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La lectura sobrenatural de la Biblia por John Piper se ha convertido en uno de los libros más significativos en mi vida cristiana. Sin duda se trata de una expresión sincera para que la iglesia lea, comprenda, y aprecie la Biblia. ¡Cuán distinto sería nuestro caminar diario si realmente atesoráramos cada joya que obtenemos al escudriñar la Palabra de Dios!  

A continuación comparto 20 frases de este libro que me resultaron muy edificantes. Espero que también sean valiosas para ti.


“La Biblia misma muestra que nuestro objetivo supremo en su lectura es que el valor infinito de Dios y su belleza sean exaltados en la eterna y ferviente adoración de la esposa de Cristo, comprada con su sangre, de cada pueblo, idioma, tribu y nación. En otras palabras, cada vez que tomemos la Biblia para leerla, debemos intentar que su lectura nos conduzca a este fin” (37).

“Para nuestro asombro, ¡la forma de hablar de Dios con autoridad infalible en el siglo XXI es a través de un libro! Un libro, no muchos. ¡No este libro!, sino la Biblia” (31).

“La Biblia pone en claro que este Dios autoexistente, autosustentable y autosuficiente existe como tres personas divinas en una esencia divina. Así el Padre conoce y ama al Hijo de manera perfecta, completa e infinita. El Hijo conoce y ama al Padre de manera perfecta, completa e infinita. Y el Espíritu Santo es la expresión perfecta, completa e infinita del amor del Padre y del Hijo entre sí” (42).

“En vista de estos hechos, yo diría que cualquier comprensión de cualquier cosa, en la Biblia o en cualquier otro lugar, aparte de su relación con Dios es un entendimiento fallido (87)”.

“Vivimos en una cultura tan perversamente secular que el aire que respiramos es impío. Dios no es parte de la conciencia social. Los cristianos, por desgracia, absorben esto, lo que se combina con nuestra inclinación de autoexaltación, y nos volvemos lentos para ver lo obvio: que Dios es un millón de veces más importante que el hombre y que su gloria es el significado supremo de todas las cosas (87)”

“Así que todo depende de cómo amamos nuestra alma. Si usted ama su alma al querer que tenga tantas comodidades en este mundo como sea posible, entonces el sacrificio será un obstáculo insuperable. Pero si ama su alma al querer que sea suprema y eternamente feliz en Dios, entonces el sacrificio no es un impedimento sino un camino. Por consiguiente, la enseñanza de Jesús sobre el sacrificio no presiona hacia la búsqueda del máximo gozo en Dios” (109).

“La misma Biblia nos anima a buscar el gozo en Dios en general, a saborear su gloria dondequiera que la veamos” (113).

“Si su palabra es más deseable que el oro, y si es más dulce al alma que la miel, entonces, claramente es el llamado de cada cristiano a profundizar a través de todas las Escrituras para encontrar el oro de la gloria de Dios, y para saborear cada cosa que se ve con un mayor placer en el alma que la miel en los labios” (131).

“Dios ha hecho que la palabra escrita sea tan indispensable como la Palabra encarnada (Jn. 1:14). Para lograr el propósito final de Dios, Él ha hecho a Cristo esencial y a la Biblia esencial” (172).

“Sorprendentemente, Jesús les dijo a los líderes judíos: “El Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz” (Jn. 5:37). ¡Nunca habéis oído! ¡A pesar de toda su lectura de la Palabra de Dios! Su forma de leer era tan defectuosa que todo estaba distorsionado. Nunca escucharon la verdadera voz de Dios” (205).

“La Biblia misma fomenta el uso más completo de nuestro cuerpo, nuestra voluntad y nuestra razón en el acto sobrenatural de leer las Escrituras” (241).

“Dios ha dejado en claro que el camino para ver su gloria peculiar es la oración: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Sal. 119:18.) ¡Cuánta luz hemos perdido por falta de oración sobre la palabra que estamos leyendo!” (251).

“Jesús murió para que nuestras oraciones por un amor renovado a Él y su Palabra pudieran ser misericordiosamente contestadas. No le estamos pidiendo nuevos deseos por su Palabra sobre la base de nuestros méritos. Le estamos pidiendo sobre la base de la sangre y la justicia de Cristo” (257).

“En nuestra búsqueda para ver y saborear la gloria de Dios en las Escrituras, oramos por su ayuda para comprender el significado fundamental de las palabras” (263-264).

“La razón más importante de la necesidad de hacer todo por fe, incluyendo la lectura de la Biblia, es que esta es la única manera en que Dios recibirá la gloria que Él debe tener de nosotros en cada acción” (279).

“El significado de la Biblia no es algo que está en nuestra mente. Es lo que estaba en la mente del autor y ahora está incrustado, por lo maravilloso del lenguaje, en las palabras y su estructura en la página. El objetivo ordinario de la lectura es desenterrarla, esto es una obra gloriosa cuyas recompensas son inestimables” (313-314).

“El milagro sucede cuando leemos, por la fe, con el propósito común de comprender lo que los autores bíblicos pretendían comunicar. Así como la gloria del Hijo de Dios solo se puede ver mirando al Hijo del Hombre encarnado, así la gloria de la Palabra de Dios solo puede ser vista mirando la palabra inspirada del hombre” (326).

“Cuando la Biblia nos llama a meditar en la instrucción del Señor “todo el día” (Sal. 119:97), de hecho, “de día y de noche” (Sal. 1:2), y en sus mandamientos (Sal. 119:15), ¿no es esto un llamado para mira, mirar y mirar? ¿O escuchar, escuchar y escuchar (lo que es lo mismo), mientras nos repetimos sus palabras a nosotros mismos día y noche? ¿Qué podríamos ver? Muchísimo más de lo que pensamos” (336).

“Haga una pausa y piense cómo Dios quiso que su Libro fuera el Libro de todos los pueblos del mundo, no solo de nosotros. Quería que fuera comprendido y vivido en todas las culturas y grupos étnicos del mundo, durante todas las épicas de la historia” (391).

“El propósito de Dios para la Biblia no puede fallar. Ese propósito es revelar el valor infinito y la belleza de Dios como el valor y la excelencia supremos en el universo, es abrir los ojos de su pueblo para ver esa gloria en las Escrituras, para saborear la excelencia de Dios sobre todos los tesoros creados y, al contemplar y ser satisfecho con Dios, ser transformado de gloria en gloria, hasta que la esposa de Cristo, la familia de Dios a través de todos los siglos y culturas, sea completa en número y belleza para la adoración ferviente de Dios por los siglos de los siglos” (393).


Imagen: Unsplash
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