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Estaba conduciendo, llevando a nuestros gemelos de seis años a la escuela, cuando uno de los chicos me preguntó de repente: “Papá, ¿sabes en qué año regresará Jesús?”.

Por lo general, me gusta responder a las preguntas de mis hijos con verdades firmes y confiadas, en blanco y negro, pero esta vez tuve que admitir mi ignorancia.

Sin embargo, la Biblia nos da algunas cosas muy en blanco y negro que podemos decir en momentos como estos. Le dije que no conocía el año, y que incluso el mismo Jesús, cuando estaba en la tierra, dijo que no sabía el momento exacto en que volvería (Mt. 24:36; Mr. 13:32). También aproveché la oportunidad para enfatizar que si alguien dice que sabe, esa persona es falsa.

Luego añadí que aunque no sé en qué año Jesús regresará, sé que su venida está cerca. Y por “cerca”, me refiero a lo que el Nuevo Testamento quiere decir cuando nos dice, varias veces, que su venida está cerca.

El próximo gran evento

Dios llama a su Iglesia, en cada generación, a vivir a la luz de esta verdad notable: nada se interpone en el camino del regreso de Jesús. Después de su vida perfecta, la muerte sacrificial por nosotros, la resurrección de la tumba, y la ascensión al cielo para derramar su Espíritu en su Iglesia, el siguiente gran movimiento en la historia del mundo es la segunda venida de Cristo.

En la era de la Iglesia, nosotros, los cristianos, no tenemos una lista definitiva de hechos incumplidos que deban transcurrir antes de su regreso. Lo que la Biblia promete que ocurrirá al final ya está sucediendo, en una medida significativa, alrededor del mundo de hoy, y ha estado sucediendo, en cierto sentido, desde los primeros días de la iglesia.

Mientras Jesús se demore, tenemos mandatos concretos de la era de la Iglesia que debemos hacer, como la evangelización de las naciones (Mt. 28:19), y el apresurar su venida a través de la vida santa (2 P. 3:11-12 ). Y sin embargo, no tenemos una lista firme y cierta de condiciones incumplidas sobre las cuales Jesús no podría sorprendernos. Su venida es el próximo gran evento, y podría suceder en cualquier momento. Eso es lo que quiere decir el Nuevo Testamento cuando afirma que su regreso está cerca.

El fin está a la vuelta

Cuatro textos particulares del Nuevo Testamento, de cuatro autores humanos diferentes, dicen que el fin está “a la vuelta”, o literalmente, “se ha acercado”.

Pablo escribe en Romanos 13:12, “La noche está muy avanzada, y el día está cerca”. Los “tiempos de ignorancia” (como lo dijo en Atenas, Hch. 17:30), la oscuridad de la historia humana, ahora ha pasado con la venida de Cristo. La declaración anterior aclara el contexto: “Y hagan todo esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarse del sueño. Porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando creímos” (Ro. 13:11). El día de la venida de Cristo, Pablo dice, “se ha acercado”.

Hebreos tiene la misma cercanía a la vista cuando exhorta a los cristianos en Hebreos 10:25, “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”. Con esto no quiere decir, como a menudo se entiende mal: “toma con seriedad la comunión cristiana en algún momento futuro, cuando veas que las señales del fin empiezan a aparecer”. Más bien, quiere decir que él y sus lectores ya están viviendo en los últimos tiempos. Las señales del fin no están preparadas para el futuro; ya están ocurriendo ahora. “Y mucho más” ahora porque ya viene el “día” acercándose. Como veremos, en Hebreos se nos dice tan claramente como lo hacen los demás autores del Nuevo Testamento, que los cristianos están viviendo “en los últimos días”.

Pedro, después, en 1 Pedro 4:7, escribe: “Pero el fin de todas las cosas se acerca”. Algunos se han preguntado si Pablo y Hebreos se referían a la próxima destrucción de Jerusalén (que ocurrió en el año 70 d. C.) como el “el día que se acerca”, pero esas teorías alternativas chocan contra la pared aquí. Pedro dice, muy sencillamente, “el fin de todas las cosas se acerca”. Incluso si Pedro escribiera su carta solo a los conversos judíos, sería demasiado simple tomar el “fin de todas las cosas” como la destrucción de Jerusalén.

Finalmente, Santiago dice clara e inequívocamente en Santiago 5:8, “La venida del Señor está cerca”. El regreso de Jesús está cerca. Eso es lo que creyeron Santiago, Pedro, Hebreos, y Pablo, y lo que la iglesia fiel ha vivido a la luz de dos mil años. Y lo que nosotros debemos creer, estando preparados hoy.

¿Cómo, pues, cuadrar la afirmación del Nuevo Testamento de que la venida de Cristo está “cercana” al hecho de que aquí estamos, dos mil años después, y que aún no ha regresado?

¿Podría Jesús volver hoy?

Recuerdo un libro que apareció en nuestra librería local a finales de los 90, cuando yo era un adolescente, con el título: ¿Estamos viviendo en los últimos tiempos? Yo estaba intrigado.

¿Lo estamos? ¿Podría Jesús volver en mi tiempo de vida? Mi interés se despertó. Quería conseguir ese libro y responder a la pregunta por mí mismo de si estamos viviendo en los últimos días.

Bueno, finalmente conseguí el libro, y me decepcioné. Recuerdo que era especulativo y se preocupaba por las transitorias realidades políticas de finales de los 90. El libro no fue tan convincente como esperaba que lo fuera. Pero no mucho tiempo después fui a la universidad y me involucré con un ministerio dentro del campus que me enseñó claramente en la Biblia acerca de si estábamos viviendo en los últimos días.

En cuanto a Hechos 2:17, justo después de que Jesús subió al cielo y derramó su Espíritu en su Iglesia, Pedro declara que la profecía de los “últimos días” de Joel 2 se estaba cumpliendo en medio de ellos: “‘Y sucederá en los últimos días’, dice Dios, ‘que derramaré mi Espíritu sobre toda carne’”.

Entonces Pablo escribe en 2 Timoteo 3:1, “Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles”. Y los tiempos de dificultad a los que se refiere para sus lectores ya estaban sucediendo. Él decía, en efecto, “No te sorprendas de que la vida sea dura; estos son los últimos días, ¿recuerdas?”. Y 2 Pedro 3:3 hace una suposición similar, y da un recordatorio similar: “En los últimos días vendrán burladores con su sarcasmo, siguiendo sus propias pasiones”. Para los lectores de Pedro y para nosotros, los burladores no son a futuro; ellos están aquí, ahora. Vivimos en los últimos días.

Santiago denuncia a los incrédulos ricos diciendo: “Es en los últimos días que han acumulado tesoros” (Stg. 5:3). Santiago, sus lectores, y nosotros hoy, ya estamos en los últimos días, y aquellos que depositan tesoros terrenales lo hacen ahora, trágicamente, en esta última etapa de la historia antes de que Jesús regrese.

Quizá el ejemplo más prominente e inconfundible de todos son los dos primeros versos de Hebreos: “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo”. La primera venida de Cristo marcó el comienzo de esta última temporada de la historia del mundo —estos últimos días— y su segunda venida es el siguiente paso importante en la historia.

Historia de la salvación

A diferencia de muchos otros sistemas importantes de creencias alrededor del mundo, los judíos y los cristianos ven la historia de manera lineal. La historia es la historia de Dios, y se dirige a algún lugar. Tuvo un comienzo, y tendrá un final. Pasaron los primeros días, los días de los patriarcas, las muchas temporadas (¡tantos altibajos!) en la historia de Israel, cuatrocientos años de silencio profético, y luego los días en que Jesús caminó por la tierra.

Y desde entonces hemos estado viviendo en los últimos días. No sabemos cuánto durará esta actual época de la historia. Han pasado casi dos mil años hasta ahora. Pero sí sabemos que esta época presente de la historia, que comenzó con la iglesia primitiva, es la última hasta que Jesús venga. El siguiente acontecimiento importante no es una persecución especialmente grande (como si los cristianos no hubieran sido perseguidos durante los últimos dos mil años y no fueran perseguidos de manera horrible en todo el mundo hoy); y no es Dios interviniendo para raptar a los cristianos antes de ser perseguidos. Dios tiene mejores planes; mejores que mantener a su pueblo alejado de tiempos difíciles (Hch. 14:22, 2 Ti. 3:12).

El siguiente gran paso es que Jesús regresa. Eso es lo que significa cuando el Nuevo Testamento dice que su regreso está “cerca”, o “a la vuelta”. No se trata de la brevedad del tiempo tal como lo concebimos, sino de la proximidad en la historia como Dios lo planea. Y debe hacernos un pueblo que lo anticipe, ore por ello, y viva a la luz de ello.

La venida de Cristo está cerca. Esto es lo que enseñamos a nuestros hijos, y nos recordamos a nosotros mismos. Vivimos en los últimos días.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Hugo Ochoa.
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