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Hace unos años me regalaron uno de los libros que más me han enriquecido y en consecuencia es uno de los que más atesoro: Expository thoughts of the Gospel of John, de J. C. Ryle (Pensamientos expositivos del Evangelio de Juan). Ryle fue un predicador inglés del siglo XIX y el primer obispo anglicano de Liverpool. Junto a una docena de otros antiguos predicadores, él es quizá uno de los autores más prolíficos que he leído (Sendas antiguas, Santidad, Cristianismo práctico, Pensamiento para hombres jóvenes, entre otros, son algunos de sus libros).

El texto de Ryle combina comentarios exegéticos y devocionales del Evangelio de Juan. Pero la parte del libro que fue de mucha bendición para mí son sus pensamientos sobre el discurso del aposento alto: el discurso de Jesús cuando celebró la última pascua con sus discípulos la noche antes de ser arrestado. Es decir, sus comentarios de los capítulos 13 al 17 del Evangelio de Juan. Desde entonces, este pasaje ha sido un componente regular de mi dieta devocional. Este segmento de 155 versículos, que contiene la porción del Nuevo Testamento con más letras rojas, ha sido de edificación en estos años.

Ryle me invitó a estudiar este pasaje con nueva luz. Dios ha usado sus comentarios no solo para darme una nueva perspectiva de estos capítulos, sino también para despertar un renovado interés por este precioso discurso. Incluso el año pasado, en la iglesia estudiamos algunos pasajes de este texto y ha sido de mucha edificación.

La singularidad del discurso del aposento alto

Antes de continuar, no quisiera crear la impresión de que este pasaje es mejor y más importante que otros. Toda la Biblia es importante porque toda la Biblia es la palabra de Dios. Pablo diría que “toda la Escritura es inspirada por Dios”. Pero cada pasaje es singular porque forma parte de una situación y un contexto particular. Cada segmento de la Biblia y cada afirmación tiene su singularidad, y este pasaje no es la excepción. En ese sentido, creo que podemos destacar por lo menos dos razones que hacen de este discurso un texto especial.

La primera razón es que son las palabras de Jesús en la última cena, justo antes de ser arrestado. En unas horas será separado de sus discípulos. Tres años han pasado y su tiempo juntos está a punto de terminar. Él sabe que uno de ellos lo traicionará y los demás lo abandonarán. Sabe que será llevado por soldados y que luego será juzgado, condenado como un criminal, golpeado, burlado, y azotado. Finalmente será puesto en una cruz donde experimentará la ira divina y la agonía de ser abandonado por Su Padre mientras sufre por los pecados de Su pueblo. Sus palabras están llenas de una gran carga emotiva. Jesús está inusualmente angustiado y conmovido en espíritu (Jn. 13:21).

Pero el segundo factor que hace que estas palabras sean únicas (y el discurso significativo), es el hecho de que Jesús conoce el corazón conmocionado de sus discípulos. Están intimidados y confundidos, y no es para menos. Las cosas que Él les ha dicho los ha turbado. Además, saben que Jesús ya no estará con ellos y verlo angustiado los ha dejado perplejos. Aquel que no había mostrado signos de temor ni ansiedad, Aquel que había despertado paz y confianza, que no perdía los estribos, y que parecía tener todas las cosas bajo control, ahora se encontraba conmovido, bajo una profunda mezcla de angustia y tristeza.

Algunas particularidades de este discurso

  • Es el pasaje que relata la ocasión en que Jesús lavó los pies a sus discípulos. En realidad, es el único Evangelio que la describe (Juan 13).
  • Es uno de los pasajes más extensos respecto la persona y el ministerio del Espíritu Santo (Juan 14, 16).
  • Es uno de los pasajes más completos entre los Evangelios para hablar de nuestra unión con el Señor. La gran realidad de nuestra unión con Cristo es mencionada varias veces (Juan 17) e ilustrada por la parábola de la vid y los pámpanos (Juan 15).
  • Es uno de los pasajes más reveladores respecto a la relación, cercanía, e intimidad entre el Hijo con el Padre y de la gloria que ambos comparten (Juan 17).
  • Es el pasaje que contiene la oración más larga que Jesús hace al Padre (Juan 17).

Cómo me edificó este discurso

El discurso del aposento alto ha sido de edificación para mi caminar cristiano de varias formas. Este pasaje me ha sido fuente de comunión con Dios, conocimiento de Cristo, consuelo, exhortación, y esperanza.

Fuente de comunión. Este discurso ha sido fuente de compañerismo con Dios, primeramente porque Él nos habla por medio de Su palabra. La dulce, firme, y esperanzadora voz del Señor habló a mi corazón en un sinnúmero de veces. Segundo, porque he tomado esas mismas palabras, promesas, advertencias, y mandatos para elevarlos en oración al Señor.

Fuente de conocimiento de Cristo. El texto es único en su especie. Nos presenta la bendita mezcla de majestad (por ser Dios) y fragilidad (por ser hombre) en Cristo. Juan nos presenta a Jesús como el Dios grande, lleno de compasión, de sabiduría, pero también nos muestra su fragilidad humana. Lo exhibe vulnerable, sensible, y angustiado.

Fuente de consuelo. Eso es lo que trata de hacer Jesús durante casi todo el discurso: animar y consolar a sus tristes seguidores ante Su inminente partida. Este pasaje ha sido usado por Dios para alentarme de muchas maneras. Palabras de consuelo tan dulces y sólidas son las letras rojas de Juan 13-17. Me atrevo a decir que en este pasaje Cristo dice casi todas las cosas que nos gustaría saber y escuchar en medio de la aflicción. Todo lo necesario para encontrar consuelo en el dolor está incluido en este discurso.

Fuente de confrontación. El discurso comienza con el lavado de los pies de los discípulos y Cristo nos llama a imitarlo. Pero este pasaje también incluye un enérgico llamado al amor fraternal. Algo que nos confronta constantemente.

Fuente de esperanza. El discurso del aposento alto es un precioso manantial de esperanza por todas las referencias al cielo, a su gloria futura, y al lugar que Jesús fue a prepararnos. Lo más glorioso es que Juan escribe la gloriosa petición de Jesús: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado” (Jn. 17:24). Está oración que será respondida. ¡Qué glorioso!

Mi recomendación

Por eso quiero invitarte a leer Juan 13 al 17. Quiero recomendarte que este año puedas tomar este discurso y hacerlo parte regular de tus devociones. Te animo a exponer tu mente y corazón a este texto, y que puedas leerlo una y otra vez. Que memorices algunos versos, que los recites y medites en ellos durante el día, y así permanezcas en comunión con Dios. Comparte tus lecturas con tu familia, amigos, y hermanos de tu iglesia. Si estás casado léelo con tu cónyuge. Si eres padre o madre, léelo con tus hijos.

Oro para que, al leer este discurso, tu comunión con Dios sea refrescada, tu conocimiento de Cristo fortalecido, y que tu devoción por Él y tu esperanza sean renovadas. El pasaje es una de las obras literarias más preciosas que se hayan escrito. Una fuente inagotable de consuelo, fortaleza, y esperanza. ¡Ánimo!

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