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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de la clase de Hermenéutica, del Instituto Integridad y Sabiduría. Para conocer más acerca del II&S, visite su página web.

El pueblo de Israel aprendía del Señor a través de historias. Más del 40% del Antiguo Testamento son narraciones, donde Dios es el gran protagonista. Las narraciones eran contadas, repetidas, y memorizadas, y a través de ellas, el pueblo era animado, y aprendía del carácter de Dios y su obrar.

Si quisiéramos definir a la narrativa del Antiguo Testamento, podemos decir que son relatos que recuentan los eventos históricos del pasado, los cuales son llamados a proveer significado y dirección al pueblo de Dios en el presente (cp. 2 Timoteo 3:16-17).

Es necesario que podamos leer correctamente toda esta porción de la Palabra. A continuación, veamos 10 principios básicos de interpretación de la narrativa del Antiguo Testamento.

1. La narrativa no siempre enseña directamente doctrina.

A veces quisiéramos sacar de la narrativa enseñanzas que puedan ser reproducibles en todas las oportunidades, pero esto no siempre es así.

A veces quisiéramos sacar de la narrativa enseñanzas que puedan ser reproducibles en todas las oportunidades, pero esto no siempre es así.

Lo que puede aparecer en ella es una ilustración de una enseñanza o doctrina que aparece en otro sitio, y que a lo largo de la narración vamos a descubrir si esa doctrina está siendo afirmada o está siendo quebrada.

2. La narrativa ilustra una doctrina o mandato en otro lugar.

Por ejemplo, usted seguramente conoce el pasaje en el que leemos el pecado de David con Betsabé (2 Samuel 11). Allí no encontramos de manera directa un principio doctrinal. Sin embargo, David estaba quebrantando mandamientos de la Palabra del Señor que son precisos.

Aunque la narración no enseña directamente una doctrina, lo que encontramos allí ilustra una doctrina. Y a través de lo que a David le sucede, la forma en que reacciona, su arrepentimiento, y el salmo 51 que escribe para graficar la intensidad de su alma, vemos que todos esos elementos juntos se convierten en una enseñanza para nosotros.

Allí miramos un caso particular, una intervención divina, la degradación del pecado, el quebrantamiento de los mandamientos de Dios, el arrepentimiento puesto en una expresión de adoración. Todos esos elementos se juntan para que esta narración cobre significado, aunque por sí sola lo único que hace es ilustrarme algo que el Señor ya había declarado antes.

3. La narrativa registra lo que pasó, no lo que debió haber pasado o pasará.

Muchas veces leemos una narración en la Biblia y quisiéramos que determinados sucesos no hubiesen ocurrido como ocurrieron. Quisieramos que David no hubiera caído nunca; o que Moisés no hubiera golpeado la roca; o que los hijos de Samuel hubieran actuado bien; o que Saúl no hubiera sido un cobarde.

La narrativa registra lo que pasó, no lo que debió haber pasado o pasará.

Sin embargo, mucho de lo que aparece en la narrativa son sucesos tal como fueron, no tal como debieron ser. La narrativa no se trata de un invento didáctico para formar a la nación de Israel. En cambio, es una historia verdadera, con sucesos verdaderos, con las caídas y la obediencia del pueblo de Dios, en donde Él no oculta la realidad del ser humano.

4. La narrativa no siempre muestra buenos ejemplos.

La historia del Antiguo Testamento no se trata de un gran Partenón de dioses en donde todos los personajes tienen una vida perfecta, sino que nos encontramos con personajes y eventos con los cuales podemos identificarnos.

5. Los personajes humanos son imperfectos.

Continuando con el punto anterior, es evidente que los personajes humanos presentados en la narrativa son imperfectos, al igual que sus acciones. Esto evidencia el grado de realidad de la narrativa del Antiguo Testamento.

Vemos a personajes que decidieron creer al Señor o que se apartaron de Él. Podemos identificarnos con sus imperfecciones, pero al mismo tiempo acercarnos al Señor, buscando misericordia como muchos de ellos lo hicieron.

La historia del Antiguo Testamento no se trata de un gran Partenón de dioses en donde todos los personajes tienen una vida perfecta.

6. No siempre se nos dice si lo relatado es bueno malo.

En ocasiones no se nos dice en la narrativa bíblica si un evento fue bueno o malo. Esto significa que debemos analizar cada suceso leído a la luz del resto de la Escritura, evaluando las situaciones de las cuales estamos aprendiendo.

7. La narrativa es selectiva e incompleta, pero tiene todo lo que necesitamos saber.

Es interesante notar que nosotros nos encontramos con Moisés cuando él huye de Egipto luego de convertirse en el asesino de un egipcio. Luego, él llega al desierto y conoce a quien sería su mujer. Posteriormente, pasan 40 años en donde nosotros no tenemos mayor referencia acerca de él. Y luego nos encontramos con él, en el monte, cuidando las ovejas de su suegro y recibiendo una gran visión que transforma su vida y lo devuelve a Egipto.

¿Por qué no tenemos narración sobre los años de Moisés fuera de Egipto? Simplemente porque, desde el punto de vista de la revelación de Dios, no se trata de una biografía. Se trata de la narración del plan de Dios para la salvación de la humanidad. Por lo tanto, lo que se nos dice es suficiente y es lo que necesitamos saber.

Las narrativas no han sido escritas, en primer lugar, para responder preguntas teológicas, sino para mostrar la soberana manifestación de Dios en el mundo.

8. La narrativa fue escrita para mostrar la manifestación de Dios.

Las narrativas no han sido escritas, en primer lugar, para responder preguntas teológicas, sino para mostrar la soberana manifestación de Dios en el mundo.

Puedes leer el libro de Deuteronomio y ubicar allí al Señor en la perspectiva en la que Él se presenta dentro del libro. Él se muestra como el protagonista, como el que decide, como el que llama, como el que toma las decisiones, como el que va adelante, como el que sabe que sin Él nada sería posible, y como el que reconoce que, si el pueblo se separa de Él, perecería.

En las narraciones podemos ver el protagonismo de Dios y cómo manifesta su soberanía, su gobierno, su poder, y su plan. A pesar y por sobre el pecado y las decisiones equivocadas de Israel, el Señor está gobernando.

9. Cada historia tiene propósitos particulares.

Eso es evidente, por ejemplo, en el libro de Jueces. El pueblo de Israel olvida al Señor, cae en pecado, y leemos que el Señor lo entrega en manos de sus enemigos. Luego, cuando el pueblo clama a Dios, Él se acuerda de ellos y envía un juez. Cuando el pueblo sale de su opresión y olvida nuevamente al Señor, el ciclo empieza otra vez. Vemos que Dios es quien gobierna en medio de esa realidad.

Así la narrativa no es la historia de Israel, sino la historia de la soberanía de Dios en acción sobre su pueblo en cada relato. Cada historia, entonces, tiene un propósito particular, específico, limitado, y trata con ciertos temas, dejando a otros por fuera para ser tratados en otros lugares y de otras maneras.

10. La narrativa puede enseñar explícita e implícitamente.

El Señor tiene algo que enseñarnos acerca de Él y su obra en cada narración, porque las narraciones pueden enseñarnos tanto explícitamente como implícitamente. Puede decirme el propósito de la historia, o puedo descubrir el significado de ella que no aparece directamente en el texto.

El gran desafío al leer la narrativa bíblica es descubrir al Señor como el héroe de toda la historia. Y en la narración, descubrir el gran propósito de Dios.

Por ejemplo, si vamos al libro de Job, descubriremos que lo que a él le sucede es producto del designio de Dios. Vemos que Job recibe el consejo equivocado de sus amigos, y luego expone su queja. Y al final del libro, el Señor se le aparece, pero no para responder sus preguntas filosóficas y existenciales, sino para demostrarle que Él es el Dios soberano sobre toda la creación, y aun sobre su propia vida.

Aquí vemos que Dios responde de manera implícita a Job. ¿Dónde están las respuestas a las quejas y dolores de Job, al sufrimiento que su vida en la tierra pueda propiciarle? Pues solamente están en descubrir que Dios es soberano y tiene control sobre todas las cosas. De allí que el Señor es el héroe de toda narración bíblica. Todo lo demás es secundario y depende de Él.

Por eso el gran desafío al leer la narrativa bíblica es descubrir al Señor como el héroe de toda la historia. Y en la narración, descubrir el gran propósito de Dios.


Imagen: Lightstock.
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