¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

¿Qué dice la geología sobre la edad de la Tierra?

Nota del editor: 

Dentro de la Coalición por el Evangelio tenemos diversas posturas acerca de la edad de la tierra. Si quieres un resumen de lo que consideramos como no negociable, puedes leer este escrito de parte de nuestro fundador.

 

Este artículo fue publicado gracias al apoyo de una beca de la Fundación John Templeton. Las opiniones expresadas en esta publicación son de los autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de la Fundación John Templeton

La pequeña comunidad donde crecí en el norte de los Estados Unidos consistía de tierras de cultivo llanas, intercaladas con cerros ligeramente ondulantes y bosques frondosos. En un verano de mi adolescencia, nuestra familia condujo hacia el oeste para unas vacaciones en las que conocí las Montañas Rocosas.

Nunca olvidaré cómo lucían las montañas a través del parabrisas, creciendo desde una manchita en la distancia hasta llegar a ser cumbres altísimas y majestuosas. A mí me fascinaba la escala colosal de las montañas y me preguntaba: “¿cómo llegaron ahí?”.

Mi curiosidad sobre las montañas imponentes, rocas y minerales coloridos, dunas de arena, ríos serpenteantes, y otros paisajes interesantes me llevó estudiar geología. Los geólogos investigan preguntas acerca de la historia, la estructura, los componentes, los organismos, y los procesos de la Tierra.

Los geólogos —incluso muchos geólogos cristianos— creen que nuestro planeta tiene alrededor de 4,5 mil millones de años.

Algunos podrían preguntarse: ¿Puede un cristiano estar comprometido con la infalibilidad de la Biblia y todavía aceptar la posibilidad de una Tierra tan vieja? ¿Importa la edad de la Tierra?  ¿Cómo es que los geólogos determinan la edad de la Tierra si, después de todo, nadie excepto Dios estuvo ahí cuando ocurrió la creación?

La intención de este artículo es proveer una introducción muy breve al campo de la geología, en particular respecto a cómo esta disciplina determina la edad de la Tierra. Además, discutiremos cómo los cristianos debemos responder a esa información.

Los científicos abordan esta  pregunta —sobre cómo podemos determinar la edad de las rocas en la Tierra— desde dos puntos de vista principales: la edad relativa y la edad absoluta. Una analogía de la edad relativa sería decir que tu hermana es más joven que tú. La edad absoluta, por otro lado sería decir que tú tienes 32 años y tu hermana tiene 24.

La edad relativa de las rocas

Los geólogos han establecido ciertos principios que pueden ser aplicados a las capas de rocas y nos ayudan a determinar la edad relativa de esas capas.

En muchos lugares alrededor del mundo podemos encontrar capas horizontales (estratos) de rocas sedimentarias. Uno de los puntos más famosos es el Gran Cañón del Río Colorado, ubicado en el estado de Arizona en los Estados Unidos. En el Gran Cañón podemos observar hasta 4800 metros de rocas sedimentarias y volcánicas que son generalmente planas.

La mayoría de los sedimentos se depositan horizontalmente en cuerpos de agua como los océanos, lagos, o ríos. Cada vez que una capa nueva se deposita, se deposita horizontalmente encima de una capa de sedimento más viejo. Este es el principio de horizontalidad original, que también dice que cualquier deformación (inclinación, rotura, doblez) de la roca sedimentaria debe haber ocurrido después de que la roca fue depositada.

El principio de superposición dice que, en una serie de rocas sedimentarias no deformadas, cada capa de roca es más vieja que la capa de roca que está encima y más joven que la capa de roca que está abajo.

Finalmente, el principio de relaciones transversales dice que cualquier característica geológica (como una falla o intrusión de lava) que atraviesa las capas sedimentarias debe haber tenido lugar después de que se formaron las rocas que se atravesaron.

Usando estos tres principios, los geólogos se han vuelto muy buenos en poner en orden los eventos que ocurrieron en cierto lugar, de manera similar a cuando un detective recolecta evidencia para determinar qué sucedió en una escena del crimen.

En otras palabras, los geólogos estudian las características de los sedimentos depositados por el viento, los ríos, los glaciares, y en los profundos océanos del presente para descubrir sus contextos corolarios del pasado, preservados en el registro de las rocas.

Estudiando los sedimentos el Gran Cañón, o los más de 9000 metros de rocas sedimentarias en el norte de Utah, o los más de 15 000 metros de sedimentos encontrados a lo largo del Océano Atlántico, los geólogos pueden identificar los contextos antiguos de desiertos, lagos, ríos, costas, y océanos. La diversidad de ambientes que representan condiciones cambiantes y la gran magnitud de las capas de rocas sedimentarias indican fuertemente que deben haber transcurrido largos periodos de tiempo durante su formación.

Por otro lado, científicos creacionistas como Larry Vardiman, quien propone que la Tierra tiene solo unos pocos miles de años, han atribuido la deposición de estos sedimentos al Diluvio de Génesis. Vardiman dice que:

“Parece que se formó una mezcla de lodo y arena en los océanos por la acción de los eventos de inundación, que se depositó en los continentes y los fondos oceánicos para formar las capas de rocas sedimentarias”.[1]

Si este fuera el caso, uno podría esperar encontrar grandes cantidades de sedimentos de varios tamaños, formas, y composiciones entremezcladas en una masa de roca gigante, desestructurada, y sin clasificar. En cambio, en muchos lugares encontramos múltiples capas distintivas de roca que representan ambientes muy diferentes al momento de la deposición.

Volvemos al ejemplo del Gran Cañón, que incluye 15 grupos distintos de formaciones rocosas formadas en diferentes condiciones. Las capas de la Roca Coconino se interpretan como un ambiente de antiguas dunas de arena. En la piedra arenisca de Coconino se pueden encontrar huellas fosilizadas de reptiles e insectos que alguna vez vivieron en las dunas de este antiguo desierto. Por otro lado, se interpreta que la Piedra Caliza Redwall, también encontrada en el Gran Cañón, proviene de un entorno de mar poco profundo y de aguas cálidas. La piedra caliza gris contiene fósiles marinos, incluidos corales, briozoos, y braquiópodos que se habrían formado en aguas oceánicas claras y bien iluminadas.

Los geólogos modernos concluyen que los entornos de las formaciones de Coconino y Redwall no solo son muy distintivos, sino que también se requirió una cantidad de tiempo considerable para su deposición y la deposición de las formaciones adicionales encontradas en el Gran Cañón.

La edad absoluta de las rocas

Además de determinar las edades relativas, los geólogos tienen métodos que pueden usarse para estimar la edad absoluta de las capas de roca. Los métodos de datación radiométrica se basan en la desintegración radiactiva natural de elementos como el uranio, el potasio, y el carbono. Aquí no tenemos espacio para explicar adecuadamente un asunto tan complejo como la datación radiométrica. Sin embargo, Nick Rogers ha proporcionado una excelente analogía para explicar el concepto básico:

“Algunos materiales cambian con un ritmo predecible. Cuando las cosas desaparecen o crecen con el tiempo, podemos determinar cuánto tiempo han estado desapareciendo o creciendo midiendo la cantidad de ‘cosa’ que todavía queda dentro de ellas.

Imagine que tiene una caja de chocolates y se come la mitad cada hora. Después de una hora, le quedaría media caja. Luego, después de otra hora, le quedaría un cuarto de la caja. Después de la tercera hora, comería la mitad de eso y solo quedaría una octava parte de la caja, y así sucesivamente.

¿En algún momento, si cuenta cuántos chocolates quedan, podría calcular cuánto tiempo han estado disponibles? ¡Seguro que sí! Es posible debido a la tasa de descomposición constante, el ritmo uniforme y constante al que algo desaparece. Los científicos realizan un cálculo similar cuando intentan averiguar qué edad tienen las cosas”.

Los métodos de datación —la datación radiométrica, la resonancia de giro electrónico, los nucleidos cosmogénicos, la magnetoestratigrafía y la tefrocronología— pueden proporcionar estimaciones de fechas para materiales que van desde unos pocos miles de años hasta millones e incluso miles de millones de años.

Algunos creacionistas de la tierra joven han criticado este tipo de métodos y buscan invalidar todos los resultados de la datación radiométrica basados en unos pocos ejemplos verificados de edades radiométricas incorrectas. Sin embargo, la datación radiométrica ha demostrado ser confiable y replicable para determinar la edad de unidades de roca en todo el mundo.

Es importante recordar que incluso las cosas que funcionan bien no funcionan bien todo el tiempo en todas las circunstancias. Como dijo Brent Dalrymples: “Intente, por ejemplo, usar un reloj que no sea resistente al agua mientras nada. Probablemente fallará, pero ¿cuál sería la conclusión de una persona razonable? ¿Qué los relojes no funcionan? Claro que no”.

Tanto los métodos de datación por edad relativa como los métodos de datación absoluta han ayudado a los geólogos a concluir que la Tierra es muy antigua. En el libro The Bible, Rocks and Time [La Biblia, las rocas, y el tiempo] Young y Stearley señalan:

“Mucho antes del desarrollo de los métodos de datación radiométrica, había abundante evidencia geológica para un mundo antiguo. Incluso si los creacionistas de la Tierra joven pudieran desacreditar de alguna manera todos los métodos de datación radiométrica, la conclusión de que la Tierra es muy antigua está firmemente establecida sobre bases científicas sólidas” (p. 389).

Los científicos han fechado algunas de las rocas más antiguas del centro de Guatemala utilizando el método radiométrico de uranio-plomo. La datación isotópica de uranio y plomo es uno de los métodos de datación más antiguos y generalmente más confiables para rocas que van desde 1 millón hasta más de 4500 millones de años.

Las rocas antes mencionadas probadas en Cuchumatanes, Guatemala, tienen una edad de 391 millones de años. Por otro lado, algunas de las rocas más antiguas encontradas en el Gran Cañón datan de hace 1800 millones de años utilizando este mismo método. Las rocas más antiguas que se encuentran en la Tierra tienen casi 4,28 mil millones de años. Estas rocas conocidas como Nuvvuagittuq se encuentran en la costa oriental de Canadá y fueron fechadas con isótopos de neodimio y samario.[2]

¿Y la inerrancia?

Ahora volvemos a la pregunta del inicio: ¿Puede un cristiano estar firmemente comprometido con la infalibilidad y la inerrancia de la Biblia y aceptar la posibilidad de una tierra vieja? Creo que la respuesta a esta pregunta es: sí, totalmente.

La palabra de Dios es inerrante e infalible, sin embargo, tanto los teólogos como los científicos son seres humanos falibles. Humanos que deben abordar la interpretación de las Escrituras y las observaciones científicas sobre la naturaleza con asombro y humildad. Nuestras conversaciones sobre la revelación especial de Dios (la Biblia) y su revelación general (naturaleza) deben hacerse con gracia y amor.

Las contradicciones aparentes entre la teología y la ciencia convencional no deberían disuadirnos de buscar la verdad de todo lo que Dios ha revelado a su pueblo. No debemos temer la evidencia que descubrimos en la creación de Dios.

Young y Stearley nos recuerdan que la evidencia abrumadora de los estudios geológicos apunta a una tierra muy antigua.

“Dios ha colocado una gran cantidad de pistas en las rocas que dan fe de la gran antigüedad terrestre. De la abundante evidencia empírica que se ha extraído de las rocas, no hay nada que pueda llevar a los geólogos a la conclusión de que la Tierra es otra cosa que extremadamente antigua. El hecho difícil que todos los cristianos deben reconocer y aceptar es que las investigaciones geológicas apuntan de manera convincente y abrumadora a la enorme antigüedad de la Tierra” (p. 475).

Como cristianos, debemos observar e interpretar la naturaleza con nuestras habilidades dadas por Dios y no tener miedo de la verdad que descubrimos.

Pero, ¿qué importa?

Volvamos a la pregunta: “¿Importa cuántos años tiene la Tierra?”. Aquí hay tres razones por las que la respuesta larga es “¡ciertamente, sí!”.

Primero, como cristianos debemos estar preparados para relacionarnos con el mundo honrando al Señor. Como dice Pablo en 1 Corintios 10:31: “Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”. Esto incluye practicar una buena ciencia y teología.

Segundo, hacer buena ciencia es importante para el evangelismo. Los científicos incrédulos podrían negarse a escuchar de un cristianismo conectado con la ciencia sospechosa y una tierra que solo tenga unos pocos miles de años. No debemos colocar una barrera seria e innecesaria entre los incrédulos y el evangelio de Jesucristo.

Tercero, debemos equipar a los jóvenes en la iglesia para que reconozcan que la creación de Tierra joven no es la única interpretación posible de Génesis. Los estudiantes universitarios que se enfrentan a la abrumadora evidencia geológica de la antigüedad de la Tierra pueden sentirse engañados por la creación y perder la confianza en el resto de su educación religiosa.

Para comprender correctamente los pasajes de la Biblia, como el relato de la creación de Génesis, uno debe considerar el idioma original, la audiencia original, el género literario, el contexto del relato, y el entorno cultural original para el que se escribió el texto. Un cristiano puede estar firmemente comprometido con la infalibilidad y la inerrancia de la Biblia y aún aceptar la posibilidad de una tierra vieja.

Consideremos cuál es el hecho indiscutible entre los cristianos con respecto a lo que la Biblia enseña sobre la Tierra y toda la creación: que Dios creó el universo y todo lo que hay en él. Ya sea que Dios creó todo en un momento o durante largos períodos de tiempo, el punto principal es que Dios lo hizo.


[1] Larry Vardiman, “Global Warming and the Flood,” Institute for Creation Research Impact Series 294 (1997): i-iv.

[2] Geologica Acta, Vol. 9, Nos 3-4, September-December 2011, 329-350.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando