¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

En las zonas rurales de Centroamérica los recolectores de café tienen un refrán apropiado para este tiempo de crisis global: “Mientras unos en la pena, otros en la pepena”. El refrán significa que, mientras unos sufren los efectos de un problema como el COVID-19, otros se aprovechan de las circunstancias.

Así también, muchas personas tienen a ciertos líderes cristianos como aprovechados, especialmente a los promotores de la teología de la prosperidad. El problema de su reprobable sistema de recaudación de ofrendas radica en las motivaciones, los métodos, y el fin para el que piden apoyo económico.

Sin embargo, es un hecho que las iglesias necesitan ofrendas para sufragar gastos y cumplir con su ministerio. Por esa razón, te comparto algunos consejos sobre cómo motivar a tu iglesia a contribuir económicamente al sostenimiento de la obra, las misiones, los ministerios de misericordia, o alguna otra área en particular.

Espero que estos consejos generales puedan ayudarte, sin importar tu posición de liderazgo y sin dejar de considerar la crisis actual.

1) Sé proactivo y da el ejemplo

“Dar el ejemplo no es la principal manera de influir en los demás, es la única”, resume el refrán que explica el impacto de vivir lo que predicamos. Jesús nos modela esto: “Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza; porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas” (Mt. 7:29).

Es por eso que los líderes cristianos debemos ser ejemplos de compromiso en dar a la iglesia. Ningún pasaje bíblico afirma que un líder de la iglesia esté exento de esto. No lo olvides: los pastores no son sacerdotes ni pertenecen a la tribu de Leví para que no ofrenden y diezmen.

La madurez de una iglesia no se mide por sus ofrendas, pero una iglesia madura sí ofrenda

Cuando en la iglesia hay un líder que solicita contribuciones financieras sin que él tenga credibilidad en esto, lo más probable es que los demás se rehúsen a apoyar. Si lideras una iglesia, no te conformes con pensar: “no ayudo económicamente porque lo hago de otras formas”. No se trata de tu “ayuda”, sino de dar a la obra como corresponde.

2) Sé empático con la congregación

La empatía consiste en ponerse en el lugar de nuestros hermanos. Todo miembro de la iglesia necesita empatía, pero hay un grupo más necesitado y vulnerable conformado por los enfermos, desempleados, viudas, ancianos, y otros. Lo más probable es que ellos no puedan ayudar, sino que necesiten nuestro apoyo económico. Los desposeídos son parte de la razón para movilizar a los miembros de la iglesia que pueden apoyar económicamente.

La situación actual nos afecta a todos en mayor o menor grado. Por eso, evita señalar a quienes den poco aun cuando aparentan tener mucho. Recuerda: cada hermano ofrenda de acuerdo a lo que dispuso en su corazón (2 Co. 9:7).

En la congregación sabemos quiénes necesitan ayuda, pero podría haber otro sector vulnerable y tal vez no lo sepamos. Al momento de definir quiénes recibirán ayuda, debes tomar en cuenta que hay familias que necesitan apoyo aunque no lo aparentan. Consulta con tu equipo de líderes, porque seguramente ellos conocen las necesidades de los hermanos a quienes sirven. En resumen, muestra empatía hacia la congregación.

3) Enséñales que una iglesia madura ofrenda

Los líderes debemos guiar a la congregación a buscar la voluntad de Dios en cada decisión, incluso en las finanzas. Todo creyente necesita conocer las directrices bíblicas sobre las ofrendas, para dar al Señor por las razones correctas. Es importante el equilibrio al hablar de dinero en las iglesias: tanto ignorar este tema como sobrevalorarlo, son extremos perjudiciales.

Frente a esto, hay verdades que debemos predicar a la congregación. Una de ellas es que, aunque la madurez de una iglesia no se mide por sus ofrendas, una iglesia madura sí ofrenda (2 Co. 8:1-4). Y la capacidad que una iglesia tiene para ofrendar no se mide por su estatus económico, sino por su amor a la causa de Cristo.

4) Presenta un proyecto claro

Un proyecto explica cuál es la gravedad de la situación por la que se solicita apoyo económico y propone una forma de solucionarla. Esto motiva a las personas. Puedes presentar el proyecto de manera creativa por medio de una plataforma de videoconferencias, o grabarlo y enviárselo a cada miembro de la iglesia.

¿Qué incluye un proyecto?

  • Un presupuesto real sobre costos
  • Un plan de acción con pasos claros a seguir
  • Un informe detallado de la ejecución del proyecto
  • Un compromiso para hacer mejoras futuras

Responder a las siguientes preguntas te ayudará a diseñar un proyecto: ¿Qué, cómo, cuándo, y dónde lo haremos?, ¿quiénes participarán? Y, sobre todo, ¿por qué lo haremos? Si eres capaz de conectar el mensaje del evangelio y el amor de Dios con la necesidad de la congregación, Él puede usar eso para lograr resultados sorprendentes.

La capacidad que una iglesia tiene para ofrendar no se mide por su estatus económico, sino por su amor a la causa de Cristo

Enfócate en cumplir el plan de acción, porque si prometes y no cumples corres el riesgo de perder credibilidad y, peor aún, deshonrar al Señor. Sé transparente en todo el proceso y haz un compromiso de entregar públicamente cuentas claras siempre aquí en la tierra. Recuerda que un día darás cuentas al Príncipe de los pastores (Heb. 13:17).

5) No alientes a contribuir por las razones equivocadas

Con frecuencia, algunos líderes usan métodos cuestionables para recaudar ofrendas. Frente al panorama económico actual, algunos podrían sucumbir ante la tentación de usar una o ambas de las siguientes opciones: atemorizar a sus oyentes con castigo divino si no ofrendan, o prometer un futuro mejor para quienes ofrenden generosamente.

El problema con estos métodos, basados en la retribución divina, estriba en que promueven una actitud incorrecta en los creyentes al ofrendar: no damos para recibir más, sino que damos porque hemos recibido todo de Dios en Cristo (1 Cr. 29:14; 1 Co. 3:22). Es por eso que tampoco damos para aplacar la ira de Dios o recibir sus favores. Damos porque tenemos un corazón agradecido y dispuesto a amar a Dios, al prójimo, y la obra, según nuestras posibilidades económicas y como hayamos propuesto, en respuesta al evangelio.

Reflexión final

Aunque hay mucho más que pudiera decirse, oro que estos consejos puedan ser útiles mientras esperas que Dios mueva a su iglesia a contribuir con gozo para la obra. Si al recaudar fondos en tu iglesia no hay resultados positivos –quizá por la escasez económica–, te animo a seguir buscando a Dios en oración y pedir consejo sobre el tema con otros consiervos. Recuerda también que por dos mil años Dios ha sostenido su causa en medio de persecuciones, guerras, pandemias, o catástrofes, y lo seguirá haciendo para su propia gloria.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando