¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Después de hablar una vez en una conferencia, hablé con un joven que había sufrido una discapacidad mental toda su vida. Pero lo que le faltaba en capacidad intelectual lo tenía en percepción teológica. Me dijo que a veces le preguntaba a Dios por qué había nacido con su discapacidad. Me dijo: “A veces le pregunto a Dios: ¿por qué?”.

Entonces le pregunté: “¿Qué respuesta te da Dios?”.

Hizo una pausa por un par de segundos y finalmente respondió: “Solo que me ama”.

Fue una de las cosas más profundas que he escuchado.

Una cosa podemos saber: al mirar a la cruz, somos amados.

Es posible que no siempre (o nunca) comprendamos la providencia de Dios, por qué nos hace ciertas cosas o nos lleva a través de ciertas cosas. Pero algo podemos saber: al mirar a la cruz, somos amados.

Esta es quizá la forma principal en que el Espíritu Santo nos consuela en nuestras aflicciones. Él nos recuerda lo que Cristo ha hecho por nosotros. Y esto no se debe a que el Espíritu no sepa cómo alentarnos. Él no es como nuestros amigos bien intencionados a los que les gusta animarnos con clichés, principalmente debido a su propia incomodidad ante nuestro dolor. Él sabe que la mayor ayuda que podemos obtener proviene del poder del evangelio. Y el Espíritu nos recuerda el evangelio, pues este es su plan, tal como Jesús lo dijo:

“Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, es decir, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de Mí”, Juan 15:26.

El Espíritu Santo viene a nosotros en nuestros momentos de sufrimiento y nos recuerda que Cristo sufrió por nosotros, que no estamos solos, y que nunca lo estaremos por el gran y eterno amor de Dios que se nos ha dado por medio de Jesús. Otra forma de expresar esto es que el Espíritu Santo nos consuela al recordarnos el amor de Dios.

Es tentador, especialmente en tiempos de oscuridad, sentirse abandonado o no amado. Incluso si otros nos muestran amor, podemos dudar del amor de Dios debido a los dolores que enfrentamos que solo Él puede aliviar. Y por alguna razón, no lo hace. Comenzamos a razonar, como los amigos de Job: ¿hemos hecho algo para merecer nuestra discapacidad, nuestra depresión, y nuestros dolores? Pero el mismo Espíritu que gime con nosotros en Romanos 8:26 nos recuerda Romanos 8:1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”.

Nuestro gran Ayudante nos enseña con gentileza y firmeza acerca de Cristo, recordándonos todo lo que Cristo hizo por nosotros, incluyendo su muerte. Si alguna vez te sientes tentado a dudar del amor de Dios por ti, ¡mira la cruz!

El amor de Dios es la cosa más preciosa que cualquier persona podría experimentar. Te sostendrá como ninguna otra cosa, y lo hará cuando nada más lo pueda hacer. Te alentará en los momentos más oscuros de tu vida. El amor de Dios fue puesto sobre ti, hijo de Dios, ¡incluso antes de que el mundo fuera creado!, y te llevará por tu día de agonía hacia la gozosa alegría de la reunión eterna con la fuente del amor mismo.

“Dios es amor”, nos dice el apóstol Juan (1 Jn. 4:8). Esto significa que en su yo intertrinitario, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo comparten un amor abundante que se ha desbordado y se ha derramado en los límites de la creación, llevando incluso a pecadores como nosotros a probar la bondad de la divina naturaleza.

Cuando tu corazón dé su último latido, el amor de Dios seguirá estando allí, sin parar, sin fin, levantándote a la gloria.

El amor de Dios, dice el salmista, es mejor que tu próximo aliento (Sal. 63:3), y cuando todo lo demás llegue a su fin, ya sea que mueras joven o viejo, cuando cierres los ojos en angustiada oración, o porque ha llegado tu último momento, y tus pulmones den su último susurro, y tu corazón dé su último latido, el amor de Dios seguirá estando allí, sin parar, sin fin, levantándote a la gloria. Y en el día de la resurrección, cuando disfrutes de la plenitud de la creación en una tierra restaurada, será el amor el que te empoderará a ti y a toda la creación redimida, y será el amor de Dios el que guiará nuestra adoración a Jesús para siempre.

Cuando te sientes tentado a pensar que Dios ha llegado a su límite contigo, el Espíritu te recuerda que “las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan Sus bondades” (Lam. 3:22).

Cuando sientes que Dios te ha abandonado, el Espíritu te recuerda: “Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu” (Sal. 34:18).

Cuando esperas ser rechazado por Cristo, el Espíritu te recuerda que Jesús se ha ido a preparar un lugar para ti, y que donde Él está, tú también estarás (Jn. 14:3).

Cuando te atormenta la inseguridad, el Espíritu te recuerda que estás a salvo en las manos de Jesús y que nada te puede arrebatar de su mano (Jn. 10:29).

Cuando te sientes vencido por el miedo, el Espíritu te recuerda que “el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Jn. 4:18), y que su propia presencia en tu vida no es propicia para el miedo, sino para el poder, el amor, y el dominio propio (2 Ti. 3:1-7). De hecho, “no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que han recibido un espíritu de adopción como hijos” (Ro. 8:15).

Cuando estás completamente abrumado por la vida, y parece que sucede una cosa tras otra, y estás cansado y desesperado y te sientes irremediablemente perdido, el Espíritu te recuerda que

“ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”, Romanos 8:38–39.

Podríamos seguir y seguir, porque el evangelio sigue y sigue. Y el Espíritu Santo enviado por Cristo para consolarnos continuará aplicando el evangelio a nuestros corazones en el dolor de nuestros días más oscuros. Y cuando nuestros días más oscuros hayan desaparecido, seguiremos celebrando el evangelio con Él por toda la eternidad.


Este es un fragmento adaptado del libro Supernatural Power for Everyday People.
Publicado originalmente en For the Church. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando