¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Hace seis años recibí por correo mi primer material para mi retiro o jubilación.

Cumplí 61 años de edad hace dos días. Uno de mis hijos dice que soy un dinosaurio.

Soy un adulto de la tercera edad.

¿He notado alguna diferencia en mi vida en esta etapa? Seguro que sí. Me muevo más despacio. Mi idea de un pequeño maratón es correr de la cocina a la sala. Veo las cosas de manera diferente. No sé si soy más sabio, pero sí tengo una perspectiva diferente.

Y tengo que admitir que veo la vida en la iglesia de manera diferente. Es más, a veces me asusto a mí mismo con mi actitud rígida. Necesito terminar de escribir estas palabras rápido antes de convertirme en alguien muy cómodo o muy conformista.

Tengo cinco súplicas específicas. Son para mí. Son para mi actitud en cuanto a mi iglesia. Son recordatorios que necesito revisar constantemente.

  1. Oro para que yo no vaya a sentirme con derecho en mi iglesia porque aporto financieramente. Y esta oración surge porque veo una actitud donde considero al dinero como mi dinero y no como el dinero de Dios. Así que cuando lo doy lo hago con un corazón avaro.
  2. Oro para no decir que “ya cumplí con mi tiempo” en la iglesia. El ministerio en la iglesia local no es algo como de “cumplir con tu tiempo”, como si fuera una sentencia en alguna cárcel. Es un derrame de gozo y agradecimiento a Dios. Me encantan las iglesias donde los miembros de la tercera edad son los más entusiastas entre los servidores de cuidado de niños. Yo necesito estar entre ellos.
  3. Oro para que mi entusiasmo no se manifieste más por viajes recreacionales que por el ministerio y el servicio. No hay nada de malo con reunirse y subirse a un bus para salir de paseo por diferentes ciudades. Pero creo que algo está mal cuando esa emoción es la única que nos lleva a involucrarnos en la iglesia.
  4. Oro para que mi preocupación no sea acerca de mis preferencias al servir a otros. En esta sí que he fallado. No me gustó el volumen de la música en el tiempo de alabanza en mi iglesia algunas semanas atrás. Y me quejé sobre esto con mi esposa. Y ahí fue cuando recordé a todos los jóvenes en la iglesia que estaban adorando y alabando a Dios durante el tiempo de música. Yo estaba más preocupado por mis preferencias que por ver a otros adorar a Dios.
  5. Oro para no tener un espíritu de crítica. Hace algún tiempo asistí a una reunión para los miembros de la iglesia. El total del número de asistentes representaba un cinco por ciento del total de asistentes en un domingo por la mañana. Un hombre me reconoció y se acercó a mí antes de la reunión diciéndome: “Venimos a estas reuniones de miembros de la iglesia para poner en regla al pastor”. En realidad, ellos habían venido para criticar al pastor y al grupo de líderes. Yo oro para no convertirme en un criticón de profesión. No quiero envejecer siendo un cascarrabias; yo quiero envejecer y crecer en santidad.

Ahora que soy una persona de la tercera edad, me debo asegurar de no ser una piedra de tropiezo o un obstáculo para la salud y el crecimiento de mi iglesia. Oro para que mi actitud sea como la de Caleb:

“Ahora tengo ochenta y cinco años… dame esta región montañosa de la cual el Señor habló aquel día… Tal vez el Señor esté conmigo y los expulsaré como el Señor ha dicho” (Josué 14:10-12).

Que el Señor me conceda sabiduría y servicio todos los días de mi vida, incluyendo mis años en la tercera edad.


Publicado originalmente en Thom S. Rainer. Traducido por Fanny Stewart-Castro
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando