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El dispensacionalismo teológico estudia la Biblia buscando mostrar cómo las diversas partes de las Escrituras contribuyen distintiva y progresivamente a la proclamación de un único mensaje de salvación por gracia.

La teología dispensacional procura por tanto resumir la enseñanza de toda la Biblia afirmando que Dios se ha relacionado con la humanidad en base a distintas economías o dispensaciones (gr. oikonomia) a lo largo de la historia. En cada dispensación Dios establece promesas y lineamientos específicos sobre los cuales el ser humano puede entrar en relación con él. Al mismo tiempo cada dispensación contribuye progresivamente al desarrollo de la obra redentora de Dios, haciendo evidente que la salvación ha sido siempre una obra divina otorgada por gracia a todo aquél que cree.

La base bíblica

Existen múltiples presuposiciones exegéticas esenciales al dispensacionalismo. En este artículo se adopta una versión modificada del resumen del teólogo John S. Feinberg en su excelente capítulo, “Sistemas de Discontinuidad”. Los puntos a continuación representan, en forma concisa, los compromisos fundamentales más importantes al dispensacionalismo en todas sus corrientes.

Hermenéutica literal

Con base en una convicción firme en la autoridad e infalibilidad del texto y el mensaje de las Escrituras, los sistemas dispensacionales buscan aplicar consistentemente una exégesis gramática-histórica-literal a la interpretación de toda la Biblia. Este “literalismo” tiene varias características importantes. Primeramente, afirma el carácter progresivo de la revelación divina. El Nuevo Testamento encuentra significado solo cuando se interpreta en correcta relación con el mensaje del Antiguo Testamento.

Además, el literalismo dispensacional enfatiza también que el Nuevo Testamento no cancela el mensaje del Antiguo Testamento, ni reemplaza necesariamente el cumplimiento histórico, cultural, y político de promesas dadas al pueblo de Dios en el antiguo pacto. Es decir, el dispensacionalismo no espiritualiza el mensaje del Antiguo Testamento. Más bien, el Nuevo Testamento esclarece, enriquece, y consuma el mensaje del Antiguo Testamento, revelando todo su valor histórico y teológico. Finalmente, podemos afirmar que el énfasis literal del dispensacionalismo otorga un valor y respeto únicos al pueblo de Dios a lo largo de los siglos, en su contexto histórico.  

Los múltiples significados contextuales de “judío” y “linaje de Abraham”

Al estudiar las Escrituras en base al modelo descrito arriba, es evidente que, a lo largo de la historia de redención, el concepto de “linaje” o “simiente” de Abraham se usa de maneras distintivas y específicas. Lo mismo puede decirse del término “judío”. A lo largo de Antiguo Testamento se habla del linaje de Abraham en su sentido étnico y biológico, es decir, los descendientes sanguíneos de Abraham. Este significado se halla también en el Nuevo Testamento en pasajes como Romanos 9-11. En otras ocasiones, el término es utilizado en un sentido político. Pero “la simiente de Abraham” también es espiritual. Es aquél grupo de personas que entran en relación con Dios por la fe (Ro. 4).

Finalmente, el término judío se usa en un sentido tipológico, cuya historia es de ilustración, edificación, y exhortación para la iglesia en el Nuevo Testamento (1 Co. 10:1-6). La hermenéutica dispensacional afirma que cada uno de estos sentidos es valioso, y que la llegada del nuevo pacto no nulifica la importancia de ninguno de estos significados. Esto, en consecuencia, da lugar a las siguientes dos características fundamentales al dispensacionalismo.

El carácter del cumplimiento de las promesas hechas a Israel

Si al estudiar las Escrituras reconocemos el valor tanto histórico como presente de Israel, entonces es necesario afirmar que las promesas hechas incondicionalmente al pueblo de Dios en el Antiguo Testamento deben tener un cumplimiento literal e histórico para el Israel étnico. El fracaso del pueblo de Israel como el “siervo del Señor” no cancela absolutamente todas las promesas hechas por Dios a Abraham y a David si se reconoce que muchas de ellas fueron otorgadas incondicionalmente.

El dispensacionalismo afirma que las promesas espirituales y eternas ofrecidas sobre la base del nuevo pacto (una nueva dispensación) no revocan el compromiso de Dios de cumplir las promesas hechas a su pueblo en el antiguo pacto (la antigua dispensación). En este sentido, las nuevas promesas no sustituyen, ni reinterpretan, ni espiritualizan indistintamente el cumplimiento de las promesas hechas incondicionualmente a Israel en los pactos abrahámico y davídico. En la nueva dispensación presente, las promesas son dadas al nuevo pueblo de Dios: la iglesia. Su valor es esencialmente espiritual y eterno, y es establecido sobre la obra de Jesucristo quien es en sí mismo el cumplimiento (pasado, presente, y futuro) de las antiguas promesas dadas a Israel, y al mismo tiempo, el punto de partida de todas las promesas presentes y futuras dadas a la iglesia en el nuevo pacto.

Israel y la iglesia como expresiones distintas del pueblo de Dios

De todo lo anterior es posible deducir uno de los aspectos más importantes de la teología dispensacional: una clara distinción entre Israel y la iglesia. Dios se ha relacionado con la humanidad de maneras distintas y específicas a largo de la historia bíblica. En el Antiguo Testamento, la obra redentora de Dios está directamente relacionada con Israel; con los descendientes fieles de Abraham y de David. Pero luego de la venida de Jesús como el Mesías prometido, Dios enfoca ahora su obra redentora en y a través de la Iglesia, la simiente espiritual de Abraham.

En el Antiguo Testamento, la obra redentora de Dios está directamente relacionada con Israel; pero luego de la venida de Jesús como el Mesías prometido, Dios enfoca ahora su obra redentora en y a través de la Iglesia.

Israel y la Iglesia son por tanto expresiones temporales distintas del pueblo de Dios. La iglesia no existía en el Antiguo Testamento, y en el dispensacionalismo, la iglesia no reemplaza a Israel. Hoy en día no hay distinción entre griego y judío en el pueblo de Dios (Gál. 3:28); pero la realidad presente no niega la existencia de un futuro glorioso para la nación de Israel (Ro. 9-11).

Una historiografía más comprensiva

Finalmente, podemos afirmar que el dispensacionalismo representa un énfasis más comprensivo en la forma de ver la obra de Dios en la historia. La obra de salvación de Dios es más que una redención espiritual. En contraste con otros sistemas cuyo énfasis es mayormente espiritual, el dispensacionalismo busca tener un acercamiento más balanceado a su percepción de la historia. Dios ha obrado a lo largo de los siglos para el bienestar social, político, y económico de las naciones, y en especial de su pueblo escogido. Todos los sistemas reconocen esta realidad, pero el dispensacionalismo desea interpretar el texto de manera que no enfatice lo espiritual a expensas de lo histórico-social.  

Debemos afirmar también que esta historiografía integral es la base de la comprensión futurista de la profecía que caracteriza al dispensacionalismo. Y al mismo tiempo, es también el fundamento de su postura premilenialista que enfatiza la segunda venida del Mesías para establecer un reino literal, milenial, e histórico en la tierra.

Las tres corrientes dispensacionales

A lo largo de la historia de la iglesia han existido teólogos cuyos escritos demuestran en forma incipiente algunos de los énfasis de lo que llegó a ser la exégesis dispensacional. Entre estos se encuentran Justino Mártir, Ireneo, Agustín, e Isaac Watts. Pero la teología verdaderamente dispensacional, con los énfasis descritos arriba, no se sistematizó sino hasta finales del siglo XIX. A partir de entonces es posible identificar tres desarrollos históricos en el dispensacionalismo. A continuación los describimos brevemente, mencionando a sus proponentes más importantes.

En contraste con otros sistemas cuyo énfasis es mayormente espiritual, el dispensacionalismo busca tener un acercamiento más balanceado a su percepción de la historia.

 

Dispensacionalismo clásico

A finales del siglo XIX, el irlandés John Nelson Darby (1880-1882), abandonó la Iglesia de Inglaterra y adoptó una eclesiología que enfatizaba la comunión de los creyentes y el estudio bíblico devocional, personal, y comunitario. Con el tiempo, Darby sistematizó el dispensacionalismo que posteriormente llegó a los Estados Unidos y fue adoptado por personajes de la talla de C. I. Scofield y Dwight L. Moody. Este dispensacionalismo “clásico” afirmaba que cada dispensación o economía se caracterizaba por una instrucción divina, una prueba de obediencia, y eventualmente el fracaso del hombre, dando lugar al juicio divino y el comienzo de una nueva dispensación. Adicionalmente, se caracterizaba por una discontinuidad extrema; un dualismo que hacía una diferencia radical y eterna entre Israel y la Iglesia. Israel era el pueblo terrenal de Dios, mientras que la Iglesia era su pueblo celestial. De aquí surgía un propósito redentor distinto para ambos. El propósito y el futuro de Israel serían terrenales, mientras que los de la Iglesia serían celestiales.

Este dispensacionalismo reconocía solo el pacto con Abraham como aplicable espiritualmente a la Iglesia, mientras que el mosaico y davídico eran puramente temporales. Además, hacía distinción entre el “reino de Dios” y el “reino de los cielos”. En su forma más común fue popularizado por la primera edición de La Biblia de Estudio de Scofield y enseñaba siete dispensaciones:

  1. La inocencia (desde la creación hasta la caída de Adán y Eva en Edén)
  2. La conciencia (desde la caída hasta el diluvio)
  3. El gobierno humano (desde Noé hasta Abraham)
  4. La promesa (desde Abraham hasta Moisés)
  5. La Ley (desde Moisés hasta Juan el Bautista)
  6. La gracia (desde la primera venida del Mesías y su pasión, hasta su segunda venida)
  7. El milenio (desde la segunda venida hasta el juicio del gran trono blanco)

Dispensacionalismo Revisado

Hacia mediados del siglo XX y culminando con la edición revisada de La Biblia de Estudio de Scofield en 1967, se desarrolló en los Estados Unidos la revisión más significativa en la historia del dispensacionalismo. Este “dispensacionalismo revisado” tuvo como resultado principal la eliminación del dualismo extremo del dispensacionalismo clásico. Eliminó la distinción escatológica entre el pueblo “terrenal” de Dios y su pueblo “celestial”. Pero conservó al mismo tiempo una clara distinción histórica entre Israel y la Iglesia.

Este dispensacionalismo es el que inundó el mundo evangélico hacia finales del siglo XX, y es sin duda, la postura mas popular en gran número de las denominaciones cristianas en Latinoamérica. El número de las dispensaciones permaneció estable, siguiendo el modelo de Scofield. Sus proponentes más importantes surgieron primero en el Seminario Teológico de Dallas con figuras como John F. Walwoord, Dwight Pentecost, y Charles Ryrie. En cuanto al significado del “reino de Dios”, no hubo una postura homogénea.

Dispensacionalismo Progresivo

Hacia finales del siglo XX se desarrolló una nueva corriente dispensacional conocida como “dispensacionalismo progresivo”. Entre sus proponentes más importantes se encuentran Darrell Bock y Craig Blaising. La característica esencial de este modelo es su intención de enfatizar la continuidad o “progresión” de las dispensaciones. En este sentido, el propósito redentor es mas integral.

Aunque todos los modelos dispensacionales enfatizan primariamente la “discontinuidad” en el trato de Dios con el hombre a través de la historia, el dispensacionalismo progresivo establece un mejor balance entre continuidad y discontinuidad. Aun cuando mantiene la distinción entre la Iglesia e Israel, también reconoce que la Iglesia es ahora el lugar único de toda bendición espiritual para todos los redimidos, sin importar su etnia o nacionalidad. También esclarece la primacía de la gracia a lo largo de la historia de la redención, y presenta las dispensaciones como una expresión progresiva, cada vez más clara y completa de la obra de la gracia de Dios para la salvación de la humanidad en todas las dispensaciones.

Este dispensacionalismo es también más inclusivo en su interpretación de los pactos. En lugar de enfatizar la primacía y continuidad solo del pacto abrahámico, reconoce a los pactos posteriores como una continuidad y expansión de la promesa de bendición hecha a Abraham. Al mismo tiempo evita “espiritualizar” los pactos del Antiguo Testamento como lo hace la teología de pacto. Más bien, reconoce que las bendiciones espirituales son un nuevo desarrollo inaugurado en el nuevo pacto.

Por último, el dispensacionalismo progresivo enfatiza el carácter eterno del reino de Dios y su consumación futura, pero afirmando al mismo tiempo que dicho reino fue inaugurado (no consumado) en la primera venida del Mesías. En este sentido, el reino de Dios ya está entre nosotros pero todavía no se ha revelado ni consumado en toda su gloria.

Puntos fuertes de la teología dispensacional

Una relación balanceada entre el Antiguo Testamento y Nuevo Testamento

En contraste a la primacía dada al Nuevo Testamento en la teología del pacto, el dispensacionalismo busca dar valor a ambos testamentos individualmente (de aquí su discontinuidad). La forma de exégesis literal del dispensacionalismo busca respetar el carácter histórico de las promesas de Dios a su pueblo tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. El cumplimiento de las promesas es tanto histórico como espiritual y eterno.

La naturaleza progresiva de la revelación

Al enfatizar el carácter progresivo de la revelación, el dispensacionalismo reconoce el valor especial que el Nuevo Testamento tiene para la Iglesia en el presente. Pero al mismo tiempo, honra la obra y las promesas de Dios hechas a Israel en el pasado. Además, también afirma que la obra pasada de Dios es la base de la revelación más completa de su gracia en el presente. De esta manera, el carácter progresivo de la revelación establece tanto la discontinuidad como la continuidad de la obra de redención de Dios en la historia.

La salvación como una realidad histórica y espiritual

El dispensacionalismo busca reconocer que la obra de salvación de Dios incluye aspectos temporales y eternos, espirituales y sociales. De esta manera, la obra de Dios en relación al pueblo de Israel tiene propósitos históricos, culturales, políticos, y eternos que no son cancelados ni reemplazados por la obra de Dios por medio de la iglesia.

Puntos de crítica

¿Enfatiza demasiado la discontinuidad?

Quizá la crítica mas importante en contra del dispensacionalismo es que divide innecesaria o erróneamente las Escrituras. Es evidente que el desarrollo histórico mismo del dispensacionalismo demuestra como, inicialmente, la distinción entre Israel y la Iglesia era extrema, y que a lo largo del siglo se ha buscado regresar a un mejor balance entre discontinuidad y continuidad. Pero el riesgo persiste, especialmente en Latinoamérica donde el dispensacionalismo progresivo no ha sido significativamente estudiado ni adoptado.

¿Es propenso a abusos hermenéuticos?

Al igual que otros sistemas teológicos, el dispensacionalismo ha mostrado propensión a abusos hermenéuticos específicos. En ocasiones, su literalismo exegético se ha llevado a excesos como los mostrados por el dualismo extremo del dispensacionalismo clásico. Por otra parte, algunos exegetas han malinterpretado las distinciones dispensacionales, afirmando que la gracia es característica solo de la dispensación presente, la “dispensación de la gracia”. Este argumento prosigue a proclamar distintos modos de salvación a lo largo de la historia. Cosas tales como: “las personas se salvaban por obras bajo la ley, pero ahora son salvas por gracia.” En la mayoría de los casos, estos errores han sido resultado de un estudio superficial y descuidado del modelo dispensacional por parte de pastores y líderes sin entrenamiento teológico formal.

¿Es propenso a abusos escatológicos?

Otro punto de crítica ha sido el abuso de algunos en relación a los aspectos proféticos y escatológicos asociados al dispensacionalismo. Se ha dicho que los creyentes tienden a dos extremos en relación a las doctrinas del futuro: la escatofobia y la escatomanía. Sin duda esto es especialmente cierto entre las iglesias que enseñan una escatología dispensacional. Por un lado, hay algunos que han abusado de los modelos dispensacionales, usándolos para causar un temor extremo al futuro, y para promover modelos evangelísticos carnales basados en el temor al rapto o la tribulación. Por otra parte, otros han deformado el dispensacionalismo, usándolo como excusa para “descubrir” y proclamar cumplimientos proféticos específicos en las noticias cotidianas, afirmando fechas precisas para la venida de Cristo, juicios divinos sobre Israel y otras naciones, etc.

Conclusión

Ningún modelo de interpretación es puramente dispensacional o de pactos. Las posturas existen en un continuo teológico en el que las preguntas más importante son: ¿cuánta continuidad existe en las Escrituras entre el Antiguo y Nuevo Testamentos?, ¿cuán literal debe ser la exégesis?, y ¿cuál es la relación entre Israel y la Iglesia? Mientras más se enfatice la discontinuidad, el literalismo exegético, y la separación entre Israel y la Iglesia, más dispensacional será el modelo. Y al contrario, mientras más se enfatice la continuidad, la interpretación espiritual del Antiguo Testamento, y la unión de Israel y la Iglesia, el modelo será mas cercano a una teología de pacto. En cualquier caso, nuestras posturas escatológicas deben sostenerse con una doble medida de humildad, reconociendo la profunda complejidad e incertidumbre involucradas en nuestra labor de interpretación.


Para saber más sobre la teología dispensacional, se pueden consultar los siguientes libros:

En castellano:

  • Charles Ryrie, Dispensacionalismo Hoy.  

En inglés:


Imagen: Lightstock.
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