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¿Quieres crecer como cristiano? Vuelve al principio.

Mientras estaba sentado en clase, la frustración del joven era evidente; cuando terminó la clase, estaba cerca de mi plataforma antes de que yo cerrara mi portátil. Quería reunirse cuanto antes. En la conferencia yo dije:

No añadimos obras a la fe en Jesús. Nos presentamos ante Dios, desde el primero hasta el último, justificados solo en Cristo. Nunca vamos más allá de la fe y nuestra justicia nunca es propiamente nuestra, siempre está en Cristo.

Dije: «Si medimos la palabra fiel de Dios para con nosotros en Cristo solo por la presencia o ausencia de obras, entonces vendrá la desesperanza o el engaño».

Quedamos en reunirnos al día siguiente. Supuse que el joven estaba enojado, pero me equivoqué. Tras unos momentos en mi oficina, se le llenaron los ojos de lágrimas. «Desde que tengo uso de razón no he tenido seguridad de mi salvación», me dijo. «Nunca siento que hago lo suficiente y sé que un día rendiré cuentas ante Dios».

Confesamos la justificación por la fe en Cristo, pero en la práctica la presión está en cumplir, en servir más, en amar más, en ser más

«¿Crees que Dios te justifica en Cristo?», le pregunté. «¿Que perdona tus pecados y te da a Cristo como tu justicia?».

«Sí», respondió.

«¿Crees que Dios hace esto solo para empezar, pero que algún día añadirá tus obras para comprobar si realmente cumples los requisitos?».

«No. Pero vivo como si lo hiciera».

Confesamos la justificación por la fe en Cristo, pero en la práctica la presión está en cumplir, en servir más, en amar más, en ser más. Como dice Craig A. Parton, parece haber siempre un «impulso evangélico de hacer más».

En Gálatas 3:1-3, Pablo deja claro que todo tipo de obras, virtudes y prácticas son encantamientos malignos cuando se las utiliza para obtener una identidad o una posición ante Dios. La vida cristiana no consiste en avanzar y ascender desde la cruz. Por el contrario, debemos volver al principio.

El doble filo de la evidencia

Seamos claros: la fe que salva fluye hacia fuera en obras de amor a Dios y a los demás. Somos salvos solo por la fe, pero nuestra fe no está sola. Ya sea bueno o malo, un árbol se conoce por sus frutos (Mt 12:33). El amor y la obediencia son señales de la fe salvadora.

Sin embargo, ninguno de nosotros sirve lo suficiente a los demás, pero ese no es el punto en juego en Gálatas 3.

El punto aquí es si caeremos en la peligrosa trampa de encontrar seguridad, o establecer nuestra identidad, en lo que hacemos o si la encontraremos en Cristo.

Pueden surgir problemas en la relación entre las obras y la seguridad porque nos encantan las evidencias contundentes, las cosas que podemos ver y señalar. Amamos nuestros propios logros, las cosas que nos distinguen como cristianos realmente comprometidos. Esto es una piedra de tropiezo. Es fácil comenzar con Cristo crucificado y el Espíritu, pero luego ser atraídos, como en trance, lejos de la cruz y volver a encontrar seguridad en nuestro esfuerzo. Incluso cuando Pablo examinó su propia vida de fe, se apartó de sí mismo al decir «ya no soy yo… sino que Cristo vive en mí» (Gá 2:20).

A los gálatas que sucumbieron a la tentación de encontrar seguridad en el esfuerzo, Pablo les hizo una serie de preguntas. Veamos dos de ellas.

1. “¿Quién los ha hechizado?” (Gá 3:1 NVI)

Según Pablo, añadir obras a la cruz de Cristo no es un error sin importancia. Significa ser desviado como bajo un hechizo. Los falsos maestros desviaron a los gálatas del evangelio apostólico, diciendo esencialmente: «Sí, tienen a Jesús, pero necesitan añadir obras de la ley». Ellos «hechizaron» o «fascinaron» a los gálatas. Sin embargo, en el capítulo 2, Pablo dice que nadie puede ser justificado ante Dios por cumplir la ley, sino solo mediante la fe en Cristo (Gá 2:16). Al caer bajo el encanto de las obras, los gálatas perdieron de vista al Salvador.

2. “Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿van a terminar ahora por la carne?” (Gá 3:3)

No está hablando de «ser salvos» por obras. Está reprendiendo la dependencia en la carne para progresar en la vida cristiana. Con «carne», Pablo vincula la dependencia de las obras a un poder y reino opuestos a Cristo y Su Espíritu.

No somos justificados por Dios en Cristo ni se nos da el Espíritu para que pongamos la cruz en el espejo retrovisor

Añadir a la cruz significa volver a caer bajo maldición (Gá 3:10). Aunque debemos conformarnos a Cristo y vivir una vida digna de nuestro llamamiento (Ef 4:1), la vida cristiana no consiste en demostrar o exhibir nuestra justificación a través de nuestro hacer. No somos justificados por Dios en Cristo ni se nos da el Espíritu para que pongamos la cruz en el espejo retrovisor. Crecer en la vida cristiana no es progresar desde la cruz. Debemos confesar constantemente nuestro pecado —incluyendo nuestras tendencias a justificarnos a nosotros mismos— y volver diariamente a la cruz.

Pero ¿qué hay de…?

Sé lo que estás pensando. ¿No dice Pablo: «Pónganse a prueba para ver si están en la fe» (2 Co 13:5) y «Cada uno examine su propia obra» (Gá 6:4)? ¿No nos enseñan estos textos que las obras son necesarias? ¿No nos animan a medir nuestro progreso?

Sí, las obras son necesarias, pero debemos distinguir las obras añadidas a la cruz de las obras que fluyen de ella (Ef 2:10). Sí, Pablo también recomienda el autoexamen, pero la autoevaluación más importante no se encuentra en la evidencia de progreso. Es volver al principio y preguntarse: «¿Estoy creyendo? ¿Estoy confiando en Cristo?». Después de todo, la fe es un don y una obediencia, no simplemente una plataforma de lanzamiento para la obediencia (Jn 6:29; Ro 1:5).

¿Quieres crecer en Cristo? Debes saber que las preguntas de Pablo en Gálatas 3 son también para ti. Dudo que te sientas presionado a añadir la circuncisión u otras ceremonias mosaicas a tu fe. Pero arraigar nuestra identidad y seguridad cristianas en cualquier obra, incluida la buena ley de Dios, significa alinearnos con la carne. Es empezar con Cristo que cumplió la ley por nosotros y luego tratar de terminar mediante otro poder.

¿Quieres crecer como cristiano? Debes saber que Jesús está frente a ti cada día en Su Palabra del evangelio. Él te llama a volver al principio. Cree, confiesa y arrepiéntete. Vuelve a la cruz.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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