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Odio estar perdido. Pocas cosas son tan frustrantes para mí como deambular por una ciudad desconocida o buscar desesperadamente un artículo escondido en el supermercado. Confieso que no soy una persona agradable en esos momentos.

Sin embargo, perdido es exactamente como me siento cada vez que llego al libro de Isaías. Cuando empiezo a leer, los mismos pensamientos cautivan mi atención: pronto me perderé; totalmente desorientado; Isaías se siente demasiado grande; no hay una estructura inmediatamente discernible. Quizás compartas esta experiencia. En algún lugar en medio de Isaías 24, comienzas a tambalearte por el camino serpenteante que te ha llevado hasta allí y por el camino desconocido que te espera.

Quizás un mapa sería útil. Permíteme ofrecerte algo de ayuda mapeando cinco movimientos en la profecía de Isaías. Estos movimientos pueden ayudarnos a saber dónde estamos en este libro gigantesco. Como verás, los movimientos se centran en una de las descripciones favoritas de Dios en el libro de Isaías: “el Santo de Israel”.

1. El Santo de Israel y su pueblo (Is 1–12)

El movimiento de apertura de Isaías aborda la relación de Dios con su pueblo. El lector notará rápidamente tres fuerzas en acción.

La primera: rebelión. El libro comienza con una exposición del pecado de Judá. El pueblo de Dios es llamado rebelde cinco veces en el primer capítulo (Is 1:2, 5, 20, 23, 28). Esto se refuerza más tarde cuando Isaías registra cómo Dios vino buscando justicia y rectitud, pero solo encontró derramamiento de sangre y clamor (Is 5:7).

La segunda: juicio. La realidad del juicio de Dios está prácticamente esparcida a lo largo de cada uno de los primeros 12 capítulos. Esto quizás se demuestra más eficazmente a lo largo de los capítulos 9 y 10 con la repetición cuádruple de estas escalofriantes palabras: “Con todo eso no se aparta Su ira, y aún está Su mano extendida” (Is 9:12, 17, 21; 10:4).

La tercera: esperanza. La rebelión y el juicio no son la conclusión. La relación entre Dios y su pueblo no ha desaparecido. La esperanza reina suprema con la promesa de un Hijo de la realeza (Is 7:14; 9:1-7; 11:1-16). Los primeros capítulos de este “quinto evangelio” pueden sentirse como un chorro de agua fría en la cara. Pero la nota de esperanza anima al lector a seguir adelante.

2. El Santo de Israel y las naciones (Is 13–27)

El enfoque se mueve de la relación de Dios con su pueblo a su relación con las naciones. El Dios de Isaías es personal, pero también global.

Este movimiento comienza con un oráculo contra Babilonia. Los babilonios aún no se habían convertido en una superpotencia mundial. La invasión, la ruina y el exilio del pueblo de Dios a manos de ellos era aún un evento del futuro. A pesar de eso, ellos serían humillados por el Dios todopoderoso en el apogeo de su poder (Is 13:11). Los babilonios no están solos. A lo largo de los capítulos 13–27, se nombra nación tras nación y se afirma el poder de Dios sobre ellas a medida que se promete su derrota.

La lectura de estos capítulos magnifica el poder de Dios sobre cada nación al traer sobre ellas un juicio justo. Una vez más, sin embargo, el juicio no es la última palabra. Un día se proporcionará un banquete para todos los pueblos y naciones (Is 25:6-8). Tanto el juicio de Dios como la salvación son globales.

Tanto el juicio de Dios como la salvación son globales

La lectura de este segundo movimiento es difícil dada su naturaleza repetitiva. Sin embargo, en asociación con el primer movimiento, sienta las bases necesarias para enriquecer la comprensión del lector del tercer movimiento.

3. El Santo de Israel y la gracia soberana (Is 28–39)

Este tercer movimiento repite el contenido de los dos iniciales, pero impregna con gracia soberana los temas del juicio y salvación.

Isaías usa la imagen del alfarero (Is 29:16) para describir la soberanía de Dios. El Dios de Isaías no necesita pedir permiso. Sus manos están activas en dar forma y dirigir eventos. La única respuesta adecuada es estar asombrado del Dios de Israel (Is 29:23).

El Santo de Israel no es caprichoso con este poder. Isaías quiere asegurarse de que Israel sepa que el poder de Dios se ejerce constantemente para su bien (Is 30:15). Isaías 30 está repleto de esta bondad y ternura.

Los capítulos 36-39 contienen algo sorprendente en comparación con el resto de Isaías: narrativa. Una lectura cuidadosa de estos capítulos demuestra que este interludio narrativo ilustra aún más la gracia soberana de Dios.

4. El Santo de Israel y su Siervo (Is 40–55)

De aquí en adelante hay un cambio perceptible en el énfasis y el tono de Isaías. Desde el comienzo del capítulo 40, la esperanza se hace tangible.

Junto con este cambio de énfasis y tono, se introduce un nuevo personaje: el Siervo. Estos capítulos presentan cuatro “cánticos del Siervo” (Is 42:1-9; 49:1-7; 50:1-11; 52:13–53:12). Según estos cánticos, este siervo estará lleno del Espíritu (Is 42:1), hablará como un profeta (Is 49:1, 5), caminará en obediencia (Is 50: 5) y morirá como un sustituto (Is 53:4-6).

Mucho se podría decir sobre estos cánticos del Siervo, pero basta decir que el Siervo produce un cambio significativo. Es Él quien actúa para traer la salvación prometida a lo largo de Isaías hasta ahora. Así que no es sorprendente observar que la atmósfera ha cambiado una vez más a medida que avanzamos hacia el quinto movimiento.

5. El Santo de Israel y su reino (Is 56–66)

El movimiento final de la considerable profecía de Isaías apunta a los lectores hacia el reino de Dios. Este Santo de Israel es rey: su reino ha sido asegurado por el Siervo y espera a su pueblo.

Después de la gloriosa salvación ganada por el Siervo sustituto, es un poco chocante una vez más ser confrontado con la miseria del pecado (Is 57). Este es un ejercicio de contraste: el objetivo de Isaías es mostrar la justicia del reino de Dios al detallar la miseria del pecado (Is 65:13-16). El reino no solo es justo, sino también redentor. Isaías 59 recuerda al lector que el Santo de Israel se vestirá de salvación (Is 59:17) y que un Redentor aparecerá en Sión (Is 59:20).

Luego, el libro llega a su final con una visión del reino perfecto (Is 65:17-25). El reino perfecto del Santo de Israel es el destino final del pueblo de Dios, quienes están asediados por los reinos de este mundo.

El Santo de Israel

Espero que este mapa ayude al lector a navegar a través de Isaías. Sin embargo, más importante que estar orientado es conocer al Dios de Isaías, que es el tema común en los cinco movimientos.

El reino perfecto del Santo de Israel es el destino final del pueblo de Dios, quienes están asediados por los reinos de este mundo

Yahvé es llamado “el Santo de Israel” en 31 ocasiones en el Antiguo Testamento. Sorprendentemente, 25 de estas ocurren en Isaías. Este título de Dios es uno de los favoritos de Isaías. Le recuerda al lector que este Dios es absolutamente único, distinto de cualquier otro. Sin embargo, agregar “de Israel” nos recuerda que hay un pueblo que le pertenece a este Dios santo. En ese momento vital de la historia israelita, Isaías le asegura al pueblo de Dios que serán conocidos como “los redimidos” (Is 35: 9; 51:10; 62:12; 63: 4).

Este es el enfoque de Isaías: el Santo de Israel y la redención de su pueblo. El deseo de Isaías es que sus lectores, lejos de estar perdidos, encuentren su lugar en el reino perfecto del Santo de Israel.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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