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Cuando observas con detenimiento El retorno del hijo pródigo, solo puedes quedar atónito ante tal majestuosa obra de arte. En ningún momento nos atreveríamos a pensar que esta magnífica pintura fue hecha al azar. La complejidad de la técnica del claroscuro y tenebrismo, junto a la especificidad del mensaje en los rostros, miradas y manos de los personajes, nos sugieren que detrás de este maravilloso cuadro hay un pintor, un autor. 

¿Su nombre? Rembrandt Harmenszoon van Rijn.

En A Dios por el ADN: ¿Qué propone el diseño inteligente?, Antonio Cruz —doctor en biología— propone que las “obras de arte” de la biología, también apuntan a un autor, a un Diseñador Inteligente. En este recurso aprendemos acerca del Diseño Inteligente (ID, por sus siglas en inglés), una teoría científica que afirma lo siguiente:

“Cuando se estudian minuciosamente los diversos componentes de cualquier sistema natural resulta posible determinar si se trata del producto de la pura casualidad —dentro del ámbito de las solas leyes físicas y químicas—, o bien ha sido deliberadamente planificado por una mente inteligente o, en fin, puede tratarse de una combinación de ambos: azar y diseño ingenioso” (p.10).

A Dios por el ADN enfoca el mayor ejemplo de esta teoría en la molécula de la identidad biológica: el ácido desoxirribonucleico (ADN). Según los científicos que apoyan el ID, esta estructura biológica es “irreductiblemente compleja”. Es decir, no pudo formarse mediante procesos evolutivos al azar.

A Dios por el ADN

A Dios por el ADN

CLIE. 304 pp.

En A Dios por el ADN: ¿Qué propone el diseño inteligente?, Antonio Cruz —doctor en biología— propone que las “obras de arte” de la biología, también apuntan a un autor, a un Diseñador Inteligente.

CLIE. 304 pp.

El autor estructura su tesis en 10 capítulos, pero los temas pueden identificarse en cinco secciones: Primero, contextualiza en la historia los conceptos del diseño y el darwinismo con su naturalismo metodológico. Segundo, resume lo que la ciencia entiende sobre el origen de la vida. Tercero, plantea el gran problema de la ciencia: el ADN. Cuarto, documenta la propuesta del Diseño Inteligente y, más adelante, las críticas al mismo. Y quinto, esquematiza y detalla los diferentes evolucionismos y creacionismos. A modo de conclusión, el autor plantea por qué se inclina a favor de la existencia de un Diseñador Inteligente.

La naturaleza y sus misterios siempre han sido una preocupación del ser humano. Tanto el Rey David —“Los cielos proclaman la gloria de Dios” (Sal. 19:1)— como el apóstol Pablo —“Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado” (Ro. 1:20)— nos dan una pista de por qué. Una reflexión libre de prejuicios en la naturaleza puede llevar a la percepción del Gran Invisible que está detrás de ella.

La teoría del ID mira las evidencias de la naturaleza para identificar causas inteligentes. Las veces que se identifique complejidad y especificidad, se puede inferir inteligencia real y no aparente.

Ideas peligrosas

El episodio 394 de la comedia animada Los Simpson inicia con Homero, el protagonista, como un organismo unicelular (formado por una sola célula) que con el paso del tiempo se va transformando en el Homero humano, un organismo pluricelular (formado por varias células). 

La Teoría de la Evolución fue presentada como un chiste a millones de personas en esta serie. Algunos se rieron y otros lo ignoraron, pero de una manera u otra influyó en la manera de pensar de muchos, tanto en cuestiones de ciencia como en su diario vivir.

El Dr. Cruz concuerda con esto y explica cómo la teoría de la evolución ha influenciado no solo algunos métodos para la investigación científica (el “materialismo metodológico”), sino también en la manera en que uno debería vivir. Él escribe: “La teoría de la evolución no se concibe únicamente como una hipótesis de la ciencia sino que, de hecho, actúa como una ideología que pretende explicar el sentido de la vida en el mundo” (p.28).

Pero esta teoría tiene problemas. La evolución naturalista es incapaz de explicar el origen de la vida. Al mismo tiempo, el azar no puede explicar el misterio de la información biológica.

El dolor de cabeza

El ADN y el ARN son moléculas que contienen información. Una pregunta muy importante (y que es un dolor de cabeza para los evolucionistas) es: “¿De dónde provienen todas esas instrucciones integradas en el minúsculo espacio de tales macromoléculas que son capaces de derramar la diversidad de la vida sobre este planeta?” (p. 97).

La teoría de la evolución química supone que la vida en la Tierra inició a partir de una molécula primitiva que pudo autorreplicarse (es decir,copiarse a sí misma) para sobrevivir durante el tiempo. Los adeptos a esta teoría pensaron que el ADN probaría esto, ya que contiene la información necesaria para hacerlo. Pero hoy se sabe que el ADN es incapaz de replicarse espontáneamente:

“[Para que el ADN se replique] se requiere de una complicada serie de reacciones catalizadas o facilitadas por un gran número de enzimas proteicas. De manera que para formar proteínas se requiere ADN y para elaborar ADN se necesitan proteínas ¿Cuál de los dos fue primero?” (p. 104).

El famoso diseñador de software Bill Gates, señaló: “El ADN es como un programa de computadora pero mucho, mucho más avanzado que ningún otro que hayamos creado”. Con dos símbolos (el cero y uno) un programador de ordenador puede realizar determinadas funciones en el entorno de una máquina. De la misma manera, los “símbolos” del ADN (cuatro bases nitrogenadas) son capaces de realizar múltiples funciones dentro de células vivas. El concepto de información biológica se caracteriza por dos aspectos: “La complejidad, o improbabilidad de que ocurra por azar, y el de especificidad en la función precisa que realiza” (pp.108-109).

Así como la música, las obras de arte, y las aplicaciones de un teléfono móvil nacen del ingenio de agentes inteligentes humanos, el ADN —una molécula que tiene una enorme información, compleja y específica— solo puede proceder de una fuente inteligente.

Todos en un mismo saco

Algunos evolucionistas críticos del ID tienden a etiquetarlo como un “creacionismo científico”. Pero el ID no debe confundirse con el creacionismo. Las diferencias radican en las metodologías, según el Dr. Cruz:

“Mientras el ID no dice nada acerca de la identidad de las causa inteligente y por tanto, no mezcla las cuestiones científicas con las teológicas, el creacionismo afirma categóricamente que dicha causa es sobrenatural” (p.12).

El ID no tiene compromisos bíblicos, ya que no depende del relato bíblico de la creación y procura interpretar los datos naturales siguiendo principios científicos generalmente aceptados. Como escribe el Dr. Cruz, “el Diseño Inteligente se niega hablar de una deidad concreta. Lo único que afirma es que numerosas evidencias […] permiten deducir la existencia de una causa inteligente que estaría detrás de ellas” (p. 212).

Conclusión

Es importante notar que la presentación del Dr. Cruz sobre la teoría del Diseño Inteligente se puede apreciar mejor con un conocimiento básico de biología. El objetivo de su obra se cumple: introducir un método de lógica abductiva que, a partir de la descripción de los hechos observables en la naturaleza, llega a la mejor hipótesis del origen de estos.

Aunque para el mundo secular y las revistas científicas famosas el ID es algo más de los religiosos, los hechos demuestran que la complejidad y especificidad en la naturaleza apuntan a un Diseñador Inteligente.

El ID nos recuerda que hay una analogía entre los diseños humanos y los que se observan en las células de los organismos. El texto bíblico dice que estamos hechos a imagen y semejanza del Creador (Gn. 1:26-27). Así como Él diseñó, nosotros también lo hacemos. Pero aquí es donde la ciencia se detiene. Para conocer quién es este Diseñador, la teología tiene un mejor método.

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