¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Las dificultades son casi tan comunes como respirar. La pregunta no es si las tendremos, sino cuándo nos encontraremos en uno de esos momentos dolorosos de la vida.

Al mismo tiempo, las pruebas vienen con incertidumbre. ¿Qué tan intensas serán? ¿Cuánto tiempo van a durar? Esta es la razón por la cual el consejo de algunos amigos viene con una pequeña mueca. Cuando dicen, “estarás bien”, queremos creerlo. Pero si somos honestos, no sabemos si eso será verdad.

Pero, ¿y si hubiera algo a que aferrarse? O mejor aún, ¿y si hubiera alguien en quien mantener nuestra esperanza? La Biblia nos enseña que Dios no solo nos ofrece aliento cuando estamos en un pozo, sino que realmente entra al pozo con nosotros para ayudarnos a salir. Estaremos bien, porque Dios está con nosotros.

José en los pozos

Imagine el bache emocional que José debe haber soportado. Después de que sus hermanos lo golpearon y lo vendieron a traficantes de personas, José vió como se realizaba otro acuerdo doloroso. Los ismaelitas lo vendieron a un egipcio (Gn. 37:36). Separado de su familia y su tierra natal, José debió sentirse solo. Un evento inesperado para un hombre nacido en una familia envuelta en promesas, y con una especial cercanía a Dios.

José ahora está en un país extranjero, aislado de su familia y, al parecer, alejado de la orilla de las bendiciones de Dios. Él está en un pozo, y parece estar muy solo. El autor de Génesis quiere que veamos y sintamos la desolación de José para mostrarnos el propósito de Dios en ella.

No desechemos las dificultades personales como si fueran algo malo. En cambio, con ojos de fe, miremos debajo de la superficie, donde Dios busca transformarnos más como Él.

El propósito de Dios en los pozos

Podríamos caer en la tentación de concluir, por sus circunstancias, que Dios estaba enojado con José o que lo había abandonado por completo. Asímismo, cuando nos encontramos con dificultades, podemos pensar que Dios se ha ido, o que está disgustado con nosotros.

Pero, ¿y si las pruebas intentan revelar algo más? ¿Qué pasa si Dios quiere mostrarnos la preciosidad de su amor, al mismo tiempo que fortalece nuestra fe? Más adelante en la historia, leemos estas palabras: “El Señor estaba con José” (Gn. 39:2). Dios no lo abandonó en el pozo. Dios estaba realmente con él.

Es más, Dios estaba haciendo algo con él. El pozo fue útil, no fue en vano. En toda la Biblia se nos instruye que no desechemos las dificultades personales como si fueran algo malo. En cambio, que con ojos de fe, miremos debajo de la superficie, donde Dios busca transformarnos más como Él. Santiago instruye a los creyentes para que acojan con alegría estas pruebas ya que son usadas providencialmente para fortalecer nuestra fe y hacernos maduros (Stg. 1:2-4).

Cómo Dios da humildad

El salmista nos recuerda que Dios usó la aflicción como una herramienta para hacerlo obediente (Sal. 119:67).

En la vida de José, vemos a Dios trabajando este tipo de cambio en él. Al leer la narración de José, nos impresiona la brújula moral de este hombre. ¿Dónde recibió este entrenamiento? ¿Cómo trabajó Dios en él esa humildad que tiembla ante Dios y se aferra a sus promesas? Recordemos que el joven José no solo carecía considerablemente de tacto, sino que también de humildad cuando hablaba con sus hermanos sobre sus sueños (Gn. 37:1-11). Dios lo humilló a través de estas pruebas. Pero no solo lo humilló, sino que también le mostró lo precioso del amor divino y Su fidelidad en tiempo real (Gn. 39:21-23).

Lejos de ser abandonado por Dios en un pozo sin sentido, José estaba justo donde Dios lo quería. Fue en esta estación que Dios trabajó para cambiar a José, incluso mientras lo animada con su cercanía.

Como creyentes, nos aferramos al Dios que nos habla a través de su palabra y nos promete trabajar a través de nuestras circunstancias para su gloria y nuestro bien.

Dios está contigo

Cuando leemos y consideramos la vida de un hombre como José, no estamos viendo otro poderoso documental en Netflix. Claro, hay hechos y detalles que observar sobre ese tiempo y cultura, pero hay mucho más que aplicar en nuestras vidas. Como creyentes, nos aferramos al mismo Dios que nos habla a través de su palabra y nos promete trabajar a través de nuestras circunstancias para su gloria y nuestro bien (Ro. 8:28).

Considera cuán poderosa es realmente esta verdad. No hay nada al azar en tu vida. Cada mano es tratada por la providencia divina. Cada circunstancia en la que nos encontramos, ya sea buena o mala, está trabajando en conjunto para nuestro bien eterno. Las dificultades no son inútiles sino que tienen un propósito. Dios nos está haciendo más como Él, por ellas y por medio de ellas.

Pero Dios no solo nos está transformando a través de esto. Dios también está con nosotros a través de esto. Él entra en nuestras luchas. Nos anima con su presencia, nos muestra su bondad, simpatiza con nuestra debilidad, y nos refresca con su palabra. Nunca nos hundimos más abajo de lo que Cristo puede descender. Nunca podremos escapar de su amorosa soberanía. Él se une a nosotros en el pozo para darnos más de sí mismo.

¿En qué pozo estás?

¿Qué puede ayudar a alguien que no puede llorar otra lágrima? ¿Qué consuela cuando no hay otras opciones médicas? ¿Cómo podemos ser consolados cuando las relaciones se rompen? ¿A quién podemos acudir cuando nos acusan falsamente? ¿Cómo podemos ser fortalecidos para ponernos de pie cuando la tragedia ha doblado nuestras rodillas?

Cuando sientas que las pruebas de la vida te hacen correr incontrolablemente por un río de desesperación, aférrate a la presencia y al propósito de Dios. Esto no es un accidente, y no estás solo. No estás desamparado. Dios está contigo en este pozo, para su gloria y por tu bien.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Sergio Paz.
Imagen: Lightstock.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando