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10 cosas que debes saber sobre la expiación limitada

Establecer la terminología

Lo primero que debemos decir, para empezar, es que expiación limitada es una frase desafortunada porque se trata de la expiación de Cristo, y ahora suena como si alguien quisiera limitarla. ¿Por qué íbamos a querer limitar la expiación por los pecadores? Creo que la frase expiación definida es una manera más positiva de hablar de esta doctrina. Para los propósitos de este artículo, voy a usar la frase expiación definida en cada uno de estos diez puntos.

1. La expiación definida es una forma de hablar sobre la intención y la naturaleza de la muerte de Cristo.

La doctrina de la expiación definida afirma que, en la muerte de Cristo, el Dios trino decidió efectuar la redención de cada persona que el Padre entregó al Hijo en la eternidad pasada, y aplicar los frutos de Su sacrificio por medio del Espíritu a cada una de ellas. En pocas palabras: la muerte de Cristo se proponía ganar la salvación solo del pueblo de Dios; y no solo se proponía hacerlo, sino que además lo consiguió efectivamente. Jesús hará honor a Su nombre: salvará a Su pueblo de sus pecados. Al respecto de esto, el adjetivo «definida» cumple una función doble. La muerte de Cristo fue definida en su intención: murió para salvar a un pueblo en concreto; y fue definida en su naturaleza: su muerte realmente hace expiación por el pecado.

2. La expiación definida ha sido objeto de controversia en la iglesia cristiana.

Para algunos, la expiación definida es una «doctrina sombría» (Karl Barth), que contiene «blasfemias horribles» (John Wesley); para otros, es una «doctrina sin texto» (Broughton Knox), a la que se llega mediante la lógica y no mediante una lectura directa de las Escrituras (RT Kendall). Desde el punto de vista pastoral, la expiación definida se considera el talón de Aquiles de la fe reformada, apagando el celo evangelizador e invitando a la desesperanza más que a la seguridad del creyente. Con una historia tan accidentada, uno podría preguntarse por qué deberíamos siquiera hablar de esta doctrina, por no decir creer en ella. Pero solo porque una doctrina sea controversial no significa que no deba ser discutida, defendida o aceptada. Si así fuera, no seríamos cristianos trinitarios que defienden la justificación por la fe sola.

3. La Biblia misma plantea el tema de la intención y la naturaleza de la muerte de Cristo.

A medida que lees la Biblia, ves que habla de la muerte de Cristo siendo para muchos, para todos, para el mundo; sin embargo, también habla de la muerte de Cristo siendo para mí, para nosotros (creyentes), para un pueblo, para Su iglesia. Así pues, nos guste o no, la Biblia nos obliga a reflexionar sobre la intención y la naturaleza de la muerte de Cristo, presentándonos una tensión aparente. Nuestra tarea consiste en encontrar la manera de manejar esa tensión al interpretar los diferentes textos.

4. No hay un versículo único en la Biblia que responda a la pregunta sobre la intención y la naturaleza de la muerte de Cristo.

No se establece la doctrina cristiana aportando unos cuantos textos aislados aquí o allá. Si tratáramos la doctrina de ese modo, tendríamos que afirmar la justificación por las obras y no la justificación por la fe sola, ya que hay un texto que afirma claramente lo primero (Stg 2:24), pero no hay ningún texto que afirme lo segundo. Lo mismo puede decirse de otras doctrinas importantes como la Trinidad o las dos naturalezas de Cristo en una sola persona. A estas doctrinas se llega reuniendo una serie de textos bíblicos y sintetizando al mismo tiempo doctrinas relacionadas internamente con la doctrina en cuestión. En el caso de la expiación definida, esto incluye doctrinas como la unión con Cristo y la Trinidad. Por ejemplo, cuando consideramos la expiación a la luz de nuestra unión con Cristo, entonces empieza a tener sentido situar la particularidad de la expiación en el momento en que Cristo murió; o cuando consideramos que la obra de cada persona de la Trinidad se realiza siempre en armonía con las demás personas de la Trinidad, nos damos cuenta de que cuando Cristo murió no podía haber propósitos «cruzados» en la Divinidad.

5. La expiación definida nos proporciona seguridad personal.

Martín Lutero dijo que la dulzura del evangelio se encuentra en los pronombres: «el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gá 2:20). La expiación definida ayuda a personalizar la muerte de Cristo y profundiza nuestra apreciación de Su amor por nosotros. Precisamente porque murió como Alguien por algunas personas, cuando murió en la cruz, nosotros estábamos en su mente (cp. Jn 17). Pero aún más, ya que la muerte de Cristo propició la ira de Dios por todos nuestros pecados, significa que no podemos experimentar la ira de Dios en el día del juicio final. El precio ha sido pagado, el castigo llevado, la ley satisfecha y la condenación removida.

Pago que Dios dos veces no exigirá—
Una de mano de mi sangrante fiador
y luego otra vez de la mía.
(Augustus Toplady)

6. La expiación definida nos motiva al evangelismo y las misiones.

El evangelio que proclamamos es aquel en el que Cristo ha propiciado la ira de Dios contra los pecadores, no potencial o hipotéticamente, sino realmente. Puesto que lo ha hecho definitivamente por todo tipo de personas, debemos predicar el evangelio a todos sin distinción, sabiendo que Cristo salvará a aquellos por los que murió. Esta es nuestra motivación: «Con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación» (Ap 5:9).

7. La expiación definida no agota el significado de la cruz.

La expiación definida dice algo esencial sobre la muerte de Cristo, pero no dice todo lo que hay que decir. Hay muchos aspectos de la expiación que deben afirmarse junto a su intención y naturaleza definidas: la suficiencia de la muerte de Cristo por todos, la proclamación libre e indiscriminada del evangelio a todos, el amor de Dios por los no elegidos y Su postura salvífica hacia un mundo caído, las implicaciones de la expiación para todo el cosmos y no solo para la iglesia.

8. La doctrina de la expiación definida (o indefinida) no nos salvará.

Los cristianos que pertenecen a la tradición reformada aman sus doctrinas, en especial las «doctrinas de la gracia», una de las cuales es la expiación definida. Siempre corremos el peligro de pensar que la doctrina —especialmente la doctrina pura— es lo que nos salva. Pero podemos ser unos inerrantistas bíblicos de pura cepa, y aun así terminar en el infierno. Basta con mirar a los fariseos. Podemos ser miembros de una iglesia de Cristo, con un pacto firmado y sellado, y aun así terminar en el infierno. Basta con mirar a Judas. Lo mismo sucede con los «calvinistas de cinco puntos». El peligro es que acabemos amando la Escritura, o la señal, o la doctrina más que al Salvador. Cuando nuestra fe está en otra cosa que no sea Cristo, entonces no hay salvación. La expiación definida no nos salva, como tampoco nos salva la fe. Jesucristo, quien proveyó una expiación definida, es quien nos salva a través de la fe. «Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores» (1 Ti 1:15), no una expiación definida (o indefinida).

9. La expiación definida se exhibe de manera maravillosa en los sacramentos del bautismo y la Cena del Señor.

En la palabra que acompaña a los dos sacramentos de la iglesia cristiana, dos palabras resaltan la verdad de la expiación definida.

Liturgia bautismal reformada francesa:

Por ti, hijito,
Jesucristo ha venido, ha luchado, ha sufrido.
Por ti entró en la sombra del Getsemaní y en el horror del Calvario.
Por ti lanzó el grito: «¡Consumado es!».
Por ti resucitó de entre los muertos
y subió al cielo
y allí intercede
por ti, hijito, aunque no lo sepas.
Pero así se hace verdad la palabra del evangelio.
«Le amamos, porque Él nos amó primero».

Liturgia de la cena del Señor:

«Esto es Mi cuerpo que por ustedes es dado. Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por ustedes» (Lc 22:19-20).

10. La expiación definida es una doctrina hermosa porque destaca la unidad de la persona y la obra de Cristo.

La expiación definida muestra a la persona de Cristo realizando Su obra en unión con Su pueblo para la gloria de Su Padre con la ayuda de Su Espíritu. La expiación definida narra la historia del Hijo-Guerrero que viene a la tierra para matar a Su enemigo y rescatar al pueblo del Padre. Cristo es el buen Pastor que da la vida por Sus ovejas, el Esposo amoroso que se entrega por Su esposa, el Rey victorioso que reparte el botín de Su conquista entre los ciudadanos de Su reino. Él es la Cabeza que se sacrifica por el cuerpo, el Maestro que da Su vida por Sus amigos, el Primogénito que se entrega por Sus hermanos, el postrer Adán que cae en un sueño profundo y de su costado desgarrado, como con el primer Adán, sale Su esposa.

¿Por qué no querrías creer en la doctrina de la expiación definida?


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por Equipo Coalición.
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