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Las traducciones de la Biblia en español se refieren a estos hombres como “magos” y “sabios” (Mt 2:1-12). La tradición popular no solo los reconoce como magos, sino también como reyes, un título que Tertuliano añadió a principios del siglo III. Aunque el evangelio no menciona su número, se habla de tres reyes magos llamados: Melchor, Gaspar y Baltasar, dato que apareció en un libro denominado el Evangelio de la Infancia Armenia (600 d.C.).

Mateo solo registra esta historia y usa la palabra magoi, una palabra de origen babilónico, que no tiene la connotación moderna de alguien que realiza trucos visuales para entretener al público. Por el contrario, esta palabra identificaba a personas influyentes consideradas sabias, que intervenían junto a las autoridades como consejeros, maestros, sacerdotes, médicos, videntes, intérpretes de sueños, y hasta hechiceros.

El evangelista deja en claro que esos magos vinieron de oriente. Esta es una clara alusión a Babilonia o Persia (corroborado por Clemente de Alejandría). Eso significa que estos hombres hicieron un viaje monumental para ese tiempo de unos 1600 km.

Mateo entiende que se trata de una visita misteriosa que no intenta explicar al detalle, pero que no deja duda de que fue guiada por Dios. Algunos comentaristas afirman que los magos de oriente eran monoteístas que, de alguna manera, podrían haber sido influenciados por los escritos sagrados de los judíos. Debemos considerar que el término magos ya aparece en la corte donde Daniel tuvo una enorme influencia (Dn 1:20; 2:2, 10, 20; 4:7) y hasta fue reconocido personalmente como el “jefe de los magos” (Dn 4:9).

Estos magos fueron guiados por una estrella visible que los llevó hasta Jerusalén y luego hasta Belén y el mismísimo lugar “donde estaba el niño” (Mt 2:2, 9). La naturaleza de la estrella ha sido motivo de mucha discusión. Algunos piensan que se trata de la manifestación visible de un astro particular, un cometa, o simplemente un fenómeno sobrenatural visible.

No se nos dice cómo es que los magos pudieron relacionar este evento estelar con el nacimiento del Mesías-Rey judío, pero podría tratarse de un evento que fue acompañado de un entendimiento de la revelación profética del Antiguo Testamento. Lo cierto es que ellos recibieron mayor claridad por parte de los principales sacerdotes y escribas judíos, quienes afirmaron por las Escrituras que Belén era el lugar “en donde había de nacer el Cristo” (Mt 2:4b).

La actitud correcta de los magos hacia el rey recién nacido es evidente. Ellos vinieron a adorarle (Mt 2:2) y eso fue lo que hicieron de forma visible al entrar al lugar donde estaba el niño (Mt 2:11). Los regalos de “oro, incienso, y mirra” son realmente costosos. Pero, más allá de su valor, algunos han señalado que estos regalos eran dignos de un rey y han sugerido un significado espiritual a cada uno de ellos. Estos hombres venidos de lejos también representan la universalidad del reinado del Mesías que había nacido, y le ofrecieron a Jesús la adoración y la honra que las mismas autoridades y religiosos judíos le negaron.

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