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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de El Catecismo de la Nueva Ciudad: La verdad de Dios para nuestras mentes y nuestros corazones (Poiema Publicaciones, 2018), editado por Collin Hansen. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

¿Qué significan justificación y santificación?

La justificación se refiere a nuestra justicia declarada ante Dios, la cual es posible gracias a la muerte y resurrección de Cristo por nosotros. La santificación se refiere al proceso mediante el cual nuestra justicia crece gradualmente, el cual es posible gracias a la obra del Espíritu en nosotros.

1 Pedro 1:1-2: “A los elegidos, extranjeros dispersos… según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por Su sangre: Que abunden en ustedes la gracia y la paz”. 

La justificación es el acto de Dios mediante el cual Él nos declara justos o perfectos solo por la fe mediante la cual hemos sido unidos a Jesucristo, quien es perfecto y justo. Así que la justificación es una posición legal ante Dios debido a una unión espiritual con Jesús, solo por medio de la fe. No puedes ganarte esa posición ante Dios. Él te declara perfecto debido a tu unión con Cristo, y eso solo sucede mediante la fe. 

Por medio de la fe, Dios nos une a Cristo. Su perfección es contada como nuestra. Y la evidencia de que somos perfectos en Él es que odiamos nuestro pecado…

La santificación es el acto de Dios mediante el cual Él, a través del Espíritu y de Su Palabra, te está moldeando poco a poco—o a pasos agigantados—a la imagen de Su Hijo. Así que nuestro comportamiento realmente se está volviendo justo, y realmente estamos venciendo nuestras imperfecciones en nuestra santificación.

Aquí está la pregunta clave: ¿Cómo se relacionan estas dos entre sí? El versículo clave es Hebreos 10:14: “Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando”. Piensa en lo que dice. ¿Quiénes han sido hechos perfectos para siempre? Han sido hechos. Ya está hecho. Han sido hechos perfectos para siempre. A aquellos que está perfeccionando. Que está santificando. Él los ha hecho perfectamente santos. ¿A quiénes? A los que está santificando. Lo que significa que la evidencia de que eres santo, perfecto o justo delante de Dios es que estás siendo santificado mediante la fe. Parece algo paradójico, lo sé. Pero es la clave de la vida cristiana.

El poder por el que diariamente luchas por vencer las imperfecciones de tu vida es la confianza de que ya eres perfecto en Cristo

Otra forma de decirlo es esta: El poder por el que diariamente luchas por vencer las imperfecciones de tu vida es la confianza de que ya eres perfecto. Si lo ves al revés, pensando: “Está bien, Dios exige perfección; tengo que llegar a ser perfecto en mi comportamiento, y entonces Dios me mirará y dirá: ‘Lo está haciendo bastante bien; dejaremos que sea perfecto o lo consideraremos perfecto’”. Es totalmente lo opuesto. Gracias a Cristo, creemos en Él, en lo que hizo en la cruz y en Su vida perfecta.

Creemos en Él y, por medio de esa fe, Dios nos une a Cristo. Su perfección es contada como nuestra. Y la evidencia de que somos perfectos en Cristo es que odiamos nuestro pecado y, mediante la fe en Sus promesas, luchamos diariamente para vencer nuestras imperfecciones.

Así que mi exhortación sería simplemente que, por favor, no entiendas esto al revés. Todo el mundo lo entiende al revés. Otras religiones lo entienden al revés, pensando que nuestras obras y nuestros esfuerzos por vencer nuestras imperfecciones pueden hacernos agradables a Dios. Eso nunca será posible de esa manera. Dios nos hace aceptables, nos hace Sus hijos, nos cuenta como justos; y debido a esa justicia entonces nos pasamos la vida convirtiéndonos en lo que ya somos.

Oración: Salvador y Señor nuestro, Tú has completado la obra de nuestra justificación. Has comenzado la obra de nuestra santificación y confiamos en que Tú nos sostendrás hasta completarla. Transfórmanos día a día a Tu semejanza, conformándonos a Tus caminos. Amén.


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