Los desórdenes mentales no son algo que sucede solamente fuera de la Iglesia. Muchos de nuestros hermanos y hermanas sufren en silencio porque no encuentran en nosotros el acompañamiento que necesitan en medio de su aflicción. La iglesia debe ser un refugio. ¿Qué podemos hacer para amar mejor a los cristianos con desórdenes mentales?
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