas, y madres con hijos”. Prepárese: si no ha ocurrido ya, pronto su programa de televisión favorito presentará la marihuana como si fuera algo genial, ya sea en un “churro”, en una tarta, o en unos brownies.

Esto significa que los cristianos deben pensar detenidamente acerca de la marihuana, mucho más de lo que lo hemos hecho en los últimos años. No todo el mundo va a consumir marihuana, pero casi todos estaremos en la posición de aconsejar a alguien que esté considerando hacerlo.

Con esto en mente, he aquí cinco preguntas que debemos hacernos antes de consumir marihuana.

1. ¿Es legal?

Uno de los regalos de Dios para nosotros en el gobierno humano es la regulación de ciertas conductas socialmente corrosivas (Ro. 13:1-7). El estado no debe regular cada mala conducta, por lo que hay cosas que son legales que no son éticas. Pero algunas conductas son reguladas y eso es bueno. Así que, aunque la cuestión de si debemos fumar marihuana se basa en algo más que la legalidad, es un buen lugar para comenzar, ya que el discipulado cristiano implica ser ciudadanos honorables y obedientes.

En la actualidad, varios estados en Estados Unidos han legalizado la marihuana para uso médico, y dos la han legalizado para uso recreativo. Sin embargo, los cristianos en Estados Unidos deben estar conscientes que bajo la ley federal sigue siendo ilegal el comprar, vender, poseer, o usar marihuana. Es por esta razón, por ejemplo, que un empleador puede despedir a alguien por consumir marihuana aún fuera de horas laborales; y por lo que el gobierno federal puede procesar a una persona por posesión, aunque esto suceda en raras ocasiones en el caso de individuos.

2. ¿Qué me hará?

Esta pregunta es en relación con nuestros propios cuerpos. Por supuesto, nuestros cuerpos no son simplemente nuestros. Fueron creados para la gloria de Dios y fueron comprados con precio (1 Cor. 6:12-20). Por esta razón, al igual que con todo lo que consumimos, debemos saber los efectos que tendrá en nuestros cuerpos. Para algunos, esta pregunta tiene una respuesta fácil: te “coloca” o “da un pase”. Pero, ¿cómo? Este efecto viene del THC (tetrahidrocannabinol), un psicoactivo químico que altera la mente.

Es cierto que la marihuana no es tan peligrosa como otras drogas más fuertes, y por esta razón a menudo se sugiere que la marihuana es en realidad más como el alcohol. Pero debemos ser cuidadosos con esta comparación. El alcohol en cantidades moderadas tiene muchos efectos deseables, incluyendo beneficios a la salud. Pero en cantidades excesivas, la Escritura enseña lo que sabemos por observación, que la embriaguez “quita el entendimiento” y conduce a la “pobreza”, “dolor”, y “contiendas” (Os. 4:11, Pr. 23:20-21, 29-35). Por esta razón, mientras que las sociedades humanas han casi universalmente celebrado el alcohol, también han adoptado normas sociales para regular su uso.

La marihuana y el alcohol son semejantes en que conducen a la intoxicación. Pero son diferentes en puntos muy importantes. La intoxicación por marihuana ocurre de forma rápida, luego de entre una y cuatro inhalaciones, y es muy adictiva comparada con el alcohol. El alcohol se descompone y deja el cuerpo poco después del consumo, pero el THC puede permanecer en el cuerpo por semanas después de ser consumido, produciendo efectos continuos. Estos efectos son muchos y son medibles. Los estudios demuestran que la marihuana reduce el funcionamiento de la mente, embota la memoria, daña el sistema inmunológico, y disminuye la motivación, mientras incrementa el riesgo de conductas socialmente destructivas y un gran número de enfermedades graves. Especialmente en las personas jóvenes, se ha encontrado que la marihuana transforma la estructura del cerebro.

Una última diferencia: con la marihuana, la intoxicación es su único propósito recreacional. En otras palabras, la única razón para buscar utilizar la marihuana de forma recreacional es el único uso del alcohol que Dios prohibió.

3. ¿Cómo afectará mi capacidad de amar a mi prójimo?

Como cristianos, nuestros cuerpos son para el Señor, pero el amor es el segundo mandamiento más grande porque nuestras vidas también son para las otras personas (Mt. 22:39). Así que, ¿de qué manera podría la marihuana afectar o mejorar nuestro desempeño en nuestros roles como hijos, hijas, hermanos, cónyuges, estudiantes, padres, empleados, y jefes?

Hagamos la pregunta de otra manera: ¿Esta sustancia mejorará mi dominio sobre mi vida de manera que ame a otros adecuadamente? ¿O va a ejercer dominio sobre mí? Bajo la influencia de esta sustancia, ¿puedo ayudar a alguien que esté en peligro, conducir con seguridad, modelar el autocontrol a mis hijos, llorar con quien esté en sufrimiento, corregir a alguien que se esté descarriando, o alentar al desanimado?

Por supuesto, estas preguntas aplican a mucho más que a la marihuana. El café tiene dominio sobre algunas personas de manera que podría comprometer sus relaciones. Pero el café generalmente agudiza la realidad y nuestro compromiso con el mundo en nuestros distintos roles. Es por esta razón que en las cocinas de las casas y los cuartos de descanso en los trabajos cuentan sin controversias con cafeteras.  Por el contrario, la marihuana silencia nuestra habilidad de controlar nuestro pensamiento, nuestro hablar, y nuestros cuerpos de formas que son perjudiciales no solo para nosotros, como hemos considerado, sino también para los demás.

4. ¿Lo estoy buscando como medicina o como recreación?

Podemos razonablemente decir que no es pecado para una persona utilizar la marihuana con receta médica. Existen muchos fármacos que un médico puede prescribir para tratar el dolor que no debemos utilizar de forma recreativa. La morfina y la oxicodona son algunos ejemplos de sustancias adictivas que tienen importantes propósitos médicos bajo el uso apropiado. La marihuana podría serlo también. De hecho, prácticamente tenemos un versículo bíblico para esto: “Dad bebida fuerte al que está pereciendo, y vino a los amargados de alma” (Pr. 31:6).

Pero hay buenas razones para la precaución, incluso aquí. Al igual que otras sustancias prescritas, podemos sentir la tentación de abusar de su propósito medicinal. De hecho, esto parece ser ya muy común. El típico usuario de la marihuana en California es el hombre blanco de 32 años sin ninguna enfermedad crónica. Solo 2% de los usuarios tienen cáncer y en el 94% de las prescripciones el dolor del paciente no es especificado. Estas estadísticas son desafortunadas. Al igual que muchos de los medicamentos prescritos, el THC puede tener un efecto medicinal, pero en realidad no es un medicamento restaurador. Al igual que la quimioterapia, ayuda por medio de un efecto que también es perjudicial. Y por esta razón los cristianos deben estar conscientes de cómo funciona el medicamento y solo buscar recetas si realmente lo necesitan.

5. ¿Fumaremos marihuana en el cielo?

Algunas cosas no se experimentarán en el cielo, porque Cristo murió para cumplirlas; el matrimonio, por ejemplo. Pero algunas cosas no serán experimentadas en el cielo porque Cristo murió para destruirlas. En Gálatas 5:21, Pablo habla de “envidias, borracheras, orgías, y cosas semejantes”. Continúa: “contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. La intoxicación por marihuana es de hecho semejante a la embriaguez, y algo que no estará con nosotros en la nueva creación.

Así que, hermanos y hermanas, no se intoxiquen con el mensaje de la cultura popular sobre este asunto, y no busquen la intoxicante paz artificial prometida por químicos como el THC. Porque aunque la vida es dura y los escapes son tentadores, no son la respuesta. Afortunadamente, Cristo es nuestra respuesta, y Él no solo llena nuestro corazones con Él mismo, sino que nos perdona por buscar vida en las cisternas rotas de los escapes eufóricos inducidos por químicos.

Por lo tanto, no se emborrachen con vino, ni se intoxiquen con una planta. Más bien, sean llenos del Espíritu, sean prudentes y estén alertas a la venida de Cristo: una experiencia ciertamente eufórica. (Ef. 5:18; 1 Pe. 1:13).


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Myrna Rodriguez.
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