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Según me contaron luego, mis padres —que eran miembros de una iglesia protestante que bautizaba bebés— me llevaron a que me bautizaran cuando era un bebé. ¡La verdad es que yo no me acuerdo de aquello!

Casi veinte años después llegué a la convicción de que debía ser bautizado como creyente y por inmersión. El 22 de octubre de 1978 fui bautizado, junto con mi novia (ahora mi esposa), en la iglesia pentecostal a la que asistíamos en aquel entonces.

¿Aquello fue bautizarme por segunda vez? Pues sí y no, ¿cierto? Contando mi bautismo como bebé, fue mi segundo bautismo. Pero pedí ser bautizado por segunda vez por no considerar válido mi bautismo como bebé; para mí, he sido bautizado una sola vez.

Entonces, ¿puede un creyente bautizarse por segunda vez? Como norma general, no, pero en casos excepcionales, sí.

La norma general

Es un hecho bastante evidente que el Nuevo Testamento enseña, en términos generales, un solo bautismo en agua (sin entrar en el tema del bautismo en el Espíritu Santo). Hay muchos ejemplos, principalmente en el libro de Hechos, de personas recién convertidas siendo bautizadas (Hechos 2:41; 8:12; 8:36-39; 9:18; 10:47-48; 16:14-15; 16:30-34; 18:8; etc.).

Ni la enseñanza bíblica ni los ejemplos referidos arriba nos llevarían a esperar que alguien fuera bautizado por segunda vez.

Siendo el bautismo en agua la primera (en orden, no en importancia) de las dos ordenanzas del nuevo pacto, bautizar a alguien por segunda vez, sin tener un motivo de peso para hacerlo, podría atentar contra la seriedad con la que se deberían tratar las ordenanzas del Señor.

Pero, aunque esa sea la norma general, ha habido y seguirá habiendo algunos casos excepcionales.

Casos excepcionales

Un caso excepcional —que también se encuentra en el libro de Hechos— es el segundo bautismo de unos exdiscípulos de Juan el Bautista en Éfeso (Hechos 19:1-7). El apóstol Pablo insiste en bautizar a los doce hombres en cuestión por dos motivos: (1) porque ni siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo y (2) porque el bautismo que había practicado Juan el Bautista no era plenamente “cristiano”. Ahora, dada la escasez de exdiscípulos de Juan el Bautista hoy, ¡no es muy probable que este caso excepcional vuelva a darse veinte siglos después! Pero sí muestra un principio general que puede ser aplicable a otros casos excepcionales: cuando un bautismo anterior no fue válido (por la razón que sea), es necesario que la persona en cuestión vuelva a ser bautizada; se trata de que sea bautizada por primera vez de forma correcta.

¿Qué casos excepcionales podrían darse hoy? En mi propia experiencia pastoral (bastante limitada) he tenido varios casos: (1) un hombre que había sido bautizado a los doce o trece años, pero por ser hijo de padres creyentes y por aspersión; (2) una mujer joven que había sido bautizada por inmersión como adolescente, pero que no estaba nada segura de ser creyente cuando fue bautizada; (3) un hombre mayor que había sido bautizado a los dieciocho años, pero sin haber entendido el evangelio; (4) una mujer de mediana edad que había sido bautizada en una iglesia herética; (5) un hombre africano que había sido bautizado por un pastor exmusulmán que luego volvió al Islam.

¿Qué hicimos en estos casos y por qué? Aquí algunos principios que espero que sean útiles:

  • Nunca se debe volver a bautizar a alguien a la ligera, sino solo si realmente existen motivos bíblicos para hacerlo.
  • Debemos evitar la práctica sectaria de solo reconocer la validez del bautismo de nuestra propia iglesia o denominación.
  • A la hora de asesorar un bautismo anterior, hay que distinguir entre iglesias verdaderas, por muy imperfectas que sean, y sectas pseudocristianas.
  • La validez del bautismo no depende del carácter (antes o después) de las personas que bautizan.
  • Si creemos que el Nuevo Testamento enseña que el bautismo ha de aplicarse solo a personas creyentes, la fe (en Cristo como Salvador) de la persona es algo indispensable para que el bautismo se pueda considerar válido.
  • Hay que distinguir entre diferentes tipos de errores. En mi opinión, aun estando convencido como estoy del bautismo de personas creyentes y por inmersión, la cantidad de agua no me parece tan importante como la evidencia de la gracia de Dios en la vida de la persona que es bautizada.

No quiero concluir sin romper una lanza por las iglesias y los creyentes, fieles al Señor y al evangelio, que creen en el bautismo de niños (o sea, de hijos de verdaderos creyentes) y que lo practican. Como ya he dejado claro, esa no es mi postura, pero es mi opinión que: (1) no debemos tratar el bautismo infantil evangélico de la misma manera que el bautismo infantil de la Iglesia Católica; son dos teologías del bautismo muy distintas; (2) debemos distinguir entre errores y herejías y entre errores y diferentes interpretaciones; (3) debemos hacer todo lo posible por guardar y cultivar la verdadera comunión en el evangelio entre iglesias y hermanos de diferentes posturas sobre el bautismo; (4) debemos reconocer y honrar a las iglesias y a los creyentes convencidos del bautismo de niños que muchas veces han estado al frente de la defensa del evangelio; y (5) debemos ser capaces de diferenciar entre el orden de cada iglesia local y la comunión y colaboración entre iglesias igualmente fieles al evangelio.


#CoaliciónResponde es una serie donde pastores y líderes de la iglesia responden a inquietudes que llegan a Coalición por el Evangelio por diversos medios, y que son parte de las inquietudes que caracterizan la iglesia en nuestra región.
Imagen: Lightstock
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