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De tiempo en tiempo intento publicar artículos breves como este a manera de introducción básica en algún tema de teología sistemática. El objetivo es ser claro. El enfoque es ser breve. No más de 500 palabras… empezando ya.

El extra calvinísticum enseña que en la encarnación del Hijo, el Logos divino está completamente unido a, pero nunca completamente contenido en, la naturaleza humana.

El término originalmente fue una etiqueta en tono de burla dada por los teólogos luteranos en sus debates con teólogos reformados sobre la presencia real de Cristo en la Santa Cena. Mientas que los luteranos afirmaban la presencia física del cuerpo de Cristo en, con, y bajo los elementos, los teólogos reformados hablaban de una presencia espiritual real. Para mantener su posición (luego llamada consubstanciación), los luteranos argumentaron que el atributo de la omnipresencia debía ser afirmado no solo en la naturaleza divina de Cristo, sino también en su naturaleza humana.

Los teólogos reformados, por el contrario, mantenían una comprensión diferente del communicatio idiomatum (comunión de propiedades), insistiendo que lo que se dice sobre cada naturaleza, puede decirse de la persona del Hijo, pero no puede implicarse automáticamente a la otra naturaleza. En consecuencia, el Logos divino es omnipresente, pero el cuerpo humano de Cristo no lo es. En otras palabras, el Hijo, incluso en su estado encarnado, es capaz de vivir una vida divina fuera (extra) de su naturaleza humana. O como lo pone el catecismo de Heidelberg: “Ya que la divinidad no está limitada y está presente en todas partes, es evidente que la divinidad de Cristo está más allá de los límites de la humanidad que ha tomado, pero al mismo tiempo su divinidad está dentro y se mantiene personalmente unida a su humanidad” (Pregunta y respuesta 48).

Si bien esta doctrina puede parecer una disputa innecesaria y precisa en extremo, el extra calvínisticum es crucial para proteger el entendimiento clásico de la encarnación. De hecho, algunos han preferido el término extra católicum (tomando la palabra “católica” como “universal”), porque a pesar de que la doctrina es atribuida a Juan Calvino, era claramente la posición de los padres de la Iglesia, como Agustín, Cirilo, y Atanasio, y fue enseñada a lo largo de la Edad Media. El extra es una doctrina importante que salvaguarda la trascendencia de la naturaleza divina de Cristo (por ejemplo, el hecho de que no puede ser contenida), y la autenticidad de la naturaleza humana (por ejemplo, que no posee atributos que le pertenecen a la divinidad).

El extra también nos recuerda que en la encarnación, “el Hijo no cesó de ser lo que siempre ha sido” (Wellum, God the Son Incarnate [Dios, el Hijo Encarnado], 332). Él continuó sustentando el universo (Col. 1:15-17; He. 1:1-3) y ejerciendo sus atributos divinos con el Padre y el Espíritu. Cuando María concibió un Hijo por el poder del Espíritu Santo, la naturaleza divina no sufrió ningún cambio esencial. Es mejor decir que la persona del Hijo se encarnó, que decir que la naturaleza divina tomó forma humana (esto último sugiere que la naturaleza divina cambió sus propiedades esenciales).

¿Qué significa todo esto? Dado que la naturaleza divina no sufrió cambios esenciales, al venir a la tierra, el Hijo de Dios no abdicó a su autoridad, sino que la extendió. También significa que, dado a que la naturaleza humana no fue absorbida por la divina, la obediencia terrenal del Hijo fue libre y voluntaria. En resumen, el extra protege un entendimiento calcedonio de la encarnación, en que las naturalezas divinas y humanas están indisolublemente unidas, y aun así “sin confusión” y “sin cambio”.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Harold Bayona.
Imagen: Lightstock.
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