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Lo que pasa por tu cabeza ahora mismo tiene sentido si fuiste concebido por un Dios pensante.

Pensemos en una de las pinturas más reconocidas y parodiadas de todos los tiempos: La creación de Adán, de Miguel Ángel. El brazo extendido de Dios se acerca al de Adán que está abajo. Las puntas de sus dedos están a unos centímetros de distancia. Es la representación creativa de Miguel Ángel del momento solo unos segundos antes de Génesis 1:26: «Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza […]”».

Un Adán indiferente extiende la mano, apático y torpe. No hay chispa, inspiración ni determinación como la que vemos en el rostro de Dios. Dios está suspendido en el espacio por un sudario en color granate pintado con impresionante precisión anatómica para que parezca un enorme cerebro. Dios extiende Su dedo para infundir los poderes del pensamiento en la humanidad.

Hay una verdad teológica en el fresco más famoso de Miguel Ángel. Dios no solo creó un cosmos estructurado racionalmente, sino que también tuvo la ingeniosa idea de poblar ese cosmos con portadores de Su imagen. Ideó (aquí hablo antropomórficamente) una especie dotada con algo de Su conciencia racional, el poder de tener pensamientos significativos.

Dios no solo creó un cosmos estructurado racionalmente, sino que también tuvo la ingeniosa idea de poblar ese cosmos con portadores de Su imagen

Ser portador de la imagen de Dios es ser portador de la imagen de Aquel que ideó las leyes de la gravedad, la termodinámica y la tabla periódica. No somos autómatas de ojos muertos. Somos seres posteriores al toque del dedo que exhiben el asombroso don de la conciencia.

9 evidencias de que fuiste creado por un Creador racional

En este mismo momento, estás haciendo al menos nueve cosas que demuestran que eres algo más que un montón de materia inconsciente.

1. La toma de decisiones

Tomamos miles de decisiones cada día. Si fuiste creado a imagen de una mente capaz de elegir, esto no es ninguna sorpresa. ¿Pueden las decisiones significativas reducirse a un mundo natural que funciona según un determinismo mecánico (o un indeterminismo cuántico aleatorio)? Si pudiéramos reducir así la libertad, entonces nadie elegiría creer o no creer en Dios, y todo el debate quedaría reducido al zumbido involuntario de las máquinas biológicas.

2. Lo que debería ser

La conciencia no solo se ocupa de los hechos (lo que es), sino también de los valores (lo que debería ser). ¿Pueden valores normativos como el bien y el mal surgir del mundo material de meros hechos descriptivos? ¿Pueden realidades no materiales como lo que debería ser brotar de la tierra de lo que es? Como se pregunta Don Delillo en su novela White Noise [Ruido blanco]:

Pueden rastrear todo lo que dices, haces y sientes, incluso el número de moléculas de una determinada región… ¿Qué ocurre con el bien y el mal en este sistema? ¿La pasión, la envidia y el odio? ¿Se convierten en una maraña de neuronas?… ¿Qué acerca de la rabia asesina? Un asesino solía tener cierto tamaño temible para él. Su crimen era grande. ¿Qué ocurre cuando lo reducimos a células y moléculas?

3. Leyes no físicas

Las cosas físicas siguen leyes físicas. Tu mente, sin embargo, puede funcionar según leyes lógicas no físicas. Tomemos, por ejemplo, la ley lógica de la transitividad: Si A = B y B = C, entonces A = C. ¿Es una ley física? Si es así, ¿cuál es su composición química? ¿Qué mutación genética en nuestro pasado evolutivo produjo la ley de transitividad o la ley de no contradicción o cualquier otra ley lógica?

4. Semántica

El mundo físico es un mundo de sintaxis. Toma este artículo por ejemplo. Está cargado de sintaxis física: píxeles negros dispuestos en determinadas formas garabateadas sobre una pantalla brillante, todos con composición química y ubicación espacial. Pero estás mirando algo más que mera sintaxis. Este artículo está lleno de lo que los filósofos llaman «semántica»: el significado que se transmite a través de la sintaxis física, pero que no se reduce a ella.

5. Creatividad

Ya se trate de la oscura belleza de La noche estrellada de Van Gogh o del sol naranja de crayola de un niño, la conciencia exhibe el poder de la creatividad. ¿Son todas las obras maestras sobre lienzo o cartulina —todas las canciones, poemas, obras de teatro, bailes o cenas— meros subproductos mecánicos de la materia en movimiento? ¿Acaso el artista no es más que un manojo de sustancias químicas que se revuelven?

6. Intencionalidad

Piensa de nuevo en el techo de la Capilla Sixtina. Puedes hacerlo sin que el insoportable dolor de cabeza de la obra maestra de Miguel Ángel se materialice en tu materia cerebral. No estás pensando la Sixtina, sino pensando acerca de la Sixtina. La conciencia tiene el poder de ser acerca de las cosas (lo que los filósofos llaman «intencionalidad»). ¿Podrían las mutaciones genéticas en el mundo concreto de la materia producir algo no físico como un pensamiento abstracto?

7. Experiencias propias

El mundo físico puede describirse con las categorías objetivas de «eso» de la ciencia. Pero en la conciencia no solo hay un es, sino también un yo irreducible a la consciencia: una subjetividad, una perspectiva en primera persona.

Imagina, por ejemplo, un tomo científico sobre los murciélagos en el que se explicara todo lo que se puede saber científicamente sobre estas criaturas aladas. ¿Qué pregunta no respondería un tomo tan científico?

No respondería a la famosa pregunta de Thomas Nagel: «¿Cómo es ser un murciélago?». ¿Qué se siente volar a ciegas por la oscuridad, lanzando chillidos de ultrasonido para abalanzarse a toda velocidad sobre la cena de un insecto desapercibido? ¿Cómo exploramos el yo y el cómo es desde el inconsciente «eso» del mundo físico?

8. Propósitos subyacentes

El «eso» del mundo físico es lo que los filósofos llaman no-teleológico. Las cosas físicas no piensan en propósitos subyacentes. Un vaso de mercurio no piensa: «Mi objetivo es hervir a 574 grados». Simplemente lo hace. La conciencia, sin embargo, es teleológica. Pensamos con un propósito, hacia metas, actuando por alguna razón (aunque a menudo sea por razones totalmente irracionales). ¿Puede el eso sin propósito del mundo físico generar el para qué teleológico del mundo consciente?

9. Significado

La conciencia puede entrar en contacto y reflejar un significado real. Hay algo verdaderamente significativo en las personas que dan y reciben amor, algo de valor trascendente que no puede reducirse a la interacción de partículas o a la búsqueda biológica de la supervivencia. ¿Cómo surge la dimensión del significado de nuestros mundos conscientes —el porqué de nuestra existencia— del mundo físico del mero ser? ¿Tiene razón Dawkins al afirmar que «en el fondo, [el universo no tiene] ningún diseño, ningún propósito, ni mal, ni bien, nada, sino solo una indiferencia despiadada»?

Saltos de fe y las dudas de Darwin

Se requieren muchos saltos de fe para creer que los humanos son meramente físicos. ¿Requiere demasiada fe creer que el «eso» inconsciente del mundo material engendró de algún modo el esto o aquello (poder de elección), el debería ser (valores morales), el por tanto (leyes lógicas), el qué (semántica), el acerca de (intencionalidad), el asombro (creatividad), el yo (indexicalidad), el cómo sería (qualia), el para qué (teleología) y el porqué (significado)?

Nuestro origen no se remonta a la materia irreflexiva, sino a un Creador pensante

El propio Darwin parecía acosado por tales problemas cuando escribió en una carta personal (en inglés): «Siempre surge la horrible duda de si las convicciones de la mente del hombre, que se ha desarrollado a partir de la mente de los animales inferiores, tienen algún valor o son dignas de confianza. ¿Confiaría alguien en las convicciones de la mente de un mono, si es que hay convicciones en tal mente?».

Con la distinción esencial Creador-criatura que establece la Biblia, nuestro origen no se remonta a la materia irreflexiva, sino a un Creador pensante. Por tanto, la razón no se elimina como un mecanismo físico de supervivencia poco fiable, sino que se abraza como un mecanismo de conocimiento de la verdad que nos ha sido dado por el Dios trascendente de la verdad.

En la otredad que separa al Creador del mundo material que creó, encontramos una razón para razonar. Nuestra libertad, moralidad, lógica, significado, creatividad, individualidad, experiencia y propósito ya no se explican desde la existencia, sino que se alimentan y amplían a medida que amamos a Dios con toda nuestra mente (Deut. 6:4-9).

Tus poderes de razonamiento no son producto de fuerzas absurdas. Provienen de Dios.

No los desperdicies.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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