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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Dinero, deuda y finanzas: Preguntas comunes; respuestas bíblicas (Poiema Publicaciones, 2022), por Jim Newheiser.

Karen y Gil nos llamaron por teléfono diciendo que necesitaban de manera urgente reunirse con nosotros. Cuando llegaron y se sentaron, Karen estaba llorando y Gil tenía la cabeza baja. Me preguntaba qué podría haber hecho Gil. ¿Adulterio? No.

Resulta que Gil había perdido su trabajo, pero no se lo había dicho a Karen. Cada día actuaba como si fuera a trabajar, pero en realidad iba al casino local. Se había convencido, gracias a un libro que había comprado, de que podía ganar en el blackjack siguiendo un determinado sistema. No funcionaba, pero no perdía la fe.

Sin embargo, había usado su tarjeta de crédito hasta pasar el límite. Karen lo descubrió cuando los cobradores comenzaron a llamar a casa. Entonces miró las facturas de sus tarjetas de crédito y vio miles de dólares en cargos de los casinos locales.

Karen lloró porque sintió que Gil la había engañado y se preguntó si podría volver a confiar en él. Gil solo miraba al suelo, desesperado por pagar sus deudas y recuperar el respeto de su esposa.

Al momento de escribir este capítulo, las loterías gestionadas por el gobierno recaudan 80 000 millones de dólares al año en los Estados Unidos, lo que supone más de 200 dólares por persona o casi 1000 dólares al año para una familia promedio. Una cantidad igual se gasta en otras formas de apuestas, incluidos los casinos, las apuestas en línea y las apuestas deportivas.

¿Son las apuestas un placer inocente en el que los cristianos pueden participar libremente? ¿O son las apuestas imprudentes o incluso intrínsecamente pecaminosas?

Estas son seis verdades sobre el peligro de las apuestas:

1) Las apuestas y loterías se aprovechan de la codicia de la gente

Las apuestas son el plan por excelencia para quienes pretenden enriquecerse de manera rápida y con el cual esperan obtener una enorme riqueza al instante. Sin embargo, casi siempre resultan más pobres a pesar de sus esfuerzos.

Las loterías y los casinos se aprovechan de los valores corruptos de la mundanalidad, ya que nos animan a envidiar a los ganadores, como si el hecho de ganar repentinamente una fortuna resolviera todos nuestros problemas y nos diera felicidad y plenitud de por vida.

Jesús advierte: «Estén atentos y cuídense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes» (Lc 12:15).

2) Las apuestas y loterías subvierten la ética del trabajo

Las Escrituras enseñan que la riqueza se gana con el tiempo por medio del trabajo duro y la habilidad. Muchos pobres se han convencido de que el camino más factible hacia la riqueza y el privilegio es por medio de las apuestas.

Las loterías se han convertido en un mecanismo alternativo de movilidad social, una forma de alcanzar el éxito financiero en una economía cada vez más desprovista de esas oportunidades.

Estas palabras son de Jonathan Cohen, candidato a un doctorado en filosofía de la Universidad de Virginia que está completando su tesis sobre las loterías estadounidenses.

Existe la comprensible creencia de que la economía está amañada y que tu mejor oportunidad de salir adelante y hacerte rico es a través de la lotería, no de tu trabajo o de tus ahorros.

Personas que deberían estar trabajando para avanzar en sus carreras mediante la adquisición de habilidades más valiosas y el trabajo más duro ponen su esperanza en la elección de los números de la suerte correctos.

He aconsejado a hombres que pensaron que podrían salir de sus problemas financieros por medio de las apuestas en lugar de buscar un empleo remunerado (Pr 6:6-8).

3) Las apuestas y loterías perjudican más a quienes menos pueden pagarlas

Los hogares con menos ingresos de Estados Unidos gastan un promedio de 412 dólares anuales en billetes de lotería, lo que supone casi cuatro veces más de los 105 dólares anuales que gastan los hogares con más ingresos… Los hogares con menos ingresos gastan el dos y medio por ciento de su sueldo en billetes de lotería.

Estos fondos podrían gastarse en alimentos, invertirse en una mejor atención médica o ahorrarse para el futuro. Las apuestas son, por naturaleza, psicológicamente adictivas, y muchos «juegos» de azar (como las máquinas tragamonedas) están diseñados para mantener al jugador enganchado el mayor tiempo posible.1 Las apuestas causan un daño mucho mayor a quienes se vuelven adictos a ellas, lo que a menudo resulta en un desastre financiero personal y en costos significativos para la sociedad en general.

4) Las apuestas y loterías emplean el engaño

Además de la mentira moral de que el dinero da felicidad, la industria de las apuestas emplea otras formas de engaño para conseguir que la gente participe. Las loterías y los casinos se anuncian afirmando: «Podrías ser el próximo. Sigue soñando». Sin embargo, las probabilidades de ganar un gran premio son minúsculas. Es más probable que te sucedan muchos acontecimientos extremadamente improbables, como que literalmente te caiga un rayo, que ganar un gran premio de lotería.

Otra forma sutil de engaño se emplea cuando un casino intenta crear una imagen más positiva o inocente de su negocio, llamándolo juego en lugar de apuestas.

La lotería suele promocionarse como algo que beneficia a los niños por medio de la financiación de la educación pública, pero la realidad es que menos de un tercio de lo que se gasta en billetes de lotería se destina a la educación y a otros programas gubernamentales.

También es irónico que la lotería, que se supone que promueve el aprendizaje, tenga sus raíces en la irracionalidad intelectual y la codicia moral. Muchos niños de hogares pobres se ven afectados negativamente cuando sus padres malgastan el dinero en billetes de lotería, dinero que podría haberse utilizado en su lugar para cubrir las necesidades de los niños.

5) Las apuestas causan más que daños económicos

Además de los males enumerados anteriormente, las apuestas suelen ir acompañadas de un aumento del abuso de sustancias o embriaguez, de inmoralidad sexual o prostitución, robo, suicidios, muertes en accidentes de tráfico, participación en el crimen organizado y rupturas familiares.

6) Aunque ganes, pierdes

Solo pueden ocurrir dos cosas cuando apuestas, y ambas son malas. Probablemente perderás dinero, lo cual es una mala administración, pero puede ser igualmente perjudicial si ganas. En lugar de ganar dinero por medio de un trabajo duro que proporciona valor a los que te pagan, ganar en las apuestas defrauda a los perdedores al tomar su dinero sin ofrecerles ningún beneficio. Dios no bendice las ganancias mal habidas: «Tesoros mal adquiridos no aprovechan, pero la justicia libra de la muerte» (Pr 10:2; cp. Sal 62:10).

Hace muchos años tuve un vuelo de conexión en el aeropuerto de Las Vegas, donde vi una máquina tragamonedas que decía tener una ganancia potencial de decenas de millones de dólares. Por mi mente pasó el pensamiento: «¿Qué daño me haría poner unas monedas?. Luego me dije: «Pero, ¿y si ganara? ¿Estaría realmente mejor? ¿O las riquezas serían una trampa para mí (Pr 30:8-9)? Además, ¿qué pasaría con mi testimonio?». Solo pude ver los titulares: «El pastor gana el premio gordo de las tragamonedas», y me imaginé mi foto en las vallas publicitarias de todo Nevada. No jugué en la máquina.

He aconsejado a personas que creían que podían ganarse la vida jugando al póker en casinos contra otros jugadores. Probablemente estaban orgullosos y se autoengañaban al pensar que podían burlar una mesa llena de personas que también se habían convencido de que iban a salir ganando. Incluso si tuvieran éxito, habrían ganado dinero, no de una manera bíblica, es decir, proporcionando beneficio a los demás, sino por medio de la explotación del orgullo y la necedad de los demás.

Está bien documentado que muchos ganadores de la lotería han despilfarrado neciamente sus ganancias y han terminado en la pobreza, ilustrando el principio bíblico de que las ganancias mal habidas obtenidas de repente no perduran: «No te fatigues en adquirir riquezas, deja de pensar en ellas. Cuando pones tus ojos en ella, ya no está. Porque la riqueza ciertamente se hace alas como águila que vuela hacia los cielos» (Pr 23:4-5; cp. 10:2; 13:11; 28:22).

¿Qué pasa si se apuesta un poco solo por diversión?

Si bien algunos quisiéramos prohibir a todos los cristianos toda forma de apuestas, muchos consideran que el juego muy limitado es un asunto de libertad cristiana. Algunos cristianos sostienen que no hay nada malo en comprar algunos billetes de lotería o apostar un poco en un casino por diversión, siempre y cuando no gastemos tanto dinero que afecte negativamente nuestra capacidad de cumplir con nuestras obligaciones financieras. Sostienen que casi todos nosotros gastamos más dinero del necesario en ropa, comidas, eventos deportivos, entretenimiento, etc.

Aunque no creo que alguien deba ser sometido a disciplina eclesiástica porque haya comprado un billete de lotería, haya jugado al póker con sus amigos o haya metido una moneda en una máquina de juego, creo que uno debería plantearse ciertas preguntas antes de participar en apuestas: ¿realmente quieres apoyar un sistema que se basa en el engaño y que hace tanto daño a los demás?

Dado que las apuestas están diseñadas para crear adicción, ¿estás seguro de que puedes resistir la tentación? «Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga» (1 Co 10:12; cp. Mt 5:29). ¿Puedes hacer esto para la gloria de Dios (1 Co 10:31)? ¿Aplica Efesios 5:11 («no participen en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascárenlas»)?


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1 Muchos han notado que la mayoría de personas sentadas en las máquinas tragamonedas de un casino lucen tristes, aturdidas y hoscas.
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