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El verdadero despertar o avivamiento es una temporada gloriosa en la vida de la iglesia, cuando para Su gloria, Dios hace que los medios ordinarios de su gracia tengan un impacto extraordinario en muchas personas.

Esta idea de “los medios de la gracia” responde a estas preguntas: ¿Cómo, como creyente, accedo a la gracia del Señor para mis muchas necesidades? ¿A dónde voy o qué hago para conectar con la verdadera ayuda que Él da a los pecadores y a los que sufren en este mundo? Sé que soy salvo solo por su gracia, pero Jesús dijo:

“Vengan a mí, todos los que están cansados y cargados, y yo los haré descansar. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mateo 11:28-30).

Yo creo eso. Yo quiero eso. Sin embargo, en un nivel práctico, ¿cómo llego a Él para encontrar su gracia?

El camino de Dios

Nuestro bondadoso Señor no está jugando “atrápame si puedes” con nosotros. Él quiere que estemos seguros en Él, que vengamos a Él, y saquemos fuerza de Él para que podamos vivir totalmente para Él. Pero Él no se entrega de ninguna manera que podamos concebir por nosotros mismos. Él se ha hecho cognoscible y accesible en una manera específica según su sabia elección. Sus designadas vías de bendición son los medios de gracia. Estamos profundamente agradecidos con nuestro Señor por proporcionar vías abiertas de gracia para nosotros mientras caminamos por este mundo que está lleno de atractivos medios de “antigracia”, haciendo presión sobre nosotros todos los días.

La pregunta 88 del Catecismo Menor de Westminster dice: “¿Cuáles son los medios externos por los que Cristo nos comunica los beneficios de la redención?” La respuesta del catecismo es:

Los medios externos y ordinarios por los cuales Cristo nos comunica los beneficios de la redención son sus ordenanzas, especialmente la Palabra, los sacramentos, y la oración; todo lo cual se ha hecho efectivo para los elegidos para salvación.

Dios no se limita a sí mismo a sus maravillosos medios de la gracia. Jesús dijo que el viento del Espíritu “sopla por donde quiere” (Juan 3:8). Pero si nos preguntamos dónde podemos estar seguros de encontrar al Señor, la respuesta es en sus medios estándares de la gracia, hechos efectivos por medio de su propia presencia. Los medios elegidos por Él no están destinados a restringir su disponibilidad, sino todo lo contrario. Los medios elegidos por Él identifican dónde Él ha concentrado su disponibilidad, como una fuente rebosante de misericordia para los pecadores que están tan desesperados que finalmente están llegando a Cristo en Sus términos.

Los medios de avivamiento

Un despertar o un avivamiento se produce cuando estas corrientes ordinarias de bendición divina fluyen con un poder inusual, y los beneficios del evangelio se derraman sobre nosotros con un impacto altamente beneficioso que claramente proviene de Dios y en ninguna medida de nosotros mismos.

Si anhelamos que nuestras iglesias experimenten más de este poder avivador del evangelio, el remedio no es inventar nuestros propios sistemas de entrega para la gracia de Dios. El remedio puede ser encontrado en la corrección de nuestra negligencia, mal uso, o corrupción de los medios tradicionales de la gracia de Dios. No necesitamos mejorar los métodos de Dios. Puede ser que tengamos que comprometernos con los métodos de Dios con mayor reverencia y humildad de lo que nunca antes hemos hecho.

La pregunta 85 del Catecismo Menor de Westminster dice: “¿Qué exige Dios de nosotros para que escapemos de la ira y la maldición en consecuencia de nuestro pecado?” La respuesta es:

Para escapar de la ira y la maldición de Dios en consecuencia de nuestro pecado, Dios exige de nosotros la fe en Jesucristo, el arrepentimiento para vida, con el uso diligente de todos los medios externos por los que Cristo nos comunica los beneficios de la redención.

El catecismo sabiamente nos insta “a usar diligentemente todos los medios externos”, es decir, venir ante el Señor con un corazón de fe y un sentido de arrepentimiento, sin establecer condiciones previas y dándole la bienvenida a Su señorío sobre toda nuestra vida.

Zaqueo hizo algo como esto cuando se subió al árbol con el fin de no perder la oportunidad de ver a Jesús cuando pasaba. No podía forzar a Jesús a prestarle atención, pero él se puso a sí mismo en el camino del Señor. Jesús estaba contento de visitarlo, y Zaqueo entró en una vida completamente nueva:

Y Jesús le dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham; porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:9-10).

Nuestro camino

No siempre buscamos al Señor con esa apertura de espíritu. A veces incluso hacemos un mal uso de Sus maravillosos medios. El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento corrompe su adoración. Trataron Sus medios como simples mecanismos, como si la gracia de Dios “trabajara” de forma automática, similar a poner una moneda en una máquina dispensadora de goma de mascar. Isaías, por ejemplo, denunció la adoración del pueblo de Dios, a pesar de que su forma de adoración se adhería al libro de Levítico y su participación en ella era plena hasta el punto de ser extravagante. Pero Dios dijo a través de Isaías: “Cuando extiendan sus manos, esconderé mis ojos de ustedes. Sí, aunque multipliquen las oraciones, no escucharé. Sus manos están llenas de sangre” (Isaías 1:15). 

El pueblo de Dios fue haciendo un mal uso de los medios de Dios, y Él no quiso saber nada de eso. ¿Qué estaban haciendo ellos para ofender al Señor tan intensamente? Ellos estaban compartimentando. Eran brutales uno al otro, con sangre humana en sus manos. Entonces, sin ver la ironía horrible de ello, venían a adorar en el templo y extendían esas sangrientas manos delante de Dios en oración. Pero Dios vio. Y Dios dijo que sus vidas sin examinar no estaban listas para Su bendición. Las personas estaban tratando los medios de gracia de Dios como una forma de evadir la obediencia costosa más que una forma de inspirar una obediencia más completa a través de toda su vida.

El pueblo de Dios en el Nuevo Testamento también hizo un mal de los medios de la gracia. Los miembros de la iglesia en Corinto estaban recibiendo la Cena del Señor “indignamente” (1 Cor. 11:27), es decir, de una manera divisiva y arrogante, que es opuesto al amor hasta la muerte de Jesús proclamado en ese mismo sacramento. Su abuso egoísta de su regalo sagrado lo convirtió en lo opuesto, es decir, en un medio de juicio:

“Porque el que come y bebe sin discernir correctamente el cuerpo del Señor, come y bebe juicio para sí. Por esta razón hay muchos débiles y enfermos entre ustedes, y muchos duermen. (1 Corintios 11:29-30). 

Si tratamos a los medios de la gracia como la mecánica de la gracia, como si tuviéramos el control, Dios se ofende. Pero si traemos a la clara “encontrabilidad” de Dios nuestra propia disponibilidad total, el Señor bendecirá con alegría sus medios para nuestros corazones.

Humildad y sinceridad

Cuán avivador es venir ante el Señor a través de sus medios con la humilde fe y el sincero arrepentimiento que el evangelio exige. La iglesia primitiva fue una viva prueba del poder de los caminos de Dios:

“Y se dedicaban continuamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión, al partimiento del pan y a la oración… Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos” (Hechos 2:42, 47).

Lo más sorprendente de la iglesia primitiva aquí es lo simple que era su patrón de vida, y sin embargo lo atractivo que era. ¿Cómo podemos explicar eso? Para usar el lenguaje de Jonathan Edwards, estos primeros cristianos estaban poniéndose a sí mismos “en el camino del llamamiento”, es decir, ellos estaban colocándose alegremente en el camino del poder prometido de Cristo. No es de extrañar que la iglesia primitiva floreció.

Charles J. Brown, un ministro de la Iglesia de Escocia durante una temporada de avivamiento, citó a un testigo ocular del poder de la gracia de Dios en las iglesias de la época:

“Era una cosa común, tan pronto como se abría la Biblia, después de los servicios preliminares, y al momento en que el lector empezaba…” Observe que aquí era la simple lectura de la Palabra sin la predicación. Sin embargo, tal era el poder sobre las mentes de las personas que “Era una cosa común, tan pronto como se abría la Biblia, después de los servicios preliminares, y al momento en que el lector empezaba, que gran sobrecogimiento viniera sobre los oidores. Se prestaba la más profunda atención a cada palabra a medida que los versos sagrados eran enunciados lenta y solemnemente. A continuación, la silenciosa lágrima podía ser vista deslizándose por los robustos pero expresivos rostros dirigidos hacia el lector. La Palabra del Señor era atesorada en aquellos días.

Hay poder de avivamiento en los medios de la gracia del evangelio de Dios. ¿Qué más necesitamos?


Publicado originalmente en Ligonier. Traducido por Justo Mirabal.
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