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¡Detén la aplanadora! Una aplicación práctica de Mateo 7:6

No todo el mundo merece una respuesta.

Sé que resulta un pensamiento extraño viniendo de alguien que ha sido apologista toda su vida. Pero es una lección que aprendí del mismo Jesús: “No den lo santo a los perros”, advirtió, “ni echen sus perlas delante de los cerdos” (Mt. 7:6).

No es que Jesús veía a las personas como bestias. No, creo que nos estaba advirtiendo de ser comedidos con personas que actúan de manera semejante a las bestias cuando se les ofrece la pura y preciosa gracia de Dios. En ocasiones, la sabiduría dicta que mantengamos la distancia y administremos nuestros esfuerzos.

Saber cuándo dar un paso atrás requiere la capacidad de separar los perros y los cerdos de las ovejas perdidas que están buscando un pastor. Pero ¿cómo podemos saber quién es cada uno? Por lo general, necesitamos ponerlo a prueba primero.

Son pocas las personas que admiten firmemente que sus creencias están equivocadas. Algunas muestran verdadera oposición, aun cuando tus puntos son razonables y los comuniques con gracia. En ocasiones el impulso por resistir es tan fuerte que las personas llegan al abuso verbal. Necesitas tener un plan que te ayude a mantenerte en el asiento del conductor, o a salir de la conversación si es necesario, cuando te encuentres con gente maleducada y de personalidad controladora.

Las tácticas que sugiero aquí son maniobras defensivas contra la “aplanadora”. Principalmente estoy pensando en encuentros evangelísticos y apologéticos con gente en el trabajo, la escuela, o la calle, aunque con algunos ajustes también pueden aplicarse a miembros hostiles de la familia.

La aplanadora

De vez en cuando encontrarás personas que tratarán de ser más fuertes que tú. No te abrumarán con hechos o argumentos, sino que te arrollarán con la fuerza de su personalidad. Sus desafíos vienen rápidamente, uno tras otro, evitando que puedas reagrupar tu astucia y dar una respuesta bien pensada.

Saber cuándo dar un paso atrás requiere la capacidad de separar los perros y los cerdos de las ovejas perdidas que están buscando un pastor. 

Las aplanadoras tienen una característica que las define: interrumpen constantemente. Tan pronto como tratas de responder, escuchan algo que no les gusta, interrumpen, y presentan otra objeción o desafío. Si sigues ese nuevo desvío, interrumpen otra vez, cambian el tema y disparan nuevos desafíos; en realidad no escuchan nada de lo que dices. Estás constantemente desequilibrado y a la defensiva.

Si te suena familiar, entonces has sido “arrollado”.

Paso 1: Detente

El primer paso al tratar con una aplanadora debe ser leve. Aun cuando sientas tanta irritación y estés siendo llevado hasta el límite, no respondas de la misma forma garantizando un enfrentamiento abierto. Tampoco dejes que se te aflojen las rodillas.

En lugar de eso, tu primer paso debería ser una afable petición de mostrar cortesía. Detén la intrusión haciendo una pausa temporal en la discusión. Luego, pide brevemente permiso para continuar con tu punto sin ser interrumpido. Emplea un poco de lenguaje corporal si lo necesitas, levantando ligeramente la mano para añadir énfasis.

Lleva más tiempo describirlo que hacerlo. Simplemente levanta la mano un poco y di con amabilidad: “Lo siento, todavía no he terminado”, o “¿Te parece bien si me tomo unos momentos para responder tu pregunta antes de que intervengas?” y luego continúa. Nota la negociación que hay en esto. Haces una petición, y él la concede.

Con frecuencia, esto es todo lo que necesitas para restaurar el orden de la conversación. Si la aplanadora es especialmente agresiva, ten calma y espera que surja una oportunidad. Si no está cooperando al principio, no intentes hablar por encima de la persona. Cuando haya una pausa, solicita un tiempo apropiado para contestar. Cuida que el enojo o la hostilidad no aparezcan en tu voz. Eso sería un error, especialmente con este tipo de persona.

Si la aplanadora quebranta la confianza de tu acuerdo, o si de entrada no tienes éxito en detenerlo para negociar una conversación ordenada, procede con la fase 2 de la táctica para aplanadoras.

Paso 2: Avergüenza 

Has tratado de detener la aplanadora. No funcionó. Ahora lo que quieres es avergonzarlo por sus malos modales, pero debes hacerlo con entereza. Comienza con el enfoque básico del paso 1, pero esta vez haz una petición explícita solicitando cortesía.

En primer lugar, ignora cualquier nuevo desafío que haya introducido. No sigas sus nuevos desvíos. En segundo lugar, trata con el problema directamente. Si no logras tomar la palabra inmediatamente, deja que hable. Cuando finalmente haga una pausa, míralo a los ojos y con calma, di algo como esto:

“¿Puedo pedirte un favor? Me encantaría responder a lo que te preocupa, pero sigues interrumpiendo. ¿Puedo tener unos momentos para desarrollar mi punto sin ser interrumpido? Después puedes decirme lo que piensas, ¿te parece bien?”.

Recuerda que las aplanadoras son consumidores fuertes que a veces necesitan ser tratados con una fuerza igual, aunque acompañada de civismo. Esto quizás sea más difícil si eres una persona fácil de tratar y con espíritu amable, pero a menos que te endurezcas en esta etapa no llegarás a ninguna parte.

Normalmente, este segundo paso doma con efectividad hasta a la aplanadora más beligerante. No seas insolente o presuntuoso. Mantente centrado, continúa siendo agradable, lleno de gracia, pero permanece en el asiento del conductor. Si esto no funciona, continúa inmediatamente con el paso 3.

Paso 3: Abandona

Primero lo detienes, luego lo avergüenzas. Si eso no funciona, lo abandonas. Cuando todo lo demás falla, suéltalo. Márchate. Si la aplanadora no te deja responder, escucha cortésmente hasta que termine y luego déjalo así. Déjale la satisfacción de tener la última palabra, es algo lleno de gracia que además comunica confianza. Luego sacude el polvo de tus pies y sigue con tu vida. La sabiduría dicta que no malgastemos tiempo con este tipo de persona.

¿Cuándo tenemos obligación de hablar y cuándo deberíamos guardar nuestras perlas para otro momento? Parte de la respuesta se puede encontrar en las siguientes palabras de Jesús en Mateo 7:6: “no sea que las huellen con sus patas [las perlas], y volviéndose los despedacen a ustedes”. Sé generoso con la verdad, excepto cuando alguien demuestra un desprecio absoluto por el precioso regalo que le estás ofreciendo. Simplemente lo pisoteará en el lodo y luego se volverá contra ti maliciosamente.

Cuando te encuentres con el abuso verbal de los incrédulos, no lo tomes personal. No se trata de ti, se trata de Cristo. 

Si ves que alguien está arrastrando los pies contra el suelo y preparándose para atacar, puede que sea el momento de marcharse. No malgastes tus esfuerzos con personas como esta. Ahorra tus energías para encuentros más productivos. Di algo como: “me parece que esta conversación no está yendo en una dirección productiva. Voy a dejar que tengas la última palabra y luego seguiré mi camino”. O intenta: “me está resultando difícil transmitir mi punto, así que voy a dejarlo por ahora. Gracias por compartir tu pensar”.

No siempre es fácil tratar con una aplanadora. Cuando te encuentres con el abuso verbal de los incrédulos, no lo tomes personal. No se trata de ti, se trata de Cristo. Cuando tambalees, no te desanimes con el proceso. A veces yo también soy tomado por sorpresa. Tómalo como una experiencia de aprendizaje para la próxima vez y pasa la página.

Ocasionalmente, la forma más sabia de actuar es retirarse con gracia. Como dije antes, no todos merecen una respuesta.


Publicado originalmente The Gospel Coalition. Traducido por Manuel Bento Falcón.
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