Juan Sánchez: Yo era católico y conocí al Señor a los 17 años. Después de entender lo que dice la Biblia acerca del evangelio, entendí que la iglesia católica tiene una teología muy diferente. El bautismo en la iglesia católica se entiende como algo que limpia el pecado original de Adán. Entonces, a partir de ese momento, se debe obrar para mantener la gracia y hacer la penitencia en la confesión; ya que si no se han confesado los pecados antes de morir, el alma va al purgatorio. Cuando nosotros leemos la Biblia, entendemos que no hay ningún lugar que se llame purgatorio, y que lo que requiere Dios de nosotros no es la penitencia, como enseña la iglesia Católica, sino el arrepentimiento.
Las buenas nuevas del evangelio es que Jesús ha cumplido todo lo que requiere Dios de nosotros, la vida perfecta en obediencia y la penalidad de muerte que requiere el pecado. Y por la fe en Cristo recibimos la vida de perfección de Jesús y también el pago de muerte por los pecados. Así estamos justificados ante Dios.
El bautismo es identificarnos con Jesucristo. El arrepentimiento y la fe nos ayudan a entender el concepto de conversión. Un bebé no puede hacer eso. Hay muchas personas que pasan por aguas, pero solo pasar por agua no es ser bautizado. Ser bautizado es una decisión consciente de que yo estoy con Cristo, y por esa razón yo no llamo bautismo a muchas experiencias que hemos tenido en agua. Por ejemplo, yo como católico fui bautizado como infante, pero nada más rociaron un poco de agua por encima de la cabeza. Eso no es el bautismo. El bautismo, vemos en Romanos 6 y en 1ª Pedro, es identificarse con Jesús en su vida, en su muerte y su resurrección, para una vida nueva.
Miguel Núñez: El Señor Jesús dejó a su Iglesia dos ordenanzas: el bautismo y la santa cena, lo que comúnmente, en la religión de Roma o en la creencia de Roma, se le llama la comunión. Cuando Cristo nos dejó su último mandato, lo que conocemos como la Gran Comisión, dijo lo siguiente: Id por todo el mundo y haced discípulos y bautizarlos; de manera que cuando una persona pone su fe, su confianza en Cristo como Señor y Salvador, allí comienza su vida discipular, y esa vida discipular le da entrada a disfrutar de algunos de los beneficios de ser parte de la familia de Dios. Uno de los beneficios principales, es justamente, poder entrar en intimidad con sus hermanos a una cena que recuerda lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz y a través de toda su vida y luego en su resurrección. La misma comunión o santa cena, apunta a esa venida que Cristo prometió que tendría lugar en el futuro, donde nosotros volveremos a tomar del fruto de la vid, como Él mismo les dijo a sus discípulos.
Entonces, entendemos que para que una persona llegue a ser discípulo, el discípulo que tiene el derecho de participar en la cena, necesita de manera voluntaria, consciente, y con entendimiento, poner su confianza en la persona de Jesús. Habiendo entendido que Jesús murió por sus pecados, que vivió conforme a la ley de Dios, y habiendo vivido de esa manera entonces fue y murió en la cruz por sus pecados, resucitando al tercer día. Ahora él, con ese entendimiento desea entregar su vida al Señor para que Él pueda ejercer ese señorío en su vida.
Entonces, ese es un discípulo, y este discípulo ahora quiere, como Juan explicaba, identificarse con su Señor y la manera pública de identificarse con su Señor es justamente a través de las aguas del bautismo. Cuando un niño pasa por estas aguas, no tiene conciencia de Cristo, de su salvación, de su necesidad de perdón de pecados. De manera que realmente, eso es hecho por los padres que cumplen ciertos requisitos dentro de lo que la iglesia de Roma recomienda o requiere, pero no conforme a lo que la Biblia ha establecido. Y por eso creemos que todo el mundo que haya experimentado ese bautismo como niño en la iglesia de Roma, como yo frecuentemente le llamo, después de llegar a creer en Cristo Jesús debería experimentar el bautismo del cual nosotros hablamos por inmersión, porque esa fue la manera como la Biblia nos enseñó.
J.S: Para añadir a lo que ha dicho Miguel, como bautistas, compartimos que uno cree primero y después la respuesta pública es el bautismo. Por ejemplo, si alguien en la iglesia de nosotros fue bautizado a los 5 años u 8 años, pero a los 17 años se da cuenta que no era creyente, y verdaderamente conoció al Señor por primera vez como Señor y Salvador a esta edad, entonces le explicamos que esa primera vez que se bautizó no fue un bautismo cristiano como lo explica Jesús y por qué.
Sabemos que hay otros presbiterianos y anglicanos que tienen otra teología del bautismo, pero para nosotros, se debe tener convicción primero y después el bautismo.