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Tan solo unos minutos después de recibir este libro para reseñarlo, una persona que vio la portada hizo un comentario de terror sobre el título. Parecía como si yo estuviera caminando con un libro ilegal en las manos.

Desafortunadamente, así es como suele percibirse la soltería en la iglesia: Un estado de miseria del cual hay que escapar lo más pronto posible. Soltero por ahora, de Marshall Segal, se atreve a confrontar esa “sabiduría” mundana que se ha infiltrado entre los creyentes, con este argumento: Ya que nuestro mayor problema es nuestro pecado, Dios no envió a su Hijo para casarte, sino para salvarte. Dios no está obligado a garantizarte una pareja como resultado de “hacer las cosas bien”.

Si nunca llegaras a casarte, ¿podrías vivir tu soltería para gloria de Dios? ¿Es Jesús suficiente en tu vida para siempre, o solo mientras llega la pareja que esperas?

Soltero por ahora

Soltero por ahora

Poiema Publicaciones. 237 pp.
Poiema Publicaciones. 237 pp.

Actualmente Segal está casado y tiene un hijo, pero escribió Soltero por ahora cuando aún no había conocido a su esposa, y sin estar en una relación de noviazgo. Este recurso está escrito desde el punto de vista de un soltero, dirigido hacia otros solteros, tanto hombres como mujeres. El autor mismo escribe sobre esta distinción importante, pues está consciente de cuán difícil puede ser recibir consejo de un hombre casado para alguien que no está en una relación. La reacción usual: “Otro cristiano felizmente casado que desea explicarme cómo vivir mi soltería”. El autor es muy honesto en describir el contenido del libro como lecciones aprendidas en arrepentimiento por su pecado. Con franqueza nos describe que mucho del dolor vivido fue por buscar en múltiples relaciones sentimentales la necesidad que solo Jesús satisface, y por haber perdido la virginidad antes de conocer a su esposa. Segal reconoce que llegar al matrimonio no tuvo en absoluto que ver con “hacer las cosas bien”, sino con la soberanía de Dios y el quebrantamiento de su corazón.

Además, el autor está consciente de que el lector puede ser alguien que desea y busca una relación pero que no ha podido concretarla. Ese tipo de circunstancias no deseadas son las que centran sus argumentos en la soberanía y gracia de Dios, y no en los anhelos humanos.

De esta manera, Segal divide el libro en dos secciones —la vida en soltería y la vida en noviazgo— pero no se enfoca en el corazón humano, sino en un tema más importante:

“Este es un libro para solteros que no trata principalmente sobre el matrimonio ni el noviazgo. Me propuse escribir un libro para solteros que tratara sobre Dios, y sobre nuestro rol en su mundo” (p. 18).

Este es el primer libro sobre soltería y noviazgo que leo con este enfoque, y eso lo hace novedoso y refrescante entre tantos títulos dedicados al tema.

Ya que nuestro mayor problema es nuestro pecado, Dios no envió a su Hijo para casarte, sino para salvarte.

Solteros para la gloria de Dios

La primera sección no es una serie de promesas o afirmaciones para levantar el ánimo al soltero. Con gentileza pero de forma directa, el autor explica que este estado civil tiene un solo propósito: dar gloria absoluta a Dios. Ser soltero no es para buscar placeres y “crecimiento personal”. Tampoco es un tiempo para hacer todos los viajes posibles “aprovechando que no hay niños”, ni para obtener títulos académicos para ganar más dinero.

“Si Dios te permite casarte, nunca más tendrás un tiempo como el que tienes ahora. Una temporada de soltería no es las ligas menores del matrimonio. Tiene el potencial de ser una temporada única de devoción a Cristo y de ministrarle a otros sin restricciones” (p. 41).

Yo mismo puedo entender cómo el lector de esta reseña podría confundirse con esta idea, pues es un consejo que entre creyentes solteros nos decimos unos a otros (y que cristianos casados bienintencionados también dicen): “Aprovecha este tiempo mientras no tienes nada que te ate”, “Apresúrate a cumplir todos tus sueños, pues ya casado será más difícil”. Pero eso al final es una vida de egoísmo. Marshall Segal ayuda al lector a despertar a la realidad de la soltería: El dinero y el tiempo abundan, la flexibilidad para cambiar de planes es asombrosa, y las energías son muchas. Aun cuando parezca que el autor no tome en cuenta las dificultades financieras que vive una persona soltera, tiene razón al describir que sus penas jamás se compararán con la responsabilidad por alimentar y vestir a una familia.

Esta sección desarrolla en ocho capítulos preguntas como las siguientes: ¿Cuánto dinero de tu presupuesto sirve para ayudar al necesitado, en comparación a lo que gastas en ti mismo? ¿Cómo está tu iglesia local beneficiándose con tu tiempo libre? ¿A quiénes estás discipulando? ¿Estás viviendo el sufrimiento con valentía? ¿Estás aprovechando tu energía, dinero y tiempo para expandir el mensaje del evangelio? ¿Cómo ve el mundo que Jesús es suficiente cuando se entera que eres soltero?

Estos argumentos están dedicados a encender el corazón de la persona soltera en amor a Dios y la historia del evangelio. El autor no escribe para avergonzar a quien está usando esta etapa de vida para estudiar o viajar, pues estas actividades en sí mismas también podrían dar gloria a Dios. Pero si al final del día lo único que estas actividades producen es un cheque de salario más jugoso, más ropa en el armario, y más fotos en las redes sociales, estas actividades fueron para gloria propia y nada más.

La soltería no es un problema a resolver, y el noviazgo no es una promesa cumplida.

Noviazgo para la gloria de Dios

En la segunda sección el autor indica que el noviazgo también es para dar gloria a Dios, y no para gloria de los novios. Explica que aunque la Biblia no menciona la palabra noviazgo, la Escritura en sí misma provee todo lo necesario para guiar esta etapa de la vida como cualquier otra (Ro. 15:4).

Esto contrasta fuertemente con el consejo popular entre creyentes: “Esta etapa es para arreglar problemas antes del matrimonio y así ser más felices cuando estén casados”; “Es para evaluar compatibilidad entre ustedes”; “Es para ahorrar dinero mientras se casan”. Aunque son buenas intenciones, evidencian nuestro corazón egoísta. Esta sección también consta de ocho capítulos, en los cuales el autor explica cómo la gloria del noviazgo es la claridad en las intenciones, y no en crear intimidad y “conexión”, como es una creencia común:

“La gran bendición de un matrimonio piadoso es que te permite tener una intimidad centrada en Cristo, mientras que la gran bendición de un noviazgo piadoso es que te permite tener una claridad cristocéntrica” (p. 124).

Marshall Segal desarrolla luego otras preguntas profundas sobre la gloria de Dios en el noviazgo: Cuando el mundo ve tu relación con tu novio o novia, ¿ve la historia de cómo Cristo se sacrificó por la Iglesia? ¿Estás sirviendo sacrificialmente a tu pareja como Cristo lo haría? ¿Estás viviendo en tu noviazgo los roles complementarios de ser hombre y mujer que la Biblia enseña? ¿Estás rindiendo cuentas sobre tu relación y participando en pareja en la vida de iglesia? ¿Estás guardándote en pureza sexual para gloria de Dios o lo haces para manipular a Dios a darte un buen matrimonio?

El autor termina esta sección acompañándonos a través del dolor de las rupturas: ¿Darías gloria a Dios aún en medio del dolor de terminar tu noviazgo? ¿Puedes agradecer por el amor perdido y las relaciones que no funcionaron? ¿Estás consciente de que aún en tu noviazgo terminado se representa la historia de la redención?

“Dios tiene que mostrarle a algunos de nosotros la gravedad de las relaciones fracasadas, pues muestran una imagen distorsionada de Dios y de su amor por la Iglesia” (p. 217).

Este libro deja conclusiones muy especiales. La soltería no es un problema a resolver, y el noviazgo no es una promesa cumplida. Ningún estado sentimental es para gloria del ser humano, sino para gloria de Dios. No existe ninguna serie de pasos que garantice felicidad sentimental, pero el creyente tiene el gozo permanente de saber que su mayor necesidad ya ha sido cubierta por Cristo, y que ha sido salvo de su pecado. Y si la situación sentimental cambia, es una nueva etapa para seguir dando gloria a Dios y beneficiando a la iglesia.

Deseo que puedas leer Soltero por ahora en una forma activa, respondiendo para ti mismo las preguntas fuertes que este libro hace, y tomando acciones para cambiar aquellas cosas que te dan gloria a ti y no a Dios. Ya que el autor no tuvo temor de escribir sobre las emociones difíciles que lo acompañaron antes de escribir este libro, sugiero que nosotros los lectores también nos demos tiempo de sentir a través de este libro y probablemente procesar las conclusiones en compañía de algunos amigos.

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