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4 maneras de amar a una iglesia que te decepciona

Mi esposa y yo a menudo tenemos el privilegio de guiar a parejas en consejería prematrimonial. El encuentro con estas parejas me obliga a hacerme una pregunta importante: “¿Qué tan hipócrita soy?”.

La pregunta surge porque paso tiempo en estas sesiones exponiendo la gloria del matrimonio: la alegría que trae, el evangelio que muestra, la permanencia de sus votos, y la bondad de nuestros llamamientos distintos como marido y mujer.

Pero imagínate escuchar esas glorias de un esposo que se queja regularmente de su esposa y la compara con las muchas mujeres que ve a su alrededor. Probablemente no escucharías lo que este hombre dice sobre el matrimonio. Si no ama a la esposa con la que está casado, te preguntarías si ama el matrimonio.

¿Pero no es esto lo que muchos de nosotros hacemos con la iglesia? Afirmamos que amamos la iglesia, pero nuestro amor por la iglesia parece tener poco efecto en cómo nos sentimos con respecto a nuestra iglesia.

Ama a la persona con quien estás

Nuestra relación con nuestra propia iglesia a menudo está marcada por el descontento y la decepción, gran parte de lo cual proviene de las comparaciones que seguimos haciendo con la iglesia imaginaria en nuestras mentes. Lo que, al final, podría decir más sobre nosotros que sobre nuestras iglesias.

Permíteme sugerir algunas formas en que puedes cumplir tu parte del trato y contribuir a la salud de tu iglesia, lo que a la vez aumentará el amor y gratitud por tu iglesia.

1. Prepárate en oración.

Es muy difícil albergar amargura hacia personas por las que oras regularmente.

Conozco personas que se volvieron tan cínicas con respecto a su iglesia que la expectativa que tenían era que no se beneficiarían del servicio del domingo por la mañana. Una forma de luchar contra ese cinismo es averiguar cuál será el texto del sermón y leerlo antes del servicio dominical. Luego ora por tu pastor mientras él se prepara para predicar (1 Ts. 5:12–13). Si vienes a la iglesia listo para ser edificado, te sorprenderás de cómo actuará el Espíritu Santo.

Y no te detengas después de haber orado por tu pastor. Tu iglesia tiene personas difíciles, tal vez personas que te han lastimado. Pero es muy difícil albergar amargura hacia personas por las que oras regularmente. Ora por tus pastores, ora por el directorio de la iglesia, y ora por las personas con las que preferirías no encontrarte. Si deseas que tu disposición hacia tu iglesia sea positiva, debes comenzar orando.

2. Encuentra maneras de servir.

A menudo cosechamos lo que sembramos en nuestras iglesias. ¿Estás contribuyendo a la vida de tu iglesia? Si aún no lo has hecho, intenta encontrar un lugar donde puedas servir y poner las necesidades de los demás antes que las tuyas. No te preocupes por encontrar un lugar perfecto para expresar tu talento. Más bien busca principalmente una necesidad que puedas ayudar a satisfacer. Dios le da a su pueblo las necesidades de su iglesia en particular, y no en un sentido abstracto (1 P. 4:10–11).

Una manera simple pero profunda de servir a las personas en tu iglesia es hablar con ellas. En serio. Apuesto a que hay personas en tu iglesia que no tienen personas que muestren un interés genuino en sus vidas durante la semana. Así que interésate en ellas. Hazles preguntas sobre su trabajo o su familia o sus aflicciones. Pregúntales cómo puedes orar por ellos y si podrían juntarse. Si haces lo que puedes para asegurarte que otras personas amen tu iglesia, apuesto a que tú también lo harás.

3. Revisa tus expectativas.

Una tentación es esperar que la predicación y la música de tu iglesia te proporcionen una inyección semanal de adrenalina espiritual para continuar. ¿Pero es esa una expectativa saludable? No todas las comidas que has tenido han sido memorables, pero te mantuvieron alimentado. Es posible que la predicación de tu iglesia no te lleve a sentir una alta dosis espiritual todos los domingos, pero si eres fiel y estás listo para recibir, esos sermones te mantendrán vivo y más.

Al examinar tus expectativas, considera la posibilidad de interrumpir las conferencias y los podcasts. Estos pueden ser recursos increíbles, pero también pueden alimentar el descontento en tu vida. En una conferencia, pasas unos días escuchando ricas enseñanzas en un ambiente emocionante. Luego vas a casa y escuchas al mismo pastor y los mismos ancianos. Y el edificio de tu iglesia probablemente no sea tan genial como ese escenario en el que estabas.

Si escuchas sermones en un podcast, puedes comenzar a notar que tu pastor no está a la altura de otros. Carl Trueman expresó una vez su preocupación de que ninguno de sus alumnos nombró a su propio pastor cuando les preguntó acerca de sus predicadores favoritos. Si tu predicador o conferencia favorita te hace difícil escuchar a tu predicador real, intenta omitir la próxima conferencia y tómate un descanso de los podcasts durante una temporada.

4. Soporta hasta el fin.

Muchos matrimonios comienzan en pura felicidad. Pero lo importante es cómo responden tanto el esposo como la esposa cuando el brillo se ha desgastado, se han acostumbrado el uno al otro, y se han familiarizado más con los patrones de pecado y las imperfecciones del otro. Un matrimonio saludable responde estableciéndose en un tipo de romance estable y natural en el que los cónyuges realmente se conocen y se aman. Ven las fallas, las reconocen como tales, luchan por crecer, y se aman incluso con todo esto.

La relación con nuestra iglesia progresa de manera similar. Cualquier iglesia comienza a parecer poco excepcional con el tiempo. Cuando estamos en una iglesia un tiempo suficiente, nos encontramos cara a cara con sus defectos y los de sus líderes.

Debemos aprender a estar agradecidos con nuestros pastores y la manera en que Dios los ha dado y puesto en nuestra vida.

Entonces ¿qué hacemos? ¿Salirnos? A veces esa será una respuesta legítima. Pero la mayoría de las veces deberíamos quedarnos a largo plazo. Debemos aprender a estar agradecidos con nuestros pastores y la manera en que Dios los ha dado y puesto en nuestra vida. Y debemos aprender que la iglesia no se trata de tener experiencias semanales increíbles, sino de caminar junto con hermanos y hermanas en Cristo.

Su impecable esperanza

Al igual que todos los grupos de personas que se unen, tu iglesia tiene defectos. Pero la iglesia no es solo un grupo más de personas. La iglesia tiene un pasado, presente, y futuro que supera por mucho a todas las demás instituciones. Jesús murió por ella, y Él vuelve por ella. Mientras tanto, Él trabaja a través de ella para alcanzar a los perdidos y fortalecer a su pueblo.

Un día, ella será impecable, y rumbo a esa esperanza vamos. Así que ama a la iglesia, y comienza amando la tuya.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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