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La ley del Antiguo Testamento (completa) en una palabra

Si tuvieras que resumir la ley del Antiguo Testamento utilizando un verbo, ¿cuál sería? ¿“Obedecer” tal vez? ¿O quizás “temer”? Sé honesto. No hagas trampa. La forma en que respondas a esta pregunta puede decirte mucho sobre tu comprensión del Antiguo Testamento.

Por supuesto, cualquiera que esté familiarizado con el Nuevo Testamento ya conoce la respuesta (cp. Mr 12:28-33). El verbo que estás buscando es “amar”. El pasaje del que estamos hablando es el Shemá (“¡Escucha!” en hebreo):

“Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6:4-5).

Pocos textos del Antiguo Testamento están tan llenos de sentido y significado como el Shemá, que es como el juramento de lealtad para los israelitas. Según Jesús, “este es el grande y primer mandamiento” (Mt 22:38). Así que examinemos este pasaje en el contexto original y luego consideremos por qué este mandamiento fue señalado como el más grande.

Una nueva forma de describir la devoción

El capítulo inicial de Deuteronomio narra la terquedad de Israel en el desierto y su negativa a entrar en la tierra. Sin embargo, Moisés agrega una advertencia a estos eventos: la generación del desierto fue terca en el pasado, así que esta nueva generación a punto de entrar en la Tierra Prometida debe aprender a someterse y confiar en las provisiones de la gracia de Dios (Dt 4).

Pero ¿cómo luce una sumisión que honra a Dios?

Hasta Deuteronomio 6:4-5, la exhortación principal y la base para recibir bendición ha sido “teman a Yahvé” (Dt 4:10; 5:29; 6:2). La palabra “temor” significa algo así como un profundo respeto. Pero ocurre un cambio en el Shemá, en el cual el amor pasa a ser el mandamiento principal. Esta es la primera vez que el compromiso con Yahvé se expresa en estos términos: “Amarás a Yahvé tu Dios”.

El amor que Moisés tiene en mente es una devoción completa e incomparable a Yahvé

Aún antes del Shemá, Yahvé había prometido su misericordia y fidelidad a aquellos que lo aman y guardan sus mandamientos (cp. Éx 20:6; Dt 5:10). Pero a la luz de la dificultad de Israel para guardar el pacto (Dt 1:34-46) y del perdón lleno de gracia y misericordioso de Dios (Dt 4:29-31), ahora se ordena explícitamente al pueblo del pacto que corresponda al pacto de amor de Yahvé. Deben amarlo porque Él los amó primero.

El amor que Moisés tiene en mente es una devoción completa e incomparable a Yahvé. De ninguna manera es contrario al temor o al servicio (ver Dt 6:13). Tampoco sustituye el guardar los mandamientos de Yahvé.

Debemos recordar que Deuteronomio 6:5 sigue a los diez mandamientos (Dt 5) y es una exposición teológica de ese texto (cp. Mt 22:40). Aun en su contexto original, el amor se presenta como un resumen de los diez mandamientos.

Por qué el amor es el mandamiento más grande

Jesús nos dice claramente que el “amor” es el gran mandamiento de la ley, tanto a Dios como al prójimo (Mt 22:34-40). Aun el escriba que trajo este tema a Jesús pareció estar de acuerdo (Mr 12:32-33), lo que sugiere que esta no era una idea nueva. El “amor” es el primer y gran mandamiento. No es “confiar”, “temer” u “obedecer” (aunque esas cosas se derivan naturalmente del amor), sino el amor de pacto.

¿Por qué? Dos razones.

1. Porque el amor de pacto es más que mera emoción

Cuando los israelitas pronunciaron el Shemá, estaban declarando su devoción completa, indivisa e incondicional a Yahvé. El amor no es solo un sentimiento; es un principio basado en acción. El verdadero amor por Dios comienza en “el corazón” (es decir, la mente, las emociones y la voluntad), luego se mueve hacia afuera en círculos concéntricos a toda la persona (“toda tu alma”) y termina con todos los recursos disponibles (“todas tus fuerzas”). El amor se expresa en fidelidad en todos los contextos de la vida, comenzando con la familia (Dt 6:7) y extendiéndose a los espacios públicos (Dt 6:8-9).

El amor no es una disposición agradable, sino un compromiso de pacto

Cuando los israelitas son tentados a pecar contra Yahvé entregándose a otros dioses, el Shemá proporciona un recordatorio constante a dedicarse solo a Yahvé. Esa es la noción bíblica del amor: no una disposición agradable, sino un compromiso de pacto, buscando el bienestar de otro mientras sacrificamos nuestros propios deseos.

El ideal bíblico está bien ilustrado en el matrimonio, ya que el vínculo entre marido y mujer no se demuestra por la pasión romántica, sino por acciones arraigadas en el pacto que buscan el bienestar del cónyuge, aun cuando se requiera un sacrificio.

2. Porque el amor de pacto captura la esencia de lo que realmente significa “temor”

“El temor a Yahvé” sigue siendo un mandamiento central en todo el Antiguo Testamento (cp. Pr 1:7), pero el mandamiento del amor nos ayuda a comprender lo que realmente significa este temor. No es temor a lo desconocido, ni temor al poder de Yahvé (aunque en un sentido, eso es cierto; p. ej., Sal 119:120). En cambio, el temor en el sentido del pacto es el amor inspirador y motivador por Dios que conduce a la obediencia y a una vida de bendición (Dt 6:1-3).

Lo que Moisés tiene en mente con el temor que es definido por el amor no es rendir homenaje, sino obediencia; no es preocupación, sino adoración. No es huir de la presencia de Yahvé, sino acercarse a Él y anhelar hacer su voluntad (cp. Sal 130:4; 2 Co 7:1; Stg 4:8).

El temor que es definido por el amor no es rendir homenaje, sino obediencia; no es preocupación, sino adoración

Aún así, el más grande

Jesús dice en el Sermón del Monte que vino a cumplir la ley, no a abolirla (Mt 5:17). Entonces, si el amor es el cumplimiento de la ley del Antiguo Testamento, el amor cristiano en el Nuevo Testamento es el mismo que su contraparte del Antiguo.

El amor sigue siendo el sello distintivo de lo que significa ser discípulos de Cristo, quien es la imagen del Dios invisible (Jn 13:34-35; Col 1:15). El amor implica actos reverenciales de sumisión y obediencia a sus mandamientos. Jesús dice: “Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos” (Jn 14:15).

La ley del Antiguo Testamento se resumió en una palabra y eso no ha cambiado. Aun en el Nuevo Testamento, el mayor de ellos sigue siendo el amor (1 Co 13:13; Col. 3:14).


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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