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Crecí en una familia que iba a la iglesia, por lo cual estoy agradecido. Pero si la memoria no me falla, lo que escuchaba a menudo desde el púlpito era solo un «evangelio a medias». Sí, escuchaba mucho sobre «creer en Jesús», pero poco sobre el pecado, el arrepentimiento y la justicia de Dios.

No creo que esté solo en esto.

Hace poco tuve la oportunidad de hablar a unos cien jóvenes en una escuela cristiana de nuestra región. Empecé formulando la pregunta: «¿Qué es el arrepentimiento?». Después de esperar un rato, solo un alumno se animó a responder. No recuerdo exactamente lo que dijo, pero de ese pequeño ejercicio quedó claro que la mayoría de los estudiantes no han oído hablar mucho del arrepentimiento.

Pocos afirmarían que la enseñanza sobre la doctrina del arrepentimiento está ausente en nuestras iglesias y organizaciones cristianas. Pero si queremos que se produzca un avivamiento y una renovación en nuestras iglesias hoy, eso será precedido por una enseñanza clara y sólida sobre esta doctrina fundamental.

Si queremos que se produzca un avivamiento y una renovación en nuestras iglesias hoy, eso será precedido por una enseñanza clara y sólida del arrepentimiento

Estas son siete cosas que debes saber sobre el arrepentimiento.

1. Jesús predicó arrepentimiento

«Desde entonces Jesús comenzó a predicar: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”» (Mt 4:17). Los cuatro evangelios nos muestran que Jesús predicó sobre numerosos temas, pero ante todo Jesús predicó un mensaje de arrepentimiento.

Los apóstoles también predicaron arrepentimiento. Jesús dijo: «Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» (Lc 24:46-47). Los apóstoles hicieron caso de estas palabras, empezando por Pedro en el día de Pentecostés (ver Hch 2:38).

Si Jesús predicó el arrepentimiento y los apóstoles predicaron el arrepentimiento, entonces no hace falta decir que la iglesia de todos los tiempos debe predicar el arrepentimiento.

2. El arrepentimiento es un mandato

Mientras el apóstol Pablo predicaba en Atenas, dijo: «Por tanto, habiendo pasado por alto los tiempos de ignorancia, Dios declara ahora a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien Él ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres cuando lo resucitó de entre los muertos» (énfasis añadido, Hch 17:30-31).

En otras palabras, el arrepentimiento no es opcional. Dios pedirá cuentas a cada uno por sus palabras y sus obras (2 Co 5:10).

3. El arrepentimiento implica “volverse” o cambiar la manera de pensar

En otra ocasión, en la que hablaba al rey Agripa, Pablo dijo «que debían arrepentirse y volverse a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento» (Hch 26:20).

Una forma sencilla (pero bíblica) de pensar en el arrepentimiento es dar un giro de 180 grados en tu forma de pensar y de vivir. En un momento dado ibas en una dirección en la vida y luego te das la vuelta y vas en la dirección opuesta. Reconoces que estabas equivocado y que Dios tenía razón en todo. Estás diciendo, en efecto: «Tengo que cambiar». En este sentido, el arrepentimiento está relacionado con la fe y la conversión.

Sin embargo, es importante señalar que el arrepentimiento no se limita al momento de la conversión. Lutero afirmó de manera célebre: «Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “Arrepentíos”, su intención era que toda la vida de los creyentes fuera de arrepentimiento». No es algo que se hace una sola vez. Es un estilo de vida.

Juan el Bautista dijo con vehemencia a los fariseos y saduceos: «Den frutos dignos de arrepentimiento» (Mt 3:8). Él sabía que ellos se autojustificaban. Sabía que se creían cercanos a Dios. Pero lo que realmente necesitaban era humillarse ante un Dios santo y justo y arrepentirse de sus pecados.

4. El arrepentimiento conlleva “dolor” por el pecado

Para que una persona sea salva, Dios debe convencerla de su pecado. Debe ver la naturaleza atroz de su pecado y como lo ha alejado del Dios Todopoderoso. Si una persona sigue siendo orgullosa y llena de justicia propia, morirá en sus pecados.

Una ilustración del dolor por el pecado es la de Job. «He sabido de Ti solo de oídas, / Pero ahora mis ojos te ven. / Por eso me retracto, / Y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42:5-6). Santiago también escribe: «Aflíjanse, laméntense y lloren. Que su risa se convierta en lamento y su gozo en tristeza» (Stg 4:8-9).

Solo cuando nos damos cuenta de que hemos ofendido a un Dios santo y justo y de que nuestros pecados se amontonan tan altos como el cielo, podemos acercarnos verdaderamente a Dios con fe. La Biblia dice: «Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte» (2 Co 7:9-10).

5. Dios es paciente con nosotros

«El Señor no se tarda en cumplir Su promesa, según algunos entienden la tardanza, sino que es paciente para con ustedes, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento» (énfasis añadido, 2 P 3:9). Dios no solo nos da una oportunidad para arrepentirnos. Él es extraordinariamente paciente y bondadoso con nosotros: «la bondad de Dios te guía al arrepentimiento» (Ro 2:4).

Cuando los predicadores evitan decir a los pecadores que están muertos en sus pecados y que deben arrepentirse, fallan en el llamado que Dios les ha dado

También resultan útiles las palabras transparentes de Pablo: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda Su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna» (énfasis añadido, 1 Ti 1:15-16).

6. El arrepentimiento conduce a la vida

Las Escrituras presentan dos maneras (y solo dos) de vivir. Una forma de vida se describe así: «Al oír esto se calmaron, y glorificaron a Dios, diciendo: “Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida”» (énfasis añadido, Hch 11:18).

Cuando los predicadores evitan decirles a los pecadores que están muertos en sus delitos y pecados, y que deben arrepentirse, entonces fallan en el llamado que Dios les ha dado. El hecho de que hay esperanza y libertad en el nombre de Jesús es una noticia gloriosa para el pecador. Dios les concederá el arrepentimiento, pero primero deben escuchar el mensaje para responder con fe (Ro 10:14-17).

7. Un corazón sin arrepentimiento conduce a la muerte

La segunda forma de vivir es el camino que conduce a la muerte. El «profeta llorón», Jeremías, clamó al Señor: «Oh, Señor, ¿no buscan Tus ojos la verdad? / Tú los heriste, / Mas no les dolió; / Tú los consumiste, / Mas ellos rehusaron recibir corrección. / Endurecieron sus rostros más que la roca, / Rehusaron arrepentirse» (énfasis añadido, Jr 5:3-6).

Lo más trágico en todo el mundo es cuando los pecadores permanecen endurecidos de corazón. No atienden al llamado del evangelio a arrepentirse y creer en las buenas nuevas (Mr 1:15) y así eligen el camino que conduce a la muerte.

El evangelio es la gloriosa noticia de un Salvador que ha bajado a la tierra para sanar y rescatar a los pecadores de su penosa situación. Pero la realidad que las Escrituras dejan clara es que no hay salvación sin arrepentimiento, el cual conduce a la fe.

Que Dios traiga convicción a nuestros corazones.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition Canada. Traducido por Eduardo Fergusson.
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