Este poema se lee como una confesión a Dios por haber temido más a otros seres humanos que a Dios mismo.
El temor al hombre me ha robado
mil poemas, mil canciones,
mil amigos y emociones,
que en mentiras no he encontrado.
Si no enmiendo me amarán
y adeptos ganaré.
Una silla llenaré,
mas su alma perderán.
Vestir pobre o distinguido
depende de la ocasión.
Si es con pobre mal vestido,
elegante en la mansión.
Confrontar en estos tiempos
es de locos anticuados;
es mejor decir te amo
y mantenerlos encantados.
Las riquezas del camino
son zarcillos y candados;
son hermosos y dorados,
perdición del peregrino.
Que en mí haya temor,
cuando al Padre me presento.
Seré lleno de valor,
esperanza y aliento.
Para el hombre hay amor,
gracia y respeto;
mas temor solo al Señor,
cada día mi sustento.