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Nota del editor: 

Este artículo es un fragmento adaptado del libro Diccionario conciso de términos teológicos, por Christopher W. Morgan y Robert A. Peterson (B&H Español, 2022).

Los creyentes afirmamos y enseñamos la identidad del Espíritu Santo como persona divina junto con el Padre y el Hijo, porque se ve representada en al menos cuatro formas en las Escrituras.

1) El Espíritu Santo tiene cualidades divinas, como lo revelan sus nombres.

Él es «el Espíritu de verdad» porque revela a Jesús (Jn 14:17; 16:13-15). Él es el «Espíritu Santo» porque su nombre lo conecta con la santidad de Dios de una manera apropiada para Dios. El Espíritu de Dios ejerce el poder divino cuando hace milagros por medio de Pablo (p. ej., Ro 15:19). El Espíritu también posee los atributos de eternidad (He 9:14) y conocimiento divino (1 Co 2:10-11).

2) El Espíritu hace obras divinas.

Según el registro bíblico, el Espíritu Santo participó en la creación, la redacción de las Escrituras y la salvación (Gn 1:1-2; 2 P 1:20-21). Él tiene un papel en la resurrección de Jesús de entre los muertos (Ro 1: 4). El Espíritu nos une a Cristo (1 Co 12:13) y aplica en nosotros la adopción (Ro 8:15), la regeneración (Jn 3:8), la santificación (2 Ts 2:13) y la justificación (1 Co 6:11). También tendrá un papel en nuestra resurrección (Ro 8:11). Solo Dios mora en su pueblo y Jesús predice que el Espíritu morará en nosotros (Jn 14: 16-17) y Pablo dice que el Espíritu ciertamente mora en nosotros (Ro 8:9; 2 Ti 1:14).

3) El nombre del Espíritu se intercambia con el de Dios.

Esto está implícito cuando Pedro dice que cuando Ananías mintió «al Espíritu Santo» no había mentido «a los hombres, sino a Dios» (Hch 5: 3-4). Pablo afirma que los cristianos son «templo de Dios» y «templo del Espíritu Santo» (1 Co 3:16; 6:19). Esta posibilidad de intercambio muestra con claridad que el nombre del Espíritu se equipara con el de Dios.

4) El Espíritu está vinculado con el Padre y el Hijo como solo Dios puede estarlo.

En la Gran Comisión, Jesús les dice a los discípulos que bauticen «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28:19). El Espíritu se combina aquí con las otras dos personas de la Trinidad de una manera apropiada solo para Dios. En la bendición de Pablo, el Hijo, el Padre y el Espíritu dan bendiciones divinas, mostrando la deidad del Espíritu (2 Co 13:13).

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