×

El texto es colosal. Gigantesco. Es una declaración que define el evangelio y se constituye en la espina dorsal de la fe cristiana. Es una afirmación cargada de un gran bagaje teológico. Este es uno de esos textos que hace del cristianismo una religión diferente, única y exclusiva. Pasemos a examinarlo. 

El es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15)

Para empezar debemos establecer que Jesús fue un personaje histórico. Nació, vivió y caminó por las calles de Palestina. Es decir, Jesús existió como cualquiera de nosotros. Fuentes extra bíblicas afirman la historicidad del Nazareno. Por ejemplo, Tácito, el historiador romano, Flavio Josefo el gran historiador judío y Luciano, un famoso escritor del segundo siglo están entre aquellos que escribieron acerca de Jesús y hasta mencionaron sus obras, sus milagros y su crucifixión. En tiempos recientes, personajes como Napoleón y hasta Albert Einstein también se refirieron a Jesucristo con una llamativa reverencia. Incluso hoy, su figura, imposible de soslayar, es estimada, admirada y respetada entre los hombres.

Sin embargo, si el único concepto que tenemos de Cristo es el de un hacedor de milagros estaríamos errando terriblemente en el blanco. Si la única manera de referirnos a él es como de un gran maestro y admirado profeta entonces hemos fallado monumentalmente en leer la historia. Dicho de otra forma, si pensamos en Jesús sólo como un gran hombre, entonces no nos estamos refiriendo al Cristo de los evangelios, quien se presentó asimismo como algo más que simple mortal.

El es la imagen del Dios invisible.

Los fariseos también le cuestionaron con respecto a su identidad cuando le dijeron “¿Tú quién eres?” (Juan 8:25). Sus discípulos, con un tono más sincero,  también se preguntaron entre ellos ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen? (Marcos 4:41). Pero lo más interesante es que el mismo Jesús, como maestro que evalua a sus discípulos,  les preguntó ¿quién decís que soy yo? (Mat 16:16).

La iglesia también se preguntó lo mismo en los primeros siglos de su existencia. En realidad varias de las grandes herejías que surgieron en la historia de la iglesia fueron producto de fallidos intentos por responder a esta pregunta. Herejías como el Docetismo, Nestorianismo, Apolinarismo y principalmente el Arrianismo, fueron formulaciones imprecisas y anti bíblicas de algunos líderes eclesiásticos.  Estas propuestas llevaron el nombre de sus proponentes quienes luego de los concilios, fueron declarados como herejes y posteriormente excomulgados. La iglesia en su intento por definir, poner límites y defender las verdades que proclamaba, formuló lo que hoy conocemos como los credos Cristológicos (ej: el Credo Niceno y Definición de Calcedonia).

El es la imagen del Dios invisible, respondió Pablo.

La carta a los Colosenses fue escrita por Pablo, después que Epafras, el pastor de la iglesia de Colosas informara al apóstol acerca de una enseñanza que amenazaba la fe de los Colosenses. La herejía de Colosas, como la describen los comentaristas, era una mezcla de judaísmo, filosofía griega y misticismo. Podemos deducir por el argumento de la carta, que lo que estos maestros enseñaban era que, aparte de la fe en Cristo, había que añadir otros elementos si se quería obtener una salvación completa y plenitud espiritual. Adquiriendo un elevado conocimiento, observando algunos rituales de la ley mosaica y practicando ciertas disciplinas y formas de ascetismo, se podía alcanzar la madurez espiritual. La terrible y atrevida conclusión de todo esto, es que Cristo no es suficiente.

Pablo, escribe esta carta de 4 capítulos y 95 versículos cómo respuesta al informe de Epafras.  La primera parte de la epístola es una exposición doctrinal y la segunda una exhortación práctica. Es decir, los dos primeros capítulos (1,2) son una exposición de la verdad bíblica y los dos restantes (3,4) son una llamado a ajustar nuestras conductas a la luz de estas verdades.

Luego de un saludo y de la oración que hace hasta el verso 14, Pablo empieza una sección de 9 versos, que los eruditos especulan se trata de un himno que la iglesia cantaba en sus inicios. Cántico que, según esta teoría, el apóstol incluyó en esta sección de Colosenses 1:15-23 para su exposición acerca de Cristo. FF Bruce, un antiguo teólogo escocés decía que este texto es el pasaje más Cristológico del Nuevo Testamento. No estaba exagerando.

El es la imagen del Dios invisible, dice Pablo.

Para Pablo, esto es central. Antes de refutar directamente la falsa enseñanza, comienza con la declaración positiva de una verdad: Cristo es la imagen del Dios invisible. Esto es lo mismo que dijo el autor de Hebreos:  siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3) y también, el apóstol Juan, usando distintas palabras, afirmo categóricamente:  “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. (Juan 1:18)

Lo que Pablo, Juan y el escritor de Hebreos nos quieren decir es que Jesús es Dios. Que Cristo es quién manifiesta al Padre. Él es la representación exacta del Creador. Dicho de manera sencilla, Jesucristo hace a Dios visible.

Pero esta declaración no es propiedad intelectual ni de Pablo, ni de Juan ni del escritor de Hebreos. Ellos no fueron los autores originales de tal declaración. Lo que estos afirmaron, ya Cristo lo había dicho. Ellos solo hicieron eco de las palabras del Maestro.

Jesús dijo:

“…para que todos honren al Hijo así como honran al Padre..” (Juan 5:23 LBLA)

“….En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy” (Juan 8:58 LBLA)

“….Yo y el Padre somos uno. (Juan 10:30 LBLA)

“…. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”(Juan 14:9 LBLA)

En resumen, Cristo afirmó que el también era digno de honra, que era el gran Yo soy, igual y uno con Dios y la expresión misma de su Padre. Además debemos recordar que Cristo fue arrestado, condenado y crucificado por el cargo de blasfemia. Los sacerdotes y líderes religiosos entendieron muy bien lo que Jesús dijo de sí mismo. Por eso lo resistieron, por eso lo quisieron apedrear y finalmente por eso lo mataron. En palabras sencillas, a Cristo lo mataron por decir que era Dios. Así lo registraron los escritores de los evangelios:

Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les dijo: Os he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis? Los judíos le contestaron: No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. (Juan 10:31-33 LBLA)

Mas El callaba y nada respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote, diciéndole: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder y viniendo con las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus ropas, dijo: ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos le condenaron, diciendo que era reo de muerte. (Marcos 14:61-64 LBLA)

Asimismo, debemos tomar en cuenta otro hechos interesantes. Por ejemplo las señales que hizo. Aunque sus milagros  no son evidencia absoluta de su divinidad, pues otros como Moisés y Elías también los hicieron, pero las señales que Jesús realizó no tienen comparación: Reprendió al viento; enmudeció el mar, caminó sobre las aguas; hizo barro con saliva y devolvió la vista a un ciego y otras cosas semejantes. Cristo, a diferencia de los otros que hicieron milagros, dio muestras de estar en control de la naturaleza y de ser soberano sobre la creación.  Por otro lado, perdonó pecados, algo que solo es prerrogativa de Dios.  Además, Tomás lo llamó Señor mío y Dios mío (Juan 20:28) y recibió  adoración del leproso en Mateo 8, del ciego que recibió la vista de Juan 9 y de los discípulos en Mateo 14:33, pero lo mas sorprendente es que ninguno fue reprendido por el Señor, si tomamos en cuenta que el único que puede ser adorado es Dios. El es la imagen del Dios invisible.

A la luz de estas evidencias, debemos concluir que los Evangelios establecen inequívocamente que este Jesús, que nació en Belén, y se crió en Nazaret, no solo fue un gran hombre, milagrero y admirado maestro, sino que es el mismísimo Hijo de Dios. El que descendió del cielo, se hizo hombre y habitó entre nosotros. En este sentido, cabe citar una frase que Josh McDowell dijo con legítima ironía. Ante tan abrumadora evidencia el decía que si “Jesús no era Dios, entonces se merece un Oscar”. Vaya que sí.

Eso por eso que, según Pablo, la tarea del diablo tiene un objetivo en particular: cegar el entendimiento de los hombres “para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4 LBLA).

Cristo es la imagen de Dios. El es quién lo ha manifestado, quién nos ha mostrado Su gloria y quién lo ha hecho visible y accesible a todos los hombres. Cristo es Dios.

CARGAR MÁS
Cargando