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Nota del editor: 

Este es un fragmento tomado de la introducción del libro Líder de jóvenes: 12 marcas para impactar a las nuevas generaciones (B&H Español, 2024), un recurso de Coalición por Evangelio.

Déjame iniciar con una pregunta: ¿Cuántos años de edad crees que tenían los apóstoles de Jesús durante Su ministerio terrenal? ¡Haz tus cálculos ahora! ¿Tenían cuarenta años en promedio? ¿Treinta? ¿Veinticinco?

La verdad es que no sabemos con precisión qué edad tenían. Pero sí sabemos que Jesús inició Su ministerio público a los treinta años (Lc 3:23), y que en la cultura judía se esperaba que los discípulos de un rabí fueran menores en edad. También sabemos que un joven judío podía empezar su entrenamiento con un rabí a partir de los trece años.

Con eso en mente, no suena extraño que Jesús se refiera a Sus discípulos como «hijitos» (Jn 13:33). Al considerar también las fechas aproximadas en que se escribieron los libros del Nuevo Testamento y la cronología de la iglesia en el primer siglo, podemos afirmar que ellos eran jóvenes cuando caminaron con Jesús. Al menos en su mayoría, eran adolescentes y jóvenes con mucha más juventud que sabiduría, similares en esto a los jóvenes de tu iglesia. ¿Habías pensado en esto antes? Dios construyó Su iglesia usando a jóvenes como cimientos en la construcción (Ef 2:20).

El Señor Jesucristo escogió a adolescentes y jóvenes —no a hombres sabios, poderosos y experimentados a los ojos del mundo— para transformar sus vidas y usarlos como instrumentos en Sus manos. Él trabajó en su carácter, con paciencia, determinación y amor. Jesús les mostró de cerca cómo hacer la voluntad de Dios y entender la Escritura. Incluso les dio autoridad y poder para hacer prodigios en Su nombre y extender el mensaje del evangelio por toda la tierra. Los discipuló de manera íntima para formar en ellos hombres que vivieran en adoración a Dios en respuesta a Su gracia, y así cambiaran al mundo. La evidencia es apabullante: Jesús es el mejor líder de jóvenes que ha caminado sobre la tierra.

El presente de la iglesia

Dios sigue interesado en redimir a adolescentes y jóvenes, mujeres y hombres, pecadores que necesitan de Su gracia y que hoy son bombardeados por toda clase de ideologías tóxicas y fuerzas culturales que no procuran lo mejor para ellos. Dios desea traer salvación a sus vidas y usarlos conforme a Sus propósitos eternos. Él sigue edificando Su iglesia al usar a jóvenes redimidos en todas partes del mundo.

Los adolescentes y los jóvenes creyentes no son el futuro de la iglesia; son el presente

Por lo tanto, los creyentes más jóvenes que nosotros no son cristianos de segunda categoría en la iglesia (a pesar de que a veces sean inmaduros y nos den algunos dolores de cabeza y frustraciones, al ser más parecidos a nosotros de lo que suponemos). El Espíritu Santo está presente en sus vidas, como también lo está en el santo más experimentado en la carrera de la fe (Ro 1:9). Ellos también son llamados «hijos de Dios», han recibido dones que deben poner en práctica para la edificación de la iglesia y ya son miembros del cuerpo de Cristo (1 Jn 3:1; 1 Co 12:7, 27).

Ellos son llamados a vivir para la gloria de Dios en todas las cosas que hagan (10:31), siguiendo la vocación que Dios tenga para cada uno y expandiendo el mensaje del evangelio. Los adolescentes y los jóvenes creyentes no son el futuro de la iglesia; son el presente.

Se necesitan líderes como Jesús

Ahora bien, en el diseño de Dios para la iglesia, Él ha determinado que los jóvenes creyentes aprendan a vivir la vida a la que Dios los llama con la ayuda de líderes que se parezcan cada vez más a Jesús en su carácter y andar. Es decir, con ayuda de personas que caminen en santidad y que puedan brindarles consejos, apoyo y ejemplo de cómo proseguir hacia la meta de glorificar a Dios en todo; es decir, de darlo a conocer y adorarlo en cada cosa que hagamos.

Dios ha diseñado que los Timoteos sean discipulados por Loidas, Eunices y Pablos (2 Ti 1:5; 1 Ti 1:2), y que los Marcos sean instruidos por Bernabés (cp. Hch 12:25; 15:37). La iglesia es un cuerpo intergeneracional y Dios se deleita en que los creyentes que tenemos unos pasos más adelante en la carrera de la fe invirtamos nuestras vidas en servir y discipular a la nueva generación. De hecho, ¡no se necesita un título de «líder de jóvenes» para que hagamos esto!

Los líderes con verdadera influencia eterna son guiados por el Dios que nos llama primeramente a ser fieles, no influencers y populares

Lo que sí se necesitan son líderes eficaces en vivir según el diseño de Dios para el ministerio a los jóvenes. Hombres y mujeres que, si han de tener un título de «líder de jóvenes», no lo usen como lo haría el resto del mundo, para exigir privilegios y ser servidos por los demás. Se requieren líderes con un corazón como el de Jesús, dispuestos a lavar pies y vivir sujetos a la voluntad de Dios sin importar el costo.

Esta clase de líderes son efectivos a los ojos de Dios al impactar a las nuevas generaciones por medio de su servicio sacrificial, incluso aunque el mundo los desprecie.

Los líderes con verdadera influencia eterna son guiados por el Dios que nos llama primeramente a ser fieles, no influencers y populares. Son líderes que priorizan la verdadera espiritualidad bíblica por encima de los «trucos», las modas y las técnicas pasajeras para atraer a los jóvenes. Son líderes que procuran un carácter como el del Señor Jesucristo, porque reconocen que eso es lo más necesario para guiar a otros a caminar así, en vez de solo confiar en sus propios dones y talentos.


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