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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de El Catecismo de la Nueva Ciudad: La verdad de Dios para nuestras mentes y nuestros corazones (Poiema Publicaciones, 2018), editado por Collin Hansen. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

¿Quién es Dios?

Dios es el creador y el sustentador de todos y de todo. Él es eterno, infinito e inmutable en su poder y perfección, bondad y gloria, sabiduría, justicia, y verdad. Nada sucede si no es a través de Él y por su voluntad.

Salmo 86:8-10, 15: “No hay nadie como Tú entre los dioses, oh Señor,
Ni hay obras como las Tuyas.
Todas las naciones que Tú has hecho vendrán y adorarán delante de Ti, Señor,
Y glorificarán Tu nombre.
Porque Tú eres grande y haces maravillas;
Sólo Tú eres Dios…
Pero Tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad,
Lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad”.

Es espectacularmente maravilloso hablar sobre Dios, pensar en Él. No hay ni habrá un tema más importante. Pero debemos aclarar a quién nos referimos cuando usamos la palabra Dios. Puede que alguien utilice la palabra Dios y luego alguien más utilice la palabra Dios, pero esto no implica que se refieran a lo mismo.

Para algunos, Dios es un sentimiento inexpresable, o es la causa del comienzo del universo, o es un ser lleno de trascendencia. Pero estamos hablando del Dios de la Biblia, y el Dios de la Biblia se define a Sí mismo. Él dice ser eterno y justo. Es el Dios de amor. Es el Dios trascendente; es decir, está por encima del espacio, del tiempo, y de la historia. Sin embargo, Él es el Dios inmanente; es decir, está tan cerca de nosotros que no podemos escapar de Él. Está en todo lugar. Es inmutable. Es confiable. Es personal.

Lo que es verdaderamente importante de ver y comprender, ya que Dios se ha revelado a sí mismo no solo en palabras sino en toda la trama de la narrativa bíblica, es que no se nos permite tomar un atributo de Dios y aislarlo de los demás. No podemos, por ejemplo, tomar su soberanía y olvidarnos de su bondad. O tomar su bondad y olvidarnos de su santidad (su santidad es lo que lo hace el Dios del juicio). O tomar su juicio, incluso la severidad de su juicio, y olvidarnos que Él es el Dios de amor, el Dios que tanto amó a sus criaturas rebeldes que envió a su Hijo a llevar el pecado en su propio cuerpo sobre el madero.

En otras palabras, para realmente entender quién es Dios y postrarnos delante de Él aunque sea por lo poco que podemos comprender, es importante pensar una y otra vez en lo que dice la Biblia, e integrar todo su contenido con el mismo balance y en la misma proporción en que lo hace la misma Escritura. Eso nos lleva a la adoración. Y si ponemos cualquier otra cosa en el lugar de Dios, eso sería la definición misma de la idolatría.

Oración: Creador y Sustentador nuestro, todas las cosas subsisten en ti. Tú conoces a la criatura más pequeña, y estás al mando del ejército más poderoso. Tú gobiernas con justicia. Ayúdanos a confiar en tu bondad en todo cuanto hagas. Amén.


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