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1. La cruz es un acontecimiento trinitario.

La fe cristiana es distintivamente trinitaria y tiene forma de cruz. Por lo tanto, la cruz debe revelar la Trinidad. Dios Padre envió al Hijo para salvar al mundo, el Hijo se sometió a la voluntad del Padre y el Espíritu aplica la obra de redención a los seguidores de Jesús. La redención está predestinada por el Padre (Ef 1:3-6), realizada por el Hijo (Ef 1:7-10) y aplicada por el Espíritu (Ef 1:13-14). Dios no retuvo al Hijo y el Hijo se entregó al Padre. Sin embargo, el Padre no está sacrificando al Hijo. El Padre, el Hijo y el Espíritu poseen todos una sola voluntad. El sacrificio, aunque es obra exclusiva del Hijo, es también la voluntad de las tres personas.

2. La cruz es el centro de la historia de las Escrituras.

Una Biblia sin cruz es una Biblia sin clímax, sin final, sin solución. La espiral de pecado que comenzó en Génesis 3 debe ser detenida; la muerte de Jesús pone fin a la espiral descendente.

En Su cuerpo, Jesús tomó sobre Sí el pecado del mundo y pagó el precio de toda la humanidad. En la cruz surge el nuevo Adán, Abraham, Moisés, David para crear una nueva humanidad, familia y reino. Por eso Pablo no dijo que decidió no saber nada más que la encarnación, la resurrección o la ascensión de Jesús, sino solo a Jesucristo y este crucificado (1 Co 2:2). La sabiduría no se encontraba más allá de la cruz, ni por encima de la cruz, ni por debajo de la cruz, sino en la cruz.

3. La cruz redefine el poder en el reino.

El anuncio de Jesús de que el reino de Dios había llegado se revela de manera concluyente en el acontecimiento de Cristo en la cruz. Las Escrituras narran cómo Dios manifestará Su realeza en la tierra. Encomienda a Adán y Eva la tarea de gobernar y reinar sobre la tierra como Sus representantes, pero ellos intentan tomar el poder para sí mismos (Gn 3:5). De hecho, todos sus hijos hacen lo mismo. Babel (o Babilonia) es la ciudad opuesta al reino de Dios. Jesús viene como el verdadero Hijo y redefine el poder al mostrar fuerza a través de la debilidad. No explota Su poder como Adán, sino que se despoja de Sí mismo (Fil 2:5-6). Se convierte en Siervo de todos, y por ello es exaltado como Gobernante de todos (Fil 2:9-11).

El anuncio de Jesús de que el reino de Dios había llegado se revela de manera concluyente en el acontecimiento de Cristo en la cruz

4. La cruz inaugura el nuevo pacto.

En la última cena, Jesús interpreta Su muerte como la introducción del nuevo pacto. Es por Su cuerpo y Su sangre que se forma Su nueva comunidad. Así como el pueblo de Israel fue rociado con sangre al entrar en un pacto con Yahvé, así también los discípulos son miembros de la nueva comunidad por el derramamiento de la sangre de Jesús. La comunidad del nuevo pacto ahora tiene la Torá escrita en sus corazones y todos conocen al Señor por el don del Espíritu (Jr 31:33-34).

5. La cruz vence al pecado y a la muerte.

La cruz cancela el registro de la deuda que había contra la humanidad (Col 2:14). En la cruz, Jesús llevó nuestros pecados en Su cuerpo para que nosotros muramos al pecado y a la muerte (1 P 2:24). La maldición del pecado y la muerte fue puesta sobre Jesús para que pudiéramos obtener las bendiciones de Abraham (Gá 3:13). En este caso es importante entender la cruz y la resurrección como un solo evento, porque es a través de la muerte y resurrección de Cristo que la muerte es absorbida en victoria (1 Co 15:54-55).

6. La cruz vence al diablo.

En la cruz, Cristo no solo venció al pecado y a la muerte, sino que también venció a las fuerzas espirituales de las tinieblas. Una erupción cósmica ocurrió en el Gólgota; una nueva fuerza apocalíptica entró en el mundo y el viejo poder fue vencido por un poder más profundo. Él despojó a los poderes y a las autoridades, exponiéndolos a vituperio, y triunfó sobre ellos en la cruz (Col 2:14). Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, se sentó a la diestra del Padre en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad y poder (Ef 2:20-21).

7. La cruz es sustitutiva.

La cruz es por causa de nosotros, en nuestro lugar, a nuestro favor. Jesús dio Su vida por Sus ovejas. Él es nuestro cordero sacrificial. «Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Jn 1:29).

Así como Abraham alzó los ojos y miró, y vio un carnero para ofrecerlo en holocausto en lugar de su hijo (Gn 22:13), así también nosotros miramos hacia arriba y vemos a Jesús como nuestro reemplazo. Él se convirtió en maldición por nosotros (Gá 3:13), lo que significa que toma el lugar de todos los esclavizados, rebeldes, idólatras y asesinos.

En la cruz, Jesús llevó nuestros pecados en Su cuerpo para que nosotros muramos al pecado y a la muerte

Si la conquista de las fuerzas espirituales es la meta, entonces la sustitución es el fundamento o la base para esta conquista (Gá 1:4). «La cruz representa no solo el gran intercambio (expiación sustitutiva), sino también la gran transición (el giro escatológico de las eras)».

8. La cruz es locura para el mundo.

En una serie de televisión de la PBS, el narrador dijo: «El cristianismo es la única religión importante que tiene como foco central el sufrimiento y la degradación de su Dios». Pablo reconoce que este mensaje de Cristo crucificado será piedra de tropiezo para los judíos y locura para los gentiles (1 Co 1:23). No es un mensaje intrínsecamente atractivo, hasta que se concedan ojos espirituales para verlo. El mundo mira la cruz y ve debilidad, irracionalidad, odio y repugnancia. En las primeras décadas del movimiento cristiano, el escándalo de la cruz era lo más evidente. No era solo la muerte del Mesías, sino la forma de Su muerte lo que era una ofensa.

9. La cruz trae paz, reconciliación y unidad.

En la cruz, el mundo entero tiene la oportunidad de reconciliarse con el Padre. La paz que el mundo ha estado buscando, la unidad de todas las personas se encuentra en la sangre. «Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación» (Ef 2:14). La reconciliación para el mundo, la paz y la unidad vienen solo por la sangre de la cruz (Col 1:20). Sin sangre no hay armonía.

10. La cruz es la orden de marcha para los cristianos.

Después de que Jesús explicara a Sus discípulos que debía sufrir, les dijo: «Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga» (Mt 16:24). Pablo encarna la cruz en su ministerio, convirtiéndose en la fragancia de la muerte mientras es conducido en la procesión triunfal (2 Co 2:14-17), e incluso dice que fue crucificado con Cristo (Gá 2:20). Pero Pablo no solo aplica la cruz a su propio ministerio, sino que además instruye a la nueva comunidad de Filipos a tener la mente de Cristo (Fil 2:5), la cual se define por la humildad de Jesús en la cruz (Fil 2:8).

La cruz no es solo el lugar donde se paga por nuestro pecado, donde se vence al diablo, sino que es la forma del cristianismo. Como ha dicho Rutledge: «la crucifixión es la piedra de toque de la autenticidad cristiana, la característica única por la que todo lo demás adquiere verdadero significado».


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por el Equipo Coalición.
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