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Nota del editor: 

Para conocer más sobre nuestra postura ante la teología de la liberación, te invitamos a considerar este ensayo del teólogo John Frame al respecto.

El pasado 22 de octubre falleció el reconocido teólogo católico Gustavo Gutiérrez Merino, considerado uno de los padres de la teología de la liberación, en su ciudad natal de Lima, Perú. Su legado intelectual y teológico influyó notablemente en la forma de entender la fe en América Latina, tanto en la iglesia católica como en las evangélicas y protestantes.

Pensando en lo desconocido que es para muchos evangélicos, y en que en las últimas semanas se ha reavivado la conversación sobre su legado en diversos círculos teológicos, ¿quién fue este hombre y de qué se trató su teología?

Gutiérrez nació en 1928 y dedicó su vida a construir una teología que pusiera en el centro a los pobres y oprimidos. Su obra fundacional, Teología de la liberación, publicada en 1971, combina una reflexión cristiana de la pobreza con el aporte de la teología liberal europea y las ciencias sociales, como la sociología y la economía política.

Sin embargo, su reflexión no fue solo intelectual, sino que nacía del contexto de pobreza e injusticia que azotaba a la región y que conocía de primera mano. Tras estudiar teología en Europa, regresó a Lima para trabajar en el distrito de Rímac, donde convivió con comunidades vulnerables. Aquella experiencia pastoral influyó notablemente en su propuesta teológica.

La teología de la liberación

El trabajo de Gutiérrez parte de una visión social de perspectiva marxista, es decir, entiende la dinámica social a partir de la lucha entre dos bandos adversarios. Para Gutierrez, estos serían los pobres y los ricos.

Entonces, el cristianismo estaría obligado a optar preferentemente por los pobres, pues «la pobreza es para la Biblia un estado escandaloso que atenta contra la dignidad humana y, por consiguiente, contrario a la voluntad de Dios» (Teología de la liberación, p. 369). Desde esta perspectiva, el ministerio de Cristo gira en torno a la liberación de los oprimidos, lo que silencia aspectos doctrinales y teológicos de Su obra redentora (como la regeneración, la justificación o la santificación).

La teología de la liberación no solo redefine el ministerio de Jesús, sino también el ministerio y la misión de la iglesia. Para Gutiérrez, la práctica teológica debe orientarse hacia los objetivos de liberar a los pobres de la opresión social y económica. Esta orientación demanda compromiso activo y participación en las luchas sociales, que abundaban en el ambiente convulsionado de la segunda mitad del siglo XX.

Al iniciar su reflexión de una perspectiva social influenciada por el pensamiento marxista, el resto del desarrollo de la teología de la liberación está condicionado y se aparta paulatinamente de la enseñanza general de la Biblia respecto al pecado, la obra redentora de Cristo y la identidad de la iglesia. Como señala el teólogo John M. Frame:

Como muchos movimientos filosóficos y teológicos, la teología de la liberación comete graves errores al principio de su proceso de pensamiento (epistemología) que infectan todo lo demás que dice. Los liberacionistas exigen que el compromiso con la revolución marxista sea el presupuesto de la tarea teológica, por lo que no requiere ningún «permiso teológico». Así, la Palabra de Dios es silenciada en los principios centrales de la teología de la liberación, donde debería hablar más fuerte.

Una clave para entender la iglesia latinoamericana

Las ideas de Gustavo Gutierrez tienen al día de hoy un impacto profundo en líderes religiosos de diferentes denominaciones cristianas, tanto en Latinoamérica como en todo el mundo. Sus ideas encontraron oposición y adherencia por igual, llegando a los campos académicos y políticos.

Sin duda, el pensamiento del teólogo peruano resulta clave para comprender el desarrollo y estado actual de la iglesia evangélica en nuestra región. Los debates en el seno de las iglesias evangélicas sobre la justicia social y el grado de compromiso con la comunidad y con los desfavorecidos nacen, en gran parte, de la influencia de Gutiérrez y su propuesta teológica sobre la liberación de los oprimidos.

En un sentido positivo, las ideas de Gutiérrez animaron a las iglesias y a la teología a pensar seriamente en la ética social e individual, en la desigualdad y en la justicia. Dios, en Su Palabra, aborda la compasión y el cuidado de los vulnerables. Él desea que Su pueblo tenga una fe viva que se muestre en buenas obras. Pero qué significa esto, cómo debe practicarse y cómo se conecta al evangelio debe definirse con el resto de la enseñanza bíblica y no a partir de otros sistemas analíticos —como el marxismo— contrarios a las Escrituras.

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